miércoles, 30 de mayo de 2012

Testimonio de "Pildorillas", traductor con derecho a litio

Una semana larga después, ya tocaba volver a actualizar. Pero el caso es que hace pocos días tuve que entregar un trabajo (para Lengua Española II) en el que hablara de Diez motivos para estudiar traducción o "algo parecido" (palabras del profesor) y me viene bastante bien como entrada.
Resulta que mi situación es bastante curiosa y he podido hacer gran parte del trabajo basándome únicamente en mi experiencia personal. De hecho, me planteé publicar el testimonio completo... hasta que me di cuenta de que era aburrido hasta para mí. Por ello, me voy a limitar a un párrafo especialmente interesante. Espero que te guste.

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Al mirar atrás, me doy cuenta de que hay cosas que es mejor no pensar. Simplemente hay que hacerlas. Me ha pasado muchas veces y no me arrepiento de ninguna de ellas. Lo de meterme en esta segunda carrera fue un acto casi impulsivo e inconsciente, por lo poco que lo pensé. No le di vueltas en ningún momento. No hubo ningún tipo de reflexión al respecto. 
Y aquí estoy. Después de un cuatrimestre y medio (ya va camino de dos) he podido dar una respuesta adecuada a la pregunta ‘¿Por qué estudiar traducción?’. Simplemente, sabía que tenía que hacerlo.

martes, 22 de mayo de 2012

No queda sino batirnos


El capitán Alatriste es una de las grandes creaciones de la literatura reciente. El desarrollo de las historias, la intensidad de los personajes y el contexto en el que tiene lugar toda la acción son simplemente sublimes. Especialmente excepcional es mi tocayo Quevedo: uno de los mejores escritores del Siglo de Oro y un personaje carismático donde los haya, tiene como bandera precisamente esa frase: ‘No queda sino batirnos’.
Pero ya hablé de la saga hace poco, en la lista de los mejores libros que he leído este año. Ahora toca hablar del hombre detrás de la historia: Arturo Pérez-Reverte. Reverte para los amigos.
Soberbio escritor y mejor periodista, se caracteriza por su tono irónico y por decir las cosas sin tapujos, a veces de una forma tal vez poco diplomática. Le perdono porque le considero un genio y porque de momento me libro de pertenecer a alguno de los grupos que él cataloga de ignorantes.
En fin. Todos los domingos nos regala un artículo en su columna ‘Patente de corso’ y cada poco nos ofrece parte de su ingenio a través de su cuenta de Twitter. Precisamente fue uno de sus tuits, escrito hace unas semanas, lo que desencadenó la última polémica. Al opinar sobre la película Grupo 7 (que yo no voy a juzgar, básicamente porque no la he visto), dijo que una de los aspectos a destacar era que se veía otra cara de la auténtica Sevilla. “esa otra Sevilla real, turbia, de putas, yonkis, marginación y gentuza que nunca sale en el Hola” (palabras textuales de su artículo ‘Bruto es un hombre honrado’). Sus palabras fueron malinterpretadas hasta el punto de que se llegó a ver por la red el titular “Pérez-Reverte: «La Sevilla real son putas, yonkis y gentuza»”. Obviamente, fue cuestión de tiempo que media Andalucía se indignara y exigiera que se retiraran sus libros de las librerías y que se le prohibiera volver a entrar en la capital hispalense.
Todo es muy surrealista. Primero, porque Reverte no faltó al respeto en ningún momento. Segundo, porque hace poco le concedieron el Premio del Turismo “por difundir positivamente la imagen de Sevilla en el mundo”. Y tercero, porque la ciudad andaluza es el escenario de algunas de sus novelas, incluyendo El oro del rey, una de las mejores de la saga de El Capitán Alatriste.
Bueno, no estoy aquí para defender a Reverte. Ya lo hace él solito, sin ayuda de nadie y mejor que cualquiera. Sólo quería mostrarle parte de mi apoyo. Y si los sevillanos quieren a un escritor con el que indignarse, les presto a mi amado/odiado Dan Brown. Espero que leer La fortaleza digital no provoque demasiadas úlceras.

