En los últimos días me
he dado cuenta de que en casi cada frase que digo se me cuela una
palabra en alemán. Supongo que el hecho de llevar casi cinco meses
viviendo en Deutschland (digo... Alemania) ha influido, así como el
hecho de que todas las personas que me rodean están familiarizados
con la parla germana. Sin embargo, eso me ha llevado a cuestionarme
una serie de cosas... Por ejemplo, si no soy capaz de prescindir de
las palabras en alemán en mi día a día, ¿cómo voy a poder
traducirlas al español en un futuro, ya no muy lejano? ¿O a
interpretarlas? Es cierto que muchas, por no decir todas, tienen un
equivalente aceptable en castellano pero, ¿no se pierde así parte
de ese algo que hace único a cada persona, a cada cosa? Y es que,
como ya dije en su día, no siempre es imprescindible traducirlo
todo...
Por ejemplo, hoy le he
mandado un mensaje a un amigo. Le he dicho que iba 'a la mensa
a comer un brunch'; ayer quedamos para 'tomar un Glühwein
en el Weihnachtsmarkt' y mañana tengo que ir 'a la
Hauptstrasse a comprar regalos'. Claro que podía haber dicho
que 'voy a la calle principal', que podíamos haber quedado para
'tomar vino caliente en el mercadillo navideño' y que podía haber
escrito 'comedor universitario' en lugar de 'mensa' (lo de
brunch es más difícil de traducir) pero, insisto, no habría
sido lo mismo.
Primero, porque el alemán
en algunos casos, resulta una lengua muy económica (¡quién lo iba
a decir!). Segundo, porque pierde parte de su autenticidad. Al fin y
al cabo, te puedes topar con calles principales en todas partes, pero
para encontrar una Hauptstrasse hay ir a Alemania (bueno,
también a Austria o a la Suiza alemana). Y es cierto que los
mercadillos navideños son cada vez más populares en España, pero
para ver un Weihnachtsmarkt hay que cruzar la frontera. En
cuanto al Glühwein... Diremos que el concepto de 'vino
caliente' no puede ser asimilado por el español medio.
Y volvemos a lo de
siempre. ¿Traducir o no traducir? Esta vez voy a mojarme y voy a
confesar que, por muy purista del español que sea, y lo soy, tampoco
quiero renunciar a seguir usando algunos términos en el idioma
original (véase: alemán), sobre todo si mis interlocutores los
entienden. Cuando tenga que dirigirme a un público que no esté
inmerso en la vida en Alemania, ya veré lo que hago.
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