lunes, 21 de julio de 2014

Ciudades alemanas: top ten

Nunca se sabe qué nos deparará el futuro. Por eso, y porque nada me garantiza que vaya a volver a Alemania en el futuro, ni siquiera de visita, me he empleado a fondo para conocer el mayor número de ciudades en estos doce meses que he pasado en Deutschland. Por suerte, han sido muchas y escribo esta entrada con conocimiento de causa (obviamente, no iba a tener en cuenta ciudades en las que no he estado)... Es cierto que me he dejado algunas en la lista de asuntos pendientes, y que me gustaría incluir unas cuantas que se han quedado fuera, pero supongo que siempre puedo ampliar la lista más adelante. De momento, empiezo el top ten por el décimo puesto para darle emoción.

10.-Hamburgo (Hamburg): admito abiertamente que no me gustó. Cierto, no muchas capitales pueden presumir de tener un lago en pleno centro, el Ayuntamiento es espectacular, tiene el honor de contar con la que en su día fue la catedral más alta del mundo y, además, el récord de puente en una ciudad europea. Sin embargo, me pareció una ciudad gris y que puede ser fácilmente desbancada por muchas otras urbes germanas. El motivo por el que está en esta elitista lista es que la fiesta es genial. Tiene numerosos bares y calles enteras con discotecas, así como locales y negocios abiertos toda la noche, algo impensable en cualquier otro lugar de Alemania.

9.-Bonn: miro atrás y recuerdo muchas experiencias vividas aquí, pocas relacionadas con la ciudad. Tal vez el vínculo emocional ha sido demasiado grande y no soy del todo objetivo al incluirla en este top ten. Sin embargo, sí que puedo afirmar que es un lugar agradable y acogedor, con un centro lleno de encanto y un campus universitario digno de las mejores películas. ¡Ah! Y el museo de historia es, sencillamente, increíble.

8.-Tréveris (Trier): no sabía de la existencia de esta ciudad hasta que me metieron en un autobús y empezaron a explicarme su historia (que, por cierto, se remonta a tiempos de los romanos). Lo más emblemático es la Puerta Negra (Porta Nigra) y sus jardines, pero en mi opinión lo mejor que puede ofrecer Trier es un paseo por las calles del centro, simplemente disfrutando de los elegantes edificios y, con un poco de suerte, del buen tiempo.

7.-Aquisgrán (Achen): las calles empedradas y la sorprendente cantidad de tiendas de chocolate dan muchos puntos. Sin embargo, en mi opinión, el principal atractivo de Achen / Aquisgrán es su pasado. Como capital del Sacro Imperio Romano, tiene una catedral llena de historia y una grandeza que prácticamente se puede respirar. Además de una de las traducciones más estrambóticas al español... Y eso hace que se le coja cariño.

6.-Rothenburg ob der Tauber: un pueblecito de apenas 10.000 habitantes se ha colado en la lista por su indudable encanto, por su esencia bávara y por su espectacular belleza. Las casas típicas, al más puro estilo alemán, las tiendas de Schneeballen (unas deliciosas galletas esféricas) y el entorno privilegiado hacen de esta localidad una visita obligada para todo aquel que pase un periodo largo en este país.

5.-Espira (Speyer): siempre me ha hecho mucha gracia el término 'guilty pleasure'. Se suele usar para referirse a algo que nos gusta... y que sabemos que tal vez no debería. Supongo que se podría aplicar a Speyer, una ciudad pequeña que, sencillamente, me encanta. Vale, es bonita, pero... ¿de verdad se merece este quinto puesto? Pues sí, no he podido evitarlo, y es que, aunque una ruta turísitca por el centro se limita prácticamente a dos calles y un par de plazas, hay tantos monumentos concentrados que nadie se irá de aquí con mal sabor de boca. Iglesias, relojes, una espectacular catedral, un barrio judío... Todo ello permite pasar una jornada perfecta. Además, cuenta con unos bonitos alrededores y un pasado interesante.

4.-Colonia (Köln): una de las ciudades más dinámicas de todo el país, también destaca en el plano cultural por sus orígenes romanos, su importancia a lo largo de la historia del país y, sobre todo, por su espectacular catedral. Parece que cuanto más se viaja, más difícil es que algo nos impresione pero, créeme, der Dom lo conseguirá. Si no, también se puede visitar el museo del chocolate o disfrutar con su vibrante vida nocturna.