lunes, 21 de mayo de 2012

And the twelve points go to…


Eurovisión mola. Con sus luces de colores y las banderitas ondeando frente al escenario. Con todos esos cantantes intentando enamorar a Europa (algunos sin demasiada fortuna, todo hay que decirlo), muchas veces en idiomas exóticos y desconocidos. Con la emoción de las semifinales y de las votaciones, en las que no sólo apoyas a tu país, sino también al que ha llevado tu canción favorita (de forma que las posibilidades de alegrarte aumentan). Con esos portavoces saludando y recordando lo mucho que nos queremos todos…
Y también es el paraíso para cualquier traductor. Cuando se juntan personas de más de cuarenta nacionalidades diferentes, de alguna forma tienen que entenderse. Me imagino que, quien más quien menos, todos se manejan lo suficiente en inglés. Pero, aun así, seguro que hay hordas de traductores moviéndose por los pasillos y asegurándose de que cada cantante, bailarín o coreógrafo entiende lo que tiene que entender. Al fin y al cabo, y aunque no te lo creas, Eurovisión es uno de los eventos televisivos más importantes. Más de cien millones de personas, procedentes de cincuenta países, lo ven cada año. Todo tiene que salir bien.
Y prepárate, porque es esta semana.

viernes, 18 de mayo de 2012

Microrrelatando


Hace no mucho, comentaba que me gustaría ser tan buen escritor como Albert Espinosa. Ojalá fuera capaz de crear la magia que él le da a sus obras; de jugar con las palabras de la misma manera; de aglutinar en un solo libro tantos temas profundos como él. De hecho, dije que me conformaba con la mitad de su talento.

He hecho mis pinitos en el mundo de la creación escrita, pero supongo que todavía me falta un largo camino. De todos modos, y como llevaba mucho tiempo sin actualizar, aquí te dejo parte de esa creación. En realidad es una redacción que tuve que hacer en Lengua Española I. El ejercicio consistía en redactar un microrrelato (menos de 300 palabras) usando como frase inicial lo que se considera, precisamente, el relato más corto jamás escrito en lengua española: ‘Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí” (de Auguto Monterroso).

Estoy razonablemente orgulloso del resultado, aunque me odio a mí mismo por la última frase… En fin, espero que te guste.

“Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí. En el fondo era absurdo pensar que se habría ido durante la noche. Al fin y al cabo, nunca lo había visto salir de la habitación y su madre no dejaba de repetirle que era un peluche y que, por eso, no podía moverse.
Lo que no entendía era por qué, si no se podía mover, cuando se apagaba la luz lo veía saltar y jugar con todos los amigos que surgían entre las sombras. ¿Acaso su madre no los había visto? Cada vez que se apagaban las luces, miles de seres salían de todos los rincones de su habitación. Algunas veces armaban tanto jaleo que le costaba quedarse dormido; otras, intentaban asustarlo. Pero él sabía que no le harían nada si se tapaba bien con la sábana.
Pensándolo bien, lo cierto era que todos ellos se iban cuando su madre entraba y encendía la luz. Tal vez ella nunca los había visto y por eso no sabía que el dinosaurio, en realidad, sí podía moverse.
Decidió que esa tarde se lo preguntaría: su madre tenía todas las respuestas. A veces no quería decírselas, pero aquel día no podría negarse. Sería el regalo de su sexto cumpleaños. La silla de ruedas nueva podría esperar.”

domingo, 13 de mayo de 2012

Traducciones infieles, traductores adúlteros



-Las traducciones son como las mujeres. Las más bellas son las más infieles (Palabras de María Elena Fernández-Miranda, mujer del famoso traductor Eugène Nida).
Reacción ante estas palabras:
-Tú me eres fiel ¿verdad, cuchi cuchi?


