viernes, 31 de enero de 2014

Ese otro vacío en el pecho...

Hace tiempo, escribí acerca de esa sensación de vacío que sientes cuando terminas de leer un libro. Mucha gente opina que sólo otro libro puede llenar dicho vacío (tal vez por eso a mí me gustan tanto las sagas). Sin embargo, ahora la sensación es algo distinta.

Resulta que durante las vacaciones de Navidad comencé a leer Posdata: te quiero -sí, también comenté hace cosa de un año que estaba en mi lista desde que descubrí a su autora, Cecelia Ahern-. Lo malo es que no me dio tiempo a acabarlo (a decir verdad, sólo pude leer las 70 primeras páginas) y lo dejé en España, con todo el dolor de mi corazón, porque no había sitio en la maleta.

Y, claro, ahora tengo la necesidad de saber cómo continúa la historia.

Por suerte, este vacío en el pecho desaparecerá durante mi próxima visita. Además, mientras tanto, puedo probar suerte con alguno de los otros libros que tengo por aquí. Eso sí, cuando consiga echarle las manos encima y terminarlo, publicaré aquí mi opinión al respecto. De momento, sólo diré que espero que lo que me queda por leer esté a la altura de las primeras páginas.

jueves, 23 de enero de 2014

Catching fire (En llamas), la película

Sí, ya sé que soy un pesado con el tema de Los juegos del hambre; pero como es una saga que me gustó tanto, y puesto que he visto la película hace poco, me veo en la obligación moral de hablar al respecto.

La verdad es que salí del cine bastante satisfecho. La adaptación es más que aceptable y, como ya ocurrió con la primera película, no eres consciente de lo que se narra en el libro hasta que ves las imágenes, con lo cual es un requisito casi indispensable para los seguidores de la saga. Las interpretaciones son, desde mi inexperto punto de vista, bastante competentes y hasta la banda sonora ha estado a la altura. Todo esto en mi humilde opinión.

Sin embargo, me hizo gracia un comentario que escuché justo después de los créditos. “No me ha gustado mucho el final”. No soy quién para decir qué le tiene que gustar a la gente y qué no, pero supongo que en este caso resultaba un poco improcedente. Al fin y al cabo, se trataba de una adaptación y, si el libro terminaba así, el director no tenía otro remedio que ser fiel a él. O no... Podía haber escrito un guión totalmente distinto para satisfacer a los ajenos a este mundo y haber conseguido una película con otro final. En ese caso, tal vez estaríamos hablando de una mala adaptación, pero una grandísima peli (por cierto, chicos, el superlativo de 'grande' es 'máximo'; 'grandísimo' es la forma coloquial: no la utilicéis). Y, ¿qué es mejor? ¿El objetivo principal no debería ser una reproducción fiel al libro? ¿No es, al fin y al cabo, una traducción como cualquier otra? Yo soy feliz si la adaptación es buena, independientemente de que el final del libro me haya gustado más o menos, y si fuera director de cine, ése sería mi principal objetivo. Pero respeto otros puntos de vista.


¿Tú qué opinas?

domingo, 12 de enero de 2014

Traducciones intersemióticas

Cuando oímos la palabra traductor sólo se nos viene a la cabeza ese personaje abstracto que, en pijama, se sienta delante de un ordenador y pasa un libro que está en -pongamos- inglés al -pongamos- español. Con un poco de suerte, habrá quien piense en esas personas que, escondidas en una cabina y ataviadas con unos auriculares, traducen simultáneamente el contenido de una conferencia: los intérpretes de toda la vida. Sin embargo, a veces nos olvidamos de que hay otras modalidades de traducción, algunas tal vez no tan evidentes.

Por ejemplo, existe la denominada 'traducción intersemiótica'. Es la que se da cuando pasamos una misma historia de un formato a otro. El paradigma sería la adaptación cinematográfica de un libro, pero también incluiría otras como poema-novela, película-obra de teatro, cómic-película... Y viceversa. Las combinaciones son infinitas.

El caso es que en torno a esta modalidad de traducción gira un trabajo que tengo que hacer para la asignatura de Lengua Española IV. Supongo que lo más fácil en mi caso es elegir la versión cinematográfica de un libro, sobre todo si tenemos en cuenta que leo todo lo que cae en mis manos y que mis visitas al cine prácticamente se limitan a ver las pelis de los libros que me he leído anteriormente. De hecho, ya he terminado la que tenía en mente y me ha gustado. No sólo porque la adaptación estaba a la altura de las circunstancias, sino también porque hay muchas cosas que comentar y, con un poco de suerte, me saldrá una presentación aceptable.


Sin embargo, no lo voy a desvelar todavía. Trabajaré en el tema y, sí, publicaré una entrada al respecto. De todos modos, deséame suerte. Y, por supuesto, feliz año nuevo.