domingo, 25 de marzo de 2012

Con algo había que empezar…

El Litio mola un montón. Llámame friki si quieres, pero seguro que no sabes que, además de ser el tercer elemento de la tabla periódica, es uno de los pocos tratamientos conocidos para la bipolaridad. Sí, esa extraña enfermedad que padecemos todos. Yo el primero… O no.

También es uno de los más pequeñitos, así que se le coge cariño rápidamente; y su símbolo (Li) puede llegar a ser muy útil. Yo lo he utilizado para felicitar la Navidad y en algún que otro cumpleaños, para hilaridad de los afectados… O no.

En fin, al tema, que si me pongo a hablar de la tabla periódica igual no acabo.

El caso es que traducir mola mucho más que el Litio. Siempre he creído que hay algo mágico en el lenguaje y en cualquier idioma. Poder expresarte con palabras es algo tan cotidiano que no lo valoramos, pero no deja de resultar sorprendente y casi inexplicable. Sobre todo si puedes hacerlo en algo más que tú lengua materna. Por ello, el hecho de poder entender un texto en (pongamos) inglés y ser capaz de reproducirlo en (pongamos) español es increíble. Eso sin meternos en polémicas de si existe o no la traducción perfecta, supongo que ya habrá tiempo para ello.

Así que aquí estoy. Olvidando todo lo que sabía acerca del Litio y demás sustancias farmacológicamente activas para meterme de lleno en el mundo de la traducción. A ver qué pasa.

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