Lo que en mi cabeza era un piropo evidente se convirtió en una réplica de ‘¿Me estás llamando fea?’ (previsible, por otra parte). En fin, dejémoslo. Lo importante es la verdad que esconde esa frase: para que una traducción sea bella, tiene que ser infiel. Es difícil mantener la esencia del idioma fuente y, al mismo tiempo, conseguir una buena traducción.
Repito lo que dije en mi entrada anterior: un buen traductor debe ser, ante todo, un buen escritor. Alguna vez, al leer un libro traducido (del inglés, del italiano…) me han llamado la atención expresiones, giros y estructuras de esos idiomas, que sonaban mal en español. Es perfectamente normal dejarse llevar por el magnetismo del idioma original, pero eso no es lo que queremos.
En la Unión Europea conviven, si no me equivoco, veintitrés lenguas diferentes. Todos los textos que se manejan están en los veintitrés idiomas, pero todos ellos se consideran originales. Ninguno es una traducción. Esto sería, por tanto, el objetivo de cualquier traductor: crear un texto original. Reescribir la historia, hacerla tuya, “españolizarla” (en mi caso). ¿Que hay que ser infiel? Adelante, es por una buena causa.

viernes, 11 de mayo de 2012

Soñar sin lienzos, pintar sin colores



Sabía que esto pasaría. Después de haber hecho el top ten, leo un libro que habría merecido tener un puesto en él.



Todo lo que podríamos haber sido tú y yo si no fuéramos tú y yo es especial, diferente. No es la mejor historia, ni considero a Albert Espinosa el mejor escritor, pero tiene un toque casi mágico que hace que sea una lectura amena y, casi, imprescindible. De vez en cuando nos regala frases memorables (como la del título, que da nombre a uno de los capítulos) y, para terminar de ganarme, describe la Plaza Mayor de Salamanca como “hermosa. Sin duda opino que es la plaza más bella que existe”.

Es genial que un lugar en el que han transcurrido tantos buenos momentos de mi vida pase a la posteridad entre las líneas de una novela que tanto me ha gustado. Me encantaría poder describirla con la misma fuerza o incluso el mismo sentimiento. Pero lo dejaremos así, ya que sus palabras son perfectas y yo ahora no estoy en mi mejor momento.

En fin, dicen que para ser un buen traductor primero hay que ser (buen) escritor. Yo lo comparto, y hago todo lo que puedo por conseguirlo, aunque me conformaría con llegar a ser la mitad de bueno que Albert Espinosa.

miércoles, 9 de mayo de 2012

No siempre mola ser acuario...

Ya he dicho alguna vez que siempre había querido tener un blog. El año pasado incluso escribí algunas entradas, que nunca llegué a publicar. Como hoy me siento nostálgico, me veo en la obligación moral de compartir uno especialmente sensiblero. No tiene mucho que ver ni con el mundo de la traducción ni con el del litio, pero no he podido evitarlo. Espero que te guste.

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Hoy, sábado, he estado hojeando el periódico del martes pasado. Me ha servido como tabla de salvación en un periodo de estudio intensivo, y tal vez por eso he prestado tanta atención a cada una de sus páginas. Al final, después del último reportaje y justo antes de la programación, he visto el horóscopo. Últimamente lo leo siempre. No es que crea que vaya a acertar, pero me hace gracia saber qué me depara el futuro y comprobar hasta qué punto hay una relación.
Lo malo es que hoy no me ha hecho demasiada gracia, la verdad. Cito textualmente: “Acuario: te siguen tentando nuevas aventuras que renuevan tu lado más seductor, pero quizás no sea el mejor momento para iniciar una relación”.
No sé qué es lo que me ha gustado y lo que me ha dejado de gustar de esta frase, pero me he sentido incómodo después de leerla… ¿Qué aventuras? ¿Mi lado seductor? No sé si es que yo infravaloro mis cualidades de Casanova o es que el que ha escrito esto me sobrevalora a mí, pero algo no me cuadra.
Además, ¿por qué no es el mejor momento para iniciar una relación? En parte no puedo negarlo: los inminentes exámenes y la proximidad del verano hacen que sea incuestionable. Lo malo es que parece que nunca es el mejor momento. Y que nadie parece la persona adecuada. Así que… ¿por qué no? Si surge algo ahora, bienvenido sea.
En fin, esto fue escrito el martes. Hoy es sábado, como ya he dicho, y las cosas han cambiado mucho. Seguro que mi horóscopo de hoy ha sido mucho más esperanzador y me impulsa a nuevas metas que me reportarán grandes satisfacciones. O algo así. Y si no, me hago Aries. 

domingo, 6 de mayo de 2012

Los Juegos del Hambre (The Hunger Games), traducido por Pilar Ramírez Tello


Después de la lista de libros que hice en mi última entrada, me veo en la necesidad de profundizar en algunos de ellos, y ahora le toca a Los Juegos del Hambre. Ya comenté que me había enganchado como pocos otros libros lo han hecho y que, aunque la historia no deja de ser una barbaridad, esconde detrás algo mucho más grande que un simple… Juego del Hambre. Además, no veo el momento de ver la película y puedo adelantarte que la segunda parte de la trilogía tiene muy buena pinta.
Pero si me he decidido a escribir sobre este libro en concreto es por una conversación que he tenido hoy. Ha sido algo así.

