miércoles, 24 de mayo de 2017

No hay excusas



Esta tarde, ojeando un libro sobre traducción, he visto la siguiente frase:

«Un texto difícil de traducir no es motivo para torturar al idioma».

Es una frase que me ha gustado especialmente. Puede parecer una perogrullada, pero es completamente cierta. En el mundo laboral, hay muchas situaciones que nos pueden llevar a entregar una traducción con la que no estemos totalmente de acuerdo por diversos motivos: peticiones del cliente, coherencia con traducciones anteriores… A veces, además, la falta de tiempo no ayuda y, sí, los textos difíciles pueden ser un reto.

Por un lado, es mucho más bonito traducir un texto difícil, porque son los que nos ponen a prueba y los que nos llevan a mejorarnos. Por otro, puede ser que un texto complicado nos haga conformarnos con un trabajo que, sin ser malo, no llegue al nivel de excelencia que todo traductor debería buscar siempre. Bien por terminología, porque el original está mal redactado o porque el tema es muy específico.

No obstante, secundo al cien por cien la frase con la que he comenzado mi entrada. No hay excusas para entregar una traducción que no sea excelente. Y, mucho menos, para torturar un idioma que tantas cosas nos reporta.

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