miércoles, 27 de junio de 2012

Curiosidades farmacogenéticas


Como no le deseo a nadie estudiar los polimorfismo de miles de genes para cientos de enfermedades distintas, aquí te dejo un pequeño resumen de los datos más curiosos que he encontrado ojeando mis apuntes de Farmacogenética. Además, me sirvió de repaso para el examen y creo que fue bien (estoy esperando la nota).

-Los pelirrojos son más sensibles al dolor… pero responden mejor a pentazocina, un analgésico opioide.
-La prevalencia de hipertensión arterial y asma es más alta en individuos de raza negra.
-La genética hace que las dosis de fármacos no sean las mismas para personas de distinta raza y, en general, pueden variar a nivel individual. Por ejemplo, la cantidad de warfarina requerida por dos pacientes distintos puede llegar a ser hasta cuatro veces más grande en uno de ellos.
-En el ser humano hay unos 22.000 genes, menos que una planta normal, cuyo número ronda los 25.000. Descubrir este dato fue una sorpresa, pues se esperaba encontrar más de 100.000.
-Para que el virus VIH (el del SIDA) entre en la célula, necesita la presencia de CCR5. Hay individuos en los que este gen no aparece o no es funcional y, por tanto, no pueden ser infectados. Ésta es una importante línea de investigación para su tratamiento.
-Las células madre tienen numerosas aplicaciones terapéuticas, desde curar la Diabetes Mellitus hasta el tratamiento de la calvicie. La más curiosa, sin embargo, es que pueden llegar a evitar que un individuo se quede tetrapléjico si se administran en menos de 24 horas. El problema es la polémica que hay con su uso…
-El linfoma folicular es un tipo de cáncer con un tiempo de desarrollo muy corto. Por este motivo una vez se dio el siguiente caso: a un paciente al que se le había hecho un trasplante por una leucemia y al donante les apareció el mismo linfoma.
-Los escandinavos metabolizan más lentamente los fármacos antipsicóticos, por lo que necesitan menos dosis que los mediterráneos. Estos últimos también son más rápido a la hora de metabolizar opioides como la codeína.
-El coste de los tratamientos anticoagulantes (TAO) en España es de 60 millones de euros… ¡Pero conlleva un ahorro de 970 millones!
-Por último, comentar algo respecto al litio: el alelo C del gen CACGN2 puede provocar mayor respuesta. Fascinante. 

domingo, 24 de junio de 2012

Beautiful words


Ayer fue el día del español (el idioma, claro). No tuvo mucha repercusión en mi vida, a decir verdad, pero ha dado lugar a todo tipo de reportajes y artículos que resultan bastante curiosos. Por ejemplo, los británicos llaman ‘Armada’ a la selección española de fútbol y los franceses se han adueñado del término ‘gazpacho’ para designar cualquier sopa fría que no sea la Vichyssoise. También me ha parecido curioso enterarme de que la Vichyssoise se inventó en Nueva York, aunque eso es otra historia.
Lo mejor del día es la elección de la palabra más bonita de nuestro idioma. No he podido encontrar la ganadora de este año (a lo mejor no ha habido votación, estoy poco informado), pero sí la de 2011. Y no, no fue ni ‘amor’, ni ‘madre’, ni ‘libélula’. Ha sido ‘Querétaro’. Es sorprendente por dos motivos: el primero, que ni siquiera aparece en el diccionario. El segundo, que muchos hispanohablantes no sabrán lo que significa. En ese grupo me encontraba yo, pero ahora puedo informarte de que es una ciudad mejicana, fue propuesta por el actor Gael García Bernal y resultó elegida en una votación en la que participaron 33.000 personas.
Pues ahora me toca a mí. Para variar, no voy a hacer un top ten: me llevaría mucho tiempo elegir sólo diez palabras y seguramente cambiaría de opinión enseguida. Por eso, únicamente diré que siempre le he tenido especial cariño a la palabra ‘azul’. Es sencilla, corta, suena bien y me hace pensar en cosas bonitas (el mar, el cielo, mis vaqueros favoritos…). Lo mejor de todo, sin embargo, es que el azul no es mi color preferido… Necesito litio.