 -Me encantó Los Juegos del Hambre.
-¿Sí? ¿De qué va?
-Si te lo cuento, te lo destripo. Te diré sólo que está en la línea de Un mundo feliz.
-¿Y qué tal la traducción?
-Francamente buena, la verdad. Hay alguna cosilla que me ha llamado la atención, pero es normal ver algo que tú pondrías de otra forma.


No puedo negar que ha sido una conversación “especial”. Primero, porque efectivamente había pensado en algún momento que era una traducción francamente buena (lo suficiente para suplir el enorme delito que supone el no haberlo leído en versión original). Y, sobre todo, porque nunca me habían hecho esa pregunta… “¿Qué tal la traducción?”. Supongo que el noble trabajo de los traductores empieza a ser mejor valorado. O tal vez sólo en mi presencia. En fin, no importa. El caso es que “nuestra” labor se va notando cada vez más y eso es bueno. ¡Traductores al poder!

PD: he considerado más oportuno escribir el nombre de la traductora en el título, como un guiño a ese colectivo al que pronto perteneceré. Pero en ningún momento he pretendido quitarle mérito a la autora, Suzanne Collins. Al fin y al cabo, en mi anterior entrada ya había puesto quién era la escritora y es ella la que se ha sacado de la manga ese pedazo de historia.

jueves, 3 de mayo de 2012

Lecturas recomendables


Cuando uno tiene la mala costumbre de devorar cada libro que cae en sus manos, a veces se cree que tiene el derecho de opinar e incluso criticar. Es lo que me pasa a mí, lo admito. Por eso no puedo evitar escribir de vez en cuando reseñas, críticas o simplemente copiar mis pasajes favoritos. O, como en este caso, una lista de los que he leído este año y que, por un motivo u otro, han dejado huella en mí y que, sin duda, recomendaría. Tal vez me detenga más adelante con algún libro en concreto, pero esto está bien para empezar. Espero que te guste.


10.-Diez negritos, Agatha Christie: una historia brutal, una situación escalofriante y un desarrollo que apenas da pistas para descubrir quién es el causante de todo. Por lo menos yo no supe quién era hasta que lo desveló el libro. En fin, un clásico que merece la pena leer. Y lo mejor de todo, especialmente para un traductor que se precie, la canción que sirve de hilo conductor de la historia. Hasta en español se intuyen las rimas en inglés, es genial.

9.-El salón de ámbar, Matilde Asensi: una decente historia de aventuras, muy en la línea de Matilde Asensi, pero con un ritmo más rápido y una lectura tal vez un poco más amena (y más corta) que el resto de sus libros. No marcará un antes y un después en tu vida, pero está bien para pasar el rato.

8.- El perro de los Baskerville, sir Arthur Conan Doyle: Sherlock Holmes es un personaje que, tarde o temprano, tenía que aparecer en uno de mis top ten. Y aquí está, gracias al libro más famoso de Sir Arthur Connan Doyle y a una historia razonablemente buena. Inciso: es mejor leerlo antes que El curioso incidente del perro a medianoche, porque te lo destripa. Aunque merece la pena en cualquier caso.

7.-Donde el corazón te lleve, Susanna Tamaro: entrañable y sobrecogedor. No puedo evitar sentir ternura por la gente mayor, y más cuando hablan (o, más bien, escriben) con la humildad con que lo hace la protagonista de este libro. También hay una película (rodada por otra escritora con la que he tenido que lidiar, Cristina Comencini), pero no creo que valga ni la cuarta parte que el libro. No porque cuestione su valía como directora, sino porque es una historia para leer, para que te la cuenten en primera persona. No para verla. Eso sí, tengo clavada la espinita de no haberlo leído en italiano…

6.-La estrategia del agua, Lorenzo Silva: me encanta su forma de escribir, y Rubén Bevilacqua y Virginia Chamorro (protagonistas de éste y de otros libros firmados por él) son fáciles de hacerse querer. Un desarrollo tal vez no a la altura del mejor Lorenzo Silva, pero el estilo se mantiene intacto. Top ten para él, aunque no me gustaría ser yo el que lo tradujera.

