Hoy me ha ocurrido una cosa muy
curiosa haciendo la revisión de una traducción y, por algún motivo, me he visto
en la necesidad de compartirlo. En el texto original (en alemán) del encargo en
cuestión aparecía la palabra Handballen y
la opción propuesta por el traductor fue pulpejo
(no recuerdo la frase entera, pero lo que decía era que había que usar el pulpejo para pegar una etiqueta en su
sitio).
De momento, todo en orden. Si hay
que usar el pulpejo para pegar una etiqueta y así evitar que aparezca suciedad
en la superficie de pegado, se usa en lugar de la punta de los dedos. Además,
la traducción es perfectamente correcta y no había faltas ortográficas ni
gramaticales.
Entonces, ¿por qué le dedico una
entrada entera a la traducción correcta de una frase no especialmente difícil?
Porque, hasta esta misma mañana, no sabía lo que era el pulpejo. Y, como puede
ser que tú tampoco lo sepas, te dejo aquí la definición del diccionario de laRAE:
Pulpejo: parte carnosa y mollar de un miembro pequeño del cuerpo humano y, más comúnmente, parte de la palma de la mano de la que sale el dedo pulgar.
Ahora, en una traducción hay que
tener muchas cosas en cuenta y, a veces, después de asegurar la corrección
gramatical, ortográfica y terminológica, hay que plantearse la función del
texto con el que estamos trabajando. En este caso (unas instrucciones) era
importante que el lector entendiera el mensaje y, en mi opinión, pulpejo no es una palabra de dominio
público, o no lo suficiente como para al menos, no plantearse otras opciones.
Después de unos minutos de
reflexión y de comentarlo con una compañera de trabajo y de profesión, opté por
cambiarlo ligeramente y evitar el término de marras. Eso sí, sin repercusiones
en la evaluación del traductor, que al fin y al cabo había hecho su trabajo de
forma perfectamente aceptable.
No hay comentarios:
Publicar un comentario