Pues sí, no podía pasar
por alto tan señaladas fechas y me veo obligado a hablar de la
Navidad. Por un lado, porque son unos días muy importantes para mí.
Por otro, porque los alemanes se vuelcan con estas fechas de una
forma que los españoles no nos podemos ni imaginar.
Ya en septiembre
comenzaron a verse las primeras decoraciones en los escaparates (bueno, de
hecho hay una tienda sólo de adornos de Navidad que esta abierta
todo el año, pero eso es otra cuestión). Era raro pasear bajo el
cálido sol de finales de otoño y ver bolas de nieve colgando de las
estanterías, pero lo cierto es que tenía cierto encanto. Y la magia
crecía a medida que pasaba el tiempo: luces en las calles, árboles
en las puertas de los hoteles, postales que nos deseaban un feliz
2014... El punto álgido llegó con el mercadillo navideño, una
tradición alemana que hace que no sólo puedas sentir la Navidad:
también la puedes ver, oír, oler y comer.
Pero eso no es todo. Los
alemanes, muy educados y correctos ellos, comienzan a desearte unas
felices fiestas casi en cada conversación. Los villancicos suenan de
fondo en cada tienda. Los calendarios de adviento invaden las
estanterías de tiendas y supermercados y, a grandes rasgos, tienes la impresión de
estar viviendo en un cuento.
Y, lo mejor de todo,
aprendes de una vez a decir 'feliz Navidad' en alemán sin tener que
buscarlo en el diccionario...
Así pues... fröhliche
Weihnachten!
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