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-No intentes engatusarme
con tus embustes y no pienses que voy a dar crédito a tus sofismas,
porque tu pericia no está a la altura y hace ya mucho que no
dejo que nadie me engañe...
Mi amigo Jorge siguió
hablando durante un buen rato. Le encantaba usar palabras que nadie
entendía cuando se acaloraba y esta vez, además, yo le había
proporcionado una excusa excelente. En realidad, tan solo había
propuesto que entráramos en el cine a ver una película de vaqueros.
No es que me entusiasme dicho género, pero había empezado a llover
y quería guarecerme de la lluvia. El cine nos cobijaría y,
además, mantendría callado a Jorge durante dos benditas horas. Sin
embargo, no me acordaba de que ahora mi amigo estaba en contra de las
multinacionales, fueran del tipo que fueran, y pensó que trataba de
poner a prueba sus principios.
-...sabes que estas
compañías acabarán por acumular un porcentaje cada vez mayor de la
riqueza mundial. Mi postura antagónica al capitalismo no me
permite entrar a ver ese largometraje que me propones y ni siquiera
entiendo cómo se te ha ocurrido sugerirlo...
Dejé que continuara con
su perorata durante un rato, sin comentar que la mayoría de los
cines de este país se estaban viendo obligados a cerrar porque ya no
son un negocio rentable. Lo cierto es que me encanta escucharle, y
reconozco que yo daría cualquier cosa a cambio de tener su misma
habilidad para expresarme, o un vocabulario tan rico. Eso sí, creo
que la próxima vez me lo pensaré dos veces antes de volver a quedar
con él.