5.-Corsarios de Levante, Arturo Pérez-Reverte: otro viejo conocido. Mi querido e idolatrado Reverte nos regala un nuevo número del Capitán Alatriste y yo sin haberme leído el anterior. Traducido (deformación profesional, lo siento) quiere decir que cuando salió el séptimo aún no había leído el sexto, que es éste. Un gran fallo, pues es tan bueno como cualquiera de los otros y tiene pasajes simplemente espectaculares. Pero él me sigue gustando más como periodista.

4.-Canción de hielo y fuego: Juego de tronos, George R. R. Martin: una historia fantástica (en todos los sentidos) y, además, razonablemente original. Es el primero de una larga serie, que estoy deseando leer entera (si puede ser, alguno en versión original), y sólo espero que los siguientes sean igual de buenos.

3.-Los juegos del hambre, Suzanne Collins: vale, sólo leí el libro para poder ver la peli. ¿Y qué? Es un motivo como otro cualquiera, y el hecho de que no tardara ni un día en terminarlo dice mucho de lo que es capaz de enganchar. De la película, ya opinaré cuando la vea. Sólo un punto negativo: te absorbe tanto que, si lo devoras como yo, te sabe a poco.

2.-Cometas en el cielo, Khaled Hosseini: no recuerdo qué me llevó a leer una historia que se desarrolla en Afganistán, lo que está claro es que no me arrepiento en absoluto de haberlo hecho. Sobrecogedor, entrañable y capaz de abrirte los ojos en muchos sentidos, tal vez se hace un poco largo. Aún así es lo suficientemente espectacular como para merecer el segundo puesto.

1.-No me iré sin decirte dónde voy, Laurent Gounelle: el título del libro parece evocar historias de novela romántica y amor para toda la vida, y no puedo evitar pensar que el nombre del autor se parece demasiado a l’orang-outan (el orangután), pero que eso no te engañe. Se trata de una historia excepcional, con una trama dinámica y sorprendente y un final inesperado pero que está a la altura del resto del libro. Number one merecidísimo.

martes, 1 de mayo de 2012

Carita sonriente, carita triste

La ciencia está llegando un paso más lejos. Después de todos los avances, gracias a los cuales podemos mandar señales al espacio, abrir montañas y pulverizar el planeta (en caso de que quisiéramos) ahora también nos damos cuenta de que la auténtica sabiduría está más cerca de lo que parece.

Por eso, ahora hay quien estudia los pensamientos y los sentimientos de las personas. Todo muy científico, por supuesto: los pensamientos se miden en gramos y los sentimientos en longitudes de onda. Suficiente, creo que era el momento de centrarse en lo que realmente tiene importancia, que algunas investigaciones estaban perdiendo el norte.

Y yo, como buen científico que soy (que me estaba centrando demasiado en mi faceta de traductor), me subo al carro y me apunto a una iniciativa que puede parecer un tanto particular: llenar dos vasos de arroz hervido, centrar los pensamientos positivos en uno de ellos (claramente marcado con un smiley) y los negativos en el otro. Con esto, podemos comprobar el efecto que tiene sobre nuestro entorno todo lo que pensamos, decimos y hacemos: con el paso del tiempo, el vaso de arroz con la carita triste se acabará echando a perder, mientras que el otro permanecerá en un estado levemente mejor.

En teoría, debería funcionar y, efectivamente, yo ya veo un tono ligeramente más oscuro en el vaso con la carita triste.

Conclusión: lo mejor es tener pensamientos alegres, optimistas y estimulantes. Hoy es sólo un poco de arroz, pero más adelante puedes cambiar el estado de ánimo (y tal vez la vida) de otra persona. Motivo suficiente para estar contento y demostrarlo.