P.D: poner el título en inglés es un poco irónico, pero me sonaba mejor que en español…

lunes, 18 de junio de 2012

Farmacia moderna

Durante unas semanas dejaré aparcada mi faceta de traductor y me centraré en la otra mitad de mi carrera: los cuatro créditos que me quedan para acabar Farmacia (al menos la parte teórica, luego vienen las "tutes", el examen de prácticas, el TFG...). La asignatura que me falta lleva el sorprendente nombre de Farmacogenética y Farmacogenómica, y es lo suficientemente interesante como para comentar algo al respecto. Pero por falta de tiempo lo dejaré para otro día. Hoy tiro por el camino fácil y actualizo con una reflexión filosófica que escribí, seguramente, en uno de mis inevitables periodos de crisis farmacológica...
Si es que cuando quiero puedo ser muy profundo...

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“Hay cuatro grupos de antidepresivos: los antidepresivos tricíclicos (ATCs), los inhibidores de la recaptación de serotonina, los antidepresivos de acción mixta y los iMAO…”.
Estudiar Farmacia puede llegar a molar bastante. Acabas aprendiendo un montón de cosas, y lo mejor es que la mayoría de ellas son útiles, aunque sólo sirvan como una mera curiosidad.
Pero también es duro. Muchas horas de estudio, muchas noches de biblioteca (mientras el resto de la gente está de fiesta) y poco reconocimiento. Además, hay demasiada ciencia. Todo tiene una explicación basada en receptores y sustancias que los activan. Si no fuera por este tipo de descubrimientos, no podríamos tratar ciertas enfermedades y no habría tanta calidad de vida, pero yo sigo siendo un poco soñador y quiero seguir viendo la parte mágica y misteriosa de algunas cosas de la vida.
Quiero seguir pensando ‘¡Qué ojos azules más bonitos!’, y no ‘Seguro que sus padres eran homozigóticos para el carácter “color de ojos”, por eso tienen un color tan claro, que no es dominante’, o seguir sorprendiéndome cuando unas gotas hacen que todo un líquido cambie de color, sin pensar en el efecto quelatante de ningún indicador.
Y, sobre todo, quiero seguir pensando que a veces la solución a los problemas no es hacer que tu organismo reaccione frente a drogas exógenas. Puede que sea suficiente un poco de chocolate y unas risas inesperadas...

miércoles, 13 de junio de 2012

My dream life


Los libros de texto de inglés son, sencillamente, sublimes. Todo resulta tan absurdamente cómico que se le pierde el respeto al idioma. Y el poco que queda huye volando cuando suena la música de los ‘listenings’. Pero también es curioso lo que te pueden hacer pensar. El esfuerzo empleado para pensar temas (de los que hablar, de los que escribir, de los que traducir…) a veces da sus frutos y te encuentras ante unas palabras que, para qué negarlo, merecen la pena.
Es lo que me ha ocurrido esta tarde. Un texto de inglés titulado ‘My dream life’ (sí, soy poco original; y no estoy lo suficientemente activo como para pensar un título distinto) contenía frases como éstas: “Now and again I have bad dreams, but not enough of them to make me lose my delight in dreaming”, “I like the idea of going to bed and lying still; and then, as soon as I doze off, by some queer magic, I wander into another kind of existence”.
El texto me ha encantado porque me apasiona soñar. Además, tengo la suerte de acordarme de muchos de mis sueños. Vale, es cierto que a veces resultan un poco perturbadores y despertarse sudando y asustado en mitad de la noche no es plato de buen gusto. Pero ¿qué me dices de la sabiduría que está escondida detrás de los sueños? Al fin y al cabo, son una creación de nuestro subconsciente y ¿quién nos conoce mejor que nosotros mismos? ¿Quién te puede aportar más conocimientos que tu propio ‘yo’, una vez te has quitado la venda de los ojos?
Estoy firmemente convencido de que los sueños son llamadas de atención, avisos que nos gritamos a nosotros mismos cuando hemos bajado la guardia lo suficiente para escucharlos y escucharnos. Al menos, es lo que he creído toda mi vida y estoy orgulloso de decir que he tomado muchas decisiones, y hasta he redirigido el rumbo de mi vida en alguna ocasión, gracias a estas advertencias que me he dado a mí mismo.
Ahora estoy de exámenes y necesito sabiduría. Me voy a dormir.

