sábado, 30 de mayo de 2015

Historias del Kronen, de José Ángel Mañas

Mi historia de amor con Historias del Kronen es curiosa. Todo empezó en mi primer año de traducción, cuando nos encargaron que reescribiéramos la primera página, plagada de vulgarismos y coloquialismos, en registro neutro. Yo memoricé el título y me dije que leería el libro en algún momento. Años después (hace unas semanas, de hecho) volvimos a usar algunos fragmentos para otra asignatura, esta vez traducción de italiano.

Y dirás '¿es que acaso no hay más libros en español?', '¿Cómo es que ha coincidido que han usado el mismo para dos asignaturas, además tan distintas?' Pues hay una explicación muy sencilla, y es que el lenguaje utilizado en este libro, ambientado en Madrid, en el verano de 1992, es, probablemente, único.

Efectivamente, es el lenguaje que empleaban los jóvenes de la capital española en la ya lejana década de los noventa. José Ángel Mañas no escatima en términos coloquiales, vulgares e incluso jergales en el transcurso de la novela, y también nos regala otros rasgos distintivos, que incluyen la grafía a la española de términos en inglés (mi favorito es jebi para 'heavy') o el uso de puntos suspensivos como elemento separador en las conversaciones telefónicas.

Debo admitir que yo mismo no entendía el significado de numerosas palabras. Por ejemplo, muchos de los términos que designan algún tipo de droga eran un misterio para mí (se ve que soy un chico bueno, después de todo), o numerosas referencias culturales, ya lejanas. Al fin y al cabo, es una obra localizada en un periodo muy puntual de la historia de España, con todo lo que ello implica. Además, es probable que muchas de las expresiones plasmadas no llegaran a mi ciudad o que ya se hayan perdido en el tiempo.

Por otro lado, es un libro que engancha, del que no puedes dejar de pasar páginas, a pesar de estos términos desconocidos. La acción es constante, las pausas son las mínimas imprescindibles y el ritmo es frenético.También hay un cierto magnetismo en muchos de los personajes, y especialmente en el protagonista, que impulsa a continuar con la lectura.

Todas estas características hacen de Historias del Kronen un libro especial y único. Después de lo que he comentado, parece lógico que se use en una asignatura como 'Español I', con el fin de practicar el cambio de registros. Del mismo modo, resulta interesante ver cómo una novela así puede atravesar fronteras. A mí me ha transportado a mi niñez, a una década en la que la comunicación tenía lugar por medio de llamadas a teléfonos fijos y en la que se seguían comprando CD originales. Pero también a Madrid, esa ciudad a dos horas de mi casa y con la que ya estoy familiarizado. Sin embargo, tiene que ser fascinante ver cómo un traductor ha intentado transmitir toda esta información en su versión en italiano (o en cualquier otro idioma, claro).

Al pensar en la versión italiana, he decidido que traducirlo tiene que ser una tarea muy difícil, porque, además de comprender el significado, hay que intentar transmitir la esencia de aquella época. Tal vez esto que estoy diciendo te recuerde a una de mis últimas entradas y, efectivamente, es una cuestión que abordamos con la misma profesora.

Para terminar, sólo me queda recomendarte encarecidamente que leas Historias del Kronen en cuanto te resulte posible. Y, si mi opinión no te parece suficiente, te intentaré convencer diciéndote que fue finalista del Premio Nadal en 1994.

sábado, 23 de mayo de 2015

ESC. Interpreters wanted



Resulta que el año pasado, algunas asociaciones de intérpretes se quejaron después de la celebración del festival de Eurovisión. No, no es porque no estuvieran de acuerdo con la ganadora, ni porque creyeran que la calidad de las canciones no estuviera a la altura. Puede que lo opinaran, pero el motivo de su queja era otro.

A lo largo de la gala, los presentadores asignados por la televisión en cuestión (en este caso, la danesa) iban explicando el funcionamiento y dando paso a algunos de los países. También eran los encargados de presentar las votaciones y de saludas a los portavoces de cada cadena. Al mismo tiempo, los comentaristas españoles intentaban reproducir el mensaje, en español, omitiendo en ocasiones parte de la información. La queja de los intérpretes, evidentemente, estaba relacionada con estas omisiones.

Es cierto que Eurovisión es un show popular en todo el mundo, con cientos de millones de espectadores y muy seguido en España. Por ello, la cadena a cargo de su retransmisión optó por una voz conocida, la de un locutor y periodista de prestigio, pasando por alto su falta de formación como intérprete. Sin embargo, también es cierto que el trabajo que realizó consistió en gran medida en una labor de interpretación para la que, como hemos dicho, no estaba preparado.

Desde aquí no voy a reivindicar nada. Doy por hecho que el comentarista hizo su trabajo lo mejor que pudo y creo recordar que transmitió la información fundamental. Simplemente saco el tema a colación porque resulta que hoy se celebra la final del festival de Eurovisión y quería relacionarlo de alguna manera con este mi querido blog.

Por ello, sólo te deseo que pases una buena noche si tienes intención de verlo. Disfruta de las grandes voces y de las espectaculares puestas en escena y de las buenas canciones (que las hay).

sábado, 16 de mayo de 2015

Defendiendo la traducción



Hace poco tiempo confluyeron dos variables, digamos, poco afortunadas. Por un lado, un artículo de un afamado periodista levantó ampollas entre los traductores por su defensa a ultranza de la versión original y por los términos poco halagüeños con que describía a los encargados del doblaje de las películas.