3.-Dresden (Dresde): cuando fui para allá apenas si sabía que había una ciudad con ese nombre. Sin embargo, se metió de cabeza en mi top ten en cuanto puse los pies en la plaza mayor. Sus calles y sus puentes recuerdan a Praga (uno de mis lugares favoritos en el mundo) y también cuenta con un museo espectacular, en el que podemos encontrar cuadros de Rafael, Zurbarán, Velázquez y tantos otros.

2.-Núremberg (Nürnberg): tiene un castillo espectacular y un centro histórico muy bonito (a pesar de contar con varias reconstrucciones), especialmente fascinante cuando llega la Navidad y la Plaza Mayor se ve inundada de los puestos que conforman el Weihnachtsmarkt (mercadillo de Navidad, que dirían algunos). Sin embargo, lo que de verdad fascina de esta ciudad es su historia reciente, y todo lo que se puede aprender en sus dos museos principales no se puede describir con palabras. Te adelantaré que fue la elegida como 'ciudad más alemana' por Hitler y que ahí se celebraron los celebérrimos Juicios de Núremberg... Cuna de la interpretación, por cierto.

1.-Berlín (Berlin). O se ama, o se odia. Yo la amo. Es cierto que el número de monumentos casi se limita a la Puerta de Brandemburgo y la Catedral pero, además, podemos encontrar el Reichstag (el Parlamento), la Isla de los museos (Museeninsel), los restos del muro, el monumento conmemorativo a los judíos muertos en la segunda guerra mundial y, sobre todo, una atmósfera única. Todo parece rebosante de vida y las calles respiran un ambiente que, en mi humilde opinión, no se puede encontrar en ningún otro lugar del mundo. Además, hay incontables museos por todas partes, y de todo tipo: desde los que recogen restos del mundo antiguo (por ejemplo, la estatua de Nefertiti está en el Neues Museum) hasta los que informan de todo lo relativo al Muro (historia, datos, anécdotas...). Resulta que es una de las ciudades con una historia reciente más interesante (incluso más que Núremberg) y los alemanes, diligentes ellos, se han encargado de recopilar toda la documentación que han podido y ponerla al alcance de los afortunados turistas. Berlín, esa ciudad donde siempre hay algo que hacer y a la que siempre querrás volver. Ich liebe Berlin.


Bonus track: Heidelberg. Mucha gente la considera la ciudad más bonita de Alemania y no me habría supuesto un dilema moral incluirla... Sin embargo, al ser un sitio en el que he pasado una época de mi vida que me ha reportado tanto, he preferido dejarla al margen. Sólo puedo recomendarte que, si tienes la oportunidad, cojas un vuelo al aeropuerto más cercano y te pierdas por su Hauptstrasse y su Altstadt, que subas al castillo para gozar de una vista panorámica espectacular y que te olvides del mundo en el Philosophen Weg.

jueves, 17 de julio de 2014

Esto se acaba...

Pues sí, señoras y señores. Mi aventura Erasmus llega a su fin. Escribo cuando aún me quedan unos cuantos días porque quiero tener una mejor perspectiva de lo que ha ocurrido y, sobre todo, porque todavía no tengo la actitud pesimista que nos suele abrumar cuando nos despedimos de una etapa que nos ha marcado.

Después de once meses y dos semanas en Alemania, de vivir en dos ciudades y visitar varias decenas de localidades germanas, de haber conocido a gente de todo el globo, de haber experimentado una nueva vida en un lugar totalmente desconocido y de haber mejorado mi alemán, puedo decir que difícilmente olvidaré este curso.

Ya comenté en una ocasión que soy muy optimista con mis “críticas”, tal vez incluso demasiado. Sin embargo, ahora me alegro de que ese optimismo me embargue, porque hace que me quede con lo bueno, que sonría con cariño al ver lo que dejo tras de mí y que mire al futuro con ilusión. Al fin y al cabo, este año me ha enriquecido mucho y quiero sacar partido de todo lo que he aprendido y de todas las cosas positivas que he vivido... que no son pocas.


Y, si quiero hacerlo, tengo que dejar atrás todo esto y empezar una nueva etapa. Con un poco de suerte, será tan buena como la que dejo atrás. Ahora sí que toca ser optimista.

lunes, 14 de julio de 2014

Guasapeando: segunda parte

Ya comenté hace poco que las nuevas tecnologías nos ponen en un aprieto lingüístico en diversas ocasiones. Las palabras que van surgiendo a menudo suponen una fuente de discusión cuando queremos alcanzar un acuerdo en lo que respecta a su escritura... Y, a veces, pronunciarlas correctamente es un gran reto, todo hay que decirlo.