martes, 12 de junio de 2012

Presentación


Sí, ya sé que debería haberme presentado antes. Voy por la entrada número 24 y sólo sabes de mí lo poco que he dejado intuir entre historietas y críticas literarias (a no ser que ya me conozcas, lo cual no deja de ser bastante posible). El caso es que estoy preparando un examen oral de alemán y, como tengo la suerte y la desgracia de estar en un nivel vergonzosamente básico, seguramente me tocará hacer una pequeña presentación de mí mismo.
Y sí, hacer el esfuerzo de pensar en qué voy a decir de mí (en alemán) resulta bastante agotador. Lo bueno es que por lo menos me sirve para actualizar. Allá vamos.

Me llamo Francisco, Fran para los amigos (en alemán esta estructura tiene el equilibrio perfecto entre dificultad y longitud). Nací en Salamanca y todavía vivo aquí. Estudio 1º de Traducción e Interpretación en la Universidad de Salamanca y me gustaría trabajar como traductor de inglés y de alemán, aunque también hablo francés, italiano y catalán. Apenas tengo tiempo libre, pero, cuando puedo, me gusta escribir, ir a la piscina, salir con mis amigos y, sobre todo, leer.

Vale, no es gran cosa. Pero con que me sirva para aprobar me conformo.
Ah, por cierto, encantado de conocerte.

jueves, 7 de junio de 2012

Los juegos del hambre, la película


Hace ya bastante que no hablo de Los juegos del hambre. Tiene cierto mérito, porque estoy muy enganchado a la historia y no veo la hora de leer el tercer y último libro. Pero ya ha pasado suficiente tiempo, tengo autorización moral para hacerlo. Ahora toca la peli.
Siempre es difícil hacer una adaptación cinematográfica de un libro. Las imágenes que se forman en la cabeza de cada lector son únicas, y es una utopía pensar que un director de cine pueda plasmarlas exactamente cómo tú las habías visualizado. Por no hablar del tiempo: normalmente se tienen que ajustar a unos márgenes de pocas horas. Muy por debajo de los de un libro, en teoría inexistentes.

Tal vez por eso la práctica totalidad de las adaptaciones son peores que el original. Algunas se salvan y constituyen buenas películas en sí mismas, sin necesidad de haber leído el libro (como El niño del pijama a rayas); otras consiguen una fama mayor (La piel que habito) y otras podrían llegar a rivalizar con la obra escrita (El señor de los anillos).


Los juegos del hambre podría estar en las tres categorías o en ninguna. A ver si me explico. No está a la altura del libro, ni mucho menos. No engancha de la misma forma, no es tan rico en detalles y no es tan fiel como debería. Tampoco se puede decir que se haya hecho mucho más famosa que el primer volumen de la trilogía (aunque ha estado cerca de conseguirlo); ni acaba de ser una buena película en sí misma porque, si no has leído antes el libro, puedes perderte algunas cosas.

Y, sin embargo, tampoco se pueden decir demasiadas cosas negativas del film. Vale que no es tan famosa, pero muchos hemos descubierto la saga gracias a la versión cinematográfica (yo el primero). Vale que no consigue plasmar todo lo que describe la autora, pero es sorprendentemente minuciosa y ha conseguido imágenes espectaculares en cada escena. Y, por último, vale que no esté a la altura del libro, pero es al ver la película cuando percibes la magnitud de lo que estás leyendo, se te encoge el corazón y piensas (por enésima vez) ‘menos mal que esto no pasará nunca en la vida real’.