Por otro, una profesora de traducción literaria dio una charla para una de mis asignaturas y nos trajo como ejemplo una novela escrita en romanesco, el dialecto (o, mejor dicho, sociolecto) hablado en la capital de Italia. En concreto, el libro reflejaba muchas expresiones que, específicamente, eran utilizadas por los habitantes de zonas concretas de Roma. A pesar de la innegable dificultad que entraña dicho libro, existen dos traducciones al español. Ambos traductores eran conscientes de la importancia que tan particular habla tiene en el conjunto del libro e intentaron mantenerla en la medida de lo posible. Las opciones eran muy variadas, y normalmente distintas para ambos. Sin embargo, y por muy aceptables que fueran muchas de ellas, la profesora en cuestión acabó el seminario con una frase lapidaria: no se puede hacer una traducción de un libro así. Se pierde demasiado.

Ambos puntos de vista me parecen un poco radicales, la verdad. Y eso que yo soy de los que defienden la calidad de la versión original por encima de la traducción. Sin embargo, son esas traducciones las que nos acercan obras escritas en idiomas como el sueco, el ruso o el japonés. Lenguas que, yo al menos, no tengo el gusto de dominar. Y, ya puestos, son esas traducciones las que dan trabajo a miles de personas como yo, las que permiten que el avance tecnológico sea aún más rápido y las que permiten que un griego y un neerlandés puedan debatir en inglés sobre un libro de Paulo Coelho.

No obstante, parece que nos podemos plantear la siguiente pregunta: ¿Es mejor renunciar a toda traducción y limitarse a las obras producidas en nuestra lengua materna y los idiomas que dominemos? ¿O aceptar que habrá pérdidas pero intentar disfrutar de la traducción al máximo?

Sinceramente, yo no dudo al decidirme por la segunda opción. Algunos de los libros que más me han enganchado eran traducciones (Harry Potter y la piedra filosofal, El código da Vinci, La ladrona de libros…) y no querría que el mundo no hispanohablante se perdiera ejemplares escritos en español, como El capitán Alatriste o La sombra del viento. Del mismo modo, las películas de mi infancia estaban dobladas, así como muchas de las series que me han acompañado durante mi adolescencia. ¿Que los originales son mejores? No lo dudo, pero me parece un atraso renunciar a toda traducción sólo porque lo sea.

Así pues, ve a la biblioteca a por el último libro de Murakami, disfruta de Ida en tu cine más cercano y regálale la traducción al alemán de La catedral del mar a ese amigo del Erasmus que no sabe una palabra de español.

martes, 12 de mayo de 2015

ENETI 2015



Últimamente mi vida socioprofesional está plagada de encuentros de diversa índole. Lo que, unido a mi condición de vocal de la AETI de mi facultad, hizo que no me pudiera perder el Encuentro Nacional de Estudiantes de Traducción e Interpretación, también conocido como ENETI, que tuvo lugar el fin de semana pasado en Alicante.

De hecho, ya lo saqué a colación en mi última entrada, en la que hablé de la AETI -esa asociación de estudiantes de traducción que cada vez está presente en más facultades de toda España-. Expliqué algunos de los beneficios que pueden obtener los socio y mencioné el ENETI, o el Encuentro Nacional de Estudiantes de Traducción e Interpretación. Después de haber asistido, creo que procede dedicarle una entrada.

Como ya comenté, este año el ENETI se ha celebrado en Sant Vicent del Raspeig, donde se encuentra la facultad en la que se imparte el grado de traducción e interpretación de la Universidad de Alicante. Allí se han congregado casi 600 personas, en su mayoría estudiantes de la ya mencionada carrera, así como una veintena de ponentes, profesionales de alguno de los campos relacionados, que han intentado arrojar luz sobre el futuro, a veces incierto, de los pobres estudiantes.

A lo largo de dos intensos días, se han sucedido charlas y mesas redondas, descansos y (re)encuentros en los pasillos. Ha sido alucinante ver cómo la junta directiva de la AETI y la vocalía de la UA se han volcado con la organización, y también ha sido espectacular la respuesta de toda la comunidad de estudiantes de traducción, que se han acercado desde todos los confines del territorio nacional para asistir a tan gran acontecimiento.

De las charlas, destacar la variedad y la calidad. Desde las que abordaban temas relativamente concretos, como la traducción biomédica o la traducción de insultos y del lenguaje soez, hasta la creación de una marca propia. Tampoco han faltado los profesionales, traductores, intérpretes y docentes, que han compartido sus experiencias y sus puntos de vista. Algunos nos han explicado cómo han llegado a conseguir el trabajo que actualmente desempeñan, otros nos han explicado qué formación debemos tener para lograr ese anhelado puesto. Incluso han intentado expandir nuestros horizontes y nos han hablado de salidas tal vez menos convencionales, como un posible trabajo como corrector o como profesor de español para extranjeros (y tengo que decir que ambas salidas me parecen excelentes, por cierto).

Además, todas las conferencias contaban con servicio de interpretación simultánea -al español en caso de que el ponente hablara en inglés; al inglés y al francés si el idioma elegido era el español- e interpretación en lengua de signos. Esta última me ha resultado fascinante, pues nunca había podido contemplar durante tanto tiempo el trabajo que realizan estos profesionales. Por no mencionar las anécdotas resultantes…

En fin, que el ENETI ha sido una gran experiencia que espero repetir. La edición del año que viene será en Valencia y espero poder participar una vez más. ¡Allí nos vemos!