martes, 24 de diciembre de 2013

¡Feliz Navidad!

24 de diciembre, 18:00 h según escribo esto. Las preparaciones navideñas comienzan. Desde la cocina se oye ajetreo, y el árbol de Navidad que acabo de poner en el recibidor luce en todo su esplandor. Además, el móvil suena cada pocos segundos (¡cuántos deseos navideños me llegan ahora que tengo Whatsapp!) y el viento que sopla en la ventana parece menos incómodo que cualquier otro día.

Resulta que la magia de la Navidad empieza a ser más evidente y no puedo evitar sentirme un poco emocionado por lo que nos espera esta noche: reencuentros, regalos, villancicos, cantidades ingentes de comida... Todo ello en buena compañía y con una sola preocupación: no tirar la copa - tarea ardua, si tenemos en cuenta que en la mesa no quedará un centímetro libre.


Pues sí, el espíritu navideño me ha invadido (ya estaba tardando) y no pondré objeciones a que se manifieste, ya sea controlando la decoración, ayudando en la cocina, poniendo velas por toda la casa (espero que la cosa no acabe en incendio) y, como no, deseándote una feliz Navidad.

lunes, 16 de diciembre de 2013

Weihnachten in Deutschland... Digo, Navidad en Alemania

Pues sí, no podía pasar por alto tan señaladas fechas y me veo obligado a hablar de la Navidad. Por un lado, porque son unos días muy importantes para mí. Por otro, porque los alemanes se vuelcan con estas fechas de una forma que los españoles no nos podemos ni imaginar.

Ya en septiembre comenzaron a verse las primeras decoraciones en los escaparates (bueno, de hecho hay una tienda sólo de adornos de Navidad que esta abierta todo el año, pero eso es otra cuestión). Era raro pasear bajo el cálido sol de finales de otoño y ver bolas de nieve colgando de las estanterías, pero lo cierto es que tenía cierto encanto. Y la magia crecía a medida que pasaba el tiempo: luces en las calles, árboles en las puertas de los hoteles, postales que nos deseaban un feliz 2014... El punto álgido llegó con el mercadillo navideño, una tradición alemana que hace que no sólo puedas sentir la Navidad: también la puedes ver, oír, oler y comer.

Pero eso no es todo. Los alemanes, muy educados y correctos ellos, comienzan a desearte unas felices fiestas casi en cada conversación. Los villancicos suenan de fondo en cada tienda. Los calendarios de adviento invaden las estanterías de tiendas y supermercados y, a grandes rasgos, tienes la impresión de estar viviendo en un cuento.

Y, lo mejor de todo, aprendes de una vez a decir 'feliz Navidad' en alemán sin tener que buscarlo en el diccionario...


Así pues... fröhliche Weihnachten!

domingo, 15 de diciembre de 2013

Traducir o no traducir... Ésa es la cuestión

En los últimos días me he dado cuenta de que en casi cada frase que digo se me cuela una palabra en alemán. Supongo que el hecho de llevar casi cinco meses viviendo en Deutschland (digo... Alemania) ha influido, así como el hecho de que todas las personas que me rodean están familiarizados con la parla germana. Sin embargo, eso me ha llevado a cuestionarme una serie de cosas... Por ejemplo, si no soy capaz de prescindir de las palabras en alemán en mi día a día, ¿cómo voy a poder traducirlas al español en un futuro, ya no muy lejano? ¿O a interpretarlas? Es cierto que muchas, por no decir todas, tienen un equivalente aceptable en castellano pero, ¿no se pierde así parte de ese algo que hace único a cada persona, a cada cosa? Y es que, como ya dije en su día, no siempre es imprescindible traducirlo todo...

Por ejemplo, hoy le he mandado un mensaje a un amigo. Le he dicho que iba 'a la mensa a comer un brunch'; ayer quedamos para 'tomar un Glühwein en el Weihnachtsmarkt' y mañana tengo que ir 'a la Hauptstrasse a comprar regalos'. Claro que podía haber dicho que 'voy a la calle principal', que podíamos haber quedado para 'tomar vino caliente en el mercadillo navideño' y que podía haber escrito 'comedor universitario' en lugar de 'mensa' (lo de brunch es más difícil de traducir) pero, insisto, no habría sido lo mismo.

Primero, porque el alemán en algunos casos, resulta una lengua muy económica (¡quién lo iba a decir!). Segundo, porque pierde parte de su autenticidad. Al fin y al cabo, te puedes topar con calles principales en todas partes, pero para encontrar una Hauptstrasse hay ir a Alemania (bueno, también a Austria o a la Suiza alemana). Y es cierto que los mercadillos navideños son cada vez más populares en España, pero para ver un Weihnachtsmarkt hay que cruzar la frontera. En cuanto al Glühwein... Diremos que el concepto de 'vino caliente' no puede ser asimilado por el español medio.


Y volvemos a lo de siempre. ¿Traducir o no traducir? Esta vez voy a mojarme y voy a confesar que, por muy purista del español que sea, y lo soy, tampoco quiero renunciar a seguir usando algunos términos en el idioma original (véase: alemán), sobre todo si mis interlocutores los entienden. Cuando tenga que dirigirme a un público que no esté inmerso en la vida en Alemania, ya veré lo que hago.