En fin, película más que aceptable y dos horas y media muy bien invertidas. Pero, por favor, lee primero el libro. 

martes, 5 de junio de 2012

Jornadas de junio


Ya comenté el otro día que estamos en muy mala época. Exacto: exámenes (cómo molan las aliteraciones, podría empezar a usarlas más a menudo).
Aunque ésa no es la cuestión. Ayer ya me examiné de español (no me deja de resultar irónico, pero es lo que toca) y hoy ha sido el turno de alemán. Si mi cabeza no explota en el intento, estaré muy orgulloso de haber sobrevivido a once exámenes en dos semanas, y encima en cuatro idiomas distintos. Aclaración: los exámenes los hago en un solo idioma, es que estudio cuatro lenguas diferentes, y me tienen que evaluar de todas ellas.
Espero no repetirme demasiado, pero el caso es que ahora sólo me preocupan dos cosas. Por una parte, hacer un papel lo mejor posible como estudiante modelo que se supone que soy (digo ‘se supone’ porque probablemente sólo lo piense yo). Por otra, sacar el lado positivo de todo. Disfrutar de los rayos de sol inundando la sala de estudio, del viento colándose por la ventana abierta, de los folios revoloteando en el aire (esto no es necesariamente bueno, pero es muy divertido) y, sobre todo, de la tranquilidad de las noches de junio.
Ir a la biblioteca hasta las doce es la mejor idea que he tenido en mucho tiempo. Es suficiente tiempo para poder hacer algo productivo y no demasiado para acabar agotado. Además, son horas que, de cualquier otra forma, habrían sido malgastadas irremediablemente. Pero, por encima de todo, al salir a medianoche la temperatura es perfecta, la tranquilidad es absoluta y la brisa nocturna, fresca y vigorizadora, se lleva consigo todos los conocimientos adquiridos. ¿Qué más se puede pedir?

sábado, 2 de junio de 2012

Blood from a Stone, parte I (no es que sean dos libros, ya lo entenderás)


Cualquier estudiante universitario que se precie debería adorar esas bonitas semanas de junio que reciben el fatídico nombre de ‘periodo de exámenes’. Es todo tan maravilloso… El calor humano de los compañeros de fatiga, la fría luz azulada de las bibliotecas, la cantidad de conocimientos que se adquieren después de las largas jornadas de estudio… A se le suma el calor asfixiante de principios de verano, el ritmo de vida irregular, la pasta que se va en fotocopias y los nervios. ¿Qué más se puede pedir?
Pero los exámenes también tienen su parte negativa. Yo llevo ya unos días sin actualizar y, en general, me queda poco tiempo para cualquier otra cosa. Por ejemplo, el martes tengo que devolver los libros a la biblioteca y ni siquiera me ha dado tiempo de empezar uno de ellos. ¿Solución? Leer al menos las primeras páginas para ver si merece la pena ampliar el plazo.
De modo que he cogido Blood from a Stone, de Donna Leon, (en el inglés original, que para algo tengo el examen de la lengua de Shakespeare la semana que viene) y he leído el principio. No sólo tiene muy buena pinta, sino que el vocabulario es perfectamente comprensible para mí (lo cual es bueno, si tenemos en cuenta que tal vez me acabe dedicando a esto) y está en la línea de novela policiaca que tanto me gusta.
Por lo pronto, aquí te dejo un párrafo de una de las primeras páginas. Así no desvelo gran cosa. Espero que te guste.

“Last-minute buyers, their number reducer by the cold, requested products they all suspected could be found at better prices and of more reliable quality at local shops that were open even on this Sunday, and how better to assert one’s independence and character than by buying something unnecessary?”   

Conclusión: próxima parada: Venecia. Cuando termine el libro, le dedicaré una nueva entrada en condiciones.