Hace tiempo, escribí
acerca de esa sensación de vacío que sientes cuando terminas de
leer un libro. Mucha gente opina que sólo otro libro puede llenar
dicho vacío (tal vez por eso a mí me gustan tanto las sagas). Sin
embargo, ahora la sensación es algo distinta.
Resulta que durante las
vacaciones de Navidad comencé a leer Posdata: te quiero -sí,
también comenté hace cosa de un año que estaba en mi lista desde
que descubrí a su autora, Cecelia Ahern-. Lo malo es que no me dio
tiempo a acabarlo (a decir verdad, sólo pude leer las 70 primeras
páginas) y lo dejé en España, con todo el dolor de mi corazón,
porque no había sitio en la maleta.
Y, claro, ahora tengo la
necesidad de saber cómo continúa la historia.
Por suerte, este vacío
en el pecho desaparecerá durante mi próxima visita. Además,
mientras tanto, puedo probar suerte con alguno de los otros libros
que tengo por aquí. Eso sí, cuando consiga echarle las manos encima
y terminarlo, publicaré aquí mi opinión al respecto. De momento,
sólo diré que espero que lo que me queda por leer esté a la altura
de las primeras páginas.