martes, 27 de marzo de 2012

Vocación pura y dura

Cuando a los niños pequeños les preguntan qué quieren ser de mayores, el noventa por ciento dice ‘futbolista’. En las chicas, la respuesta estrella es ‘princesa’, o algo así. Al menos así era en mis tiempos mozos, igual ahora unos y otros optan por ‘tronista’, nunca se sabe.

El caso es que yo nunca he tenido una vocación clara. Incluso con seis años, era demasiado realista como para tener en cuenta lo de futbolista/cantante/actor famoso, y lo suficientemente maleable para adaptarme a lo que se esperaba de mí. Que el niño pinta bien, pues que sea arquitecto. Que saca buenas notas, pues que se meta a Medicina.  Y yo me lo creía hasta el punto de responder, cuando me preguntaban, que quería ser arquitecto, médico o lo que tocara en ese momento.

A lo mejor por eso he terminado así. De un lado para otro y con un futuro aún demasiado amplio ante mí. La vocación en mi caso no apareció, tuve que buscarla; pero supongo que ya es más de lo que la mayoría de la gente puede desear. Ahora sólo me falta centrarme, terminar y cruzar los dedos. Aunque puede ser que me acabe metiendo a tronista, nunca se sabe…
  

lunes, 26 de marzo de 2012

Light time

El sábado nos quitaron una hora. Fue una putada. Supuso un rato menos de fiesta y un poco más de sueño al día siguiente. Sin embargo, hoy ha anochecido muy tarde, y eso es bastante guay. Ver el sol durante tantas horas seguidas es algo que sólo aprecias después de un largo invierno, que es lo que me ha pasado a mí hoy.

Además, la hora que nos quitaron ya nos la devolverán en noviembre. Será el mejor día del año. Veinticinco horas, quién las pillara. Me pregunto qué haríamos si todos los días duraran un poco más… Conociéndome, yo me las apañaría para mantenerme ocupado durante unos noventa minutos más, así que saldría perdiendo con el cambio. Pero no me importaría en absoluto. Podría ver el sol durante más rato y sintetizar un montón de Vitamina D. Podría aprender un nuevo idioma en los ratos libres. Podría intentar adecentar el blog un poco más…

Claro que también podría decidir cualquier día de estos que dormir es de débiles, y hacer todo eso en vulgares días de veinticuatro horas. Con un poco de café y la fuerza de la juventud a lo mejor… Nah, no he dicho nada. Mejor que me calle antes de que siga diciendo tonterías.

domingo, 25 de marzo de 2012

Con algo había que empezar…

El Litio mola un montón. Llámame friki si quieres, pero seguro que no sabes que, además de ser el tercer elemento de la tabla periódica, es uno de los pocos tratamientos conocidos para la bipolaridad. Sí, esa extraña enfermedad que padecemos todos. Yo el primero… O no.

También es uno de los más pequeñitos, así que se le coge cariño rápidamente; y su símbolo (Li) puede llegar a ser muy útil. Yo lo he utilizado para felicitar la Navidad y en algún que otro cumpleaños, para hilaridad de los afectados… O no.

En fin, al tema, que si me pongo a hablar de la tabla periódica igual no acabo.

El caso es que traducir mola mucho más que el Litio. Siempre he creído que hay algo mágico en el lenguaje y en cualquier idioma. Poder expresarte con palabras es algo tan cotidiano que no lo valoramos, pero no deja de resultar sorprendente y casi inexplicable. Sobre todo si puedes hacerlo en algo más que tú lengua materna. Por ello, el hecho de poder entender un texto en (pongamos) inglés y ser capaz de reproducirlo en (pongamos) español es increíble. Eso sin meternos en polémicas de si existe o no la traducción perfecta, supongo que ya habrá tiempo para ello.

Así que aquí estoy. Olvidando todo lo que sabía acerca del Litio y demás sustancias farmacológicamente activas para meterme de lleno en el mundo de la traducción. A ver qué pasa.