Por algún motivo, siempre me ha
gustado mantener a mis lectores (siempre en plural, uno que es optimista) al
corriente sobre mis andanzas y mi trayectoria académico-profesional (ver aquí y aquí, por ejemplo). Pues bien,
por eso mismo ha llegado la hora de publicar que, desde hace algo más de un
mes, trabajo como traductor in house en
una agencia de traducción de Barcelona.
Ya he hablado tanto de la ciudad condal como de algunos de mis trabajos anteriores, así que creo que es
pertinente que explique también las particularidades de mi nuevo empleo. Para
empezar, diré que se trata de un puesto de traductor, por lo que el grueso del
trabajo consiste en eso mismo, en traducir (esto podía ser un poco obvio, pero
me apetecía recalcarlo de todos modos).
Esto es algo que me entusiasma y
que me da la oportunidad de practicar y aprender muchísimo. Además, hay que
tener en cuenta todo lo que hay detrás de un «simple» puesto de traductor: por
ejemplo, hay que manejar correctamente todos los programas que se utilizan
normalmente, ya sea de traducción y revisión o de gestión. También es necesario
saber dónde buscar la información, cómo utilizar los diccionarios y
documentarse lo mejor posible sobre las exigencias del cliente en cuestión,
para adaptarse a ellas tanto en cuanto a la terminología como al estilo.
En realidad, todas estas cosas
tiene que saberlas cualquier persona que se dedique a la traducción, trabaje
donde trabaje. En mi caso ha sido especialmente relevante porque la agencia en
la que estoy contratado utiliza programas bastante específicos y muchos de los
clientes habituales tienen guías de estilo que hay que leer antes de ponerse en
marcha.
Por el momento, la verdad es que
tengo que reconocer que el balance está siendo francamente positivo y que
espero poder exprimir esta experiencia al máximo. Y, como siempre, te mantendré
informado. Ah, y te recomiendo que leas esta entrada, que escribí hace unos años y en la que predije que volvería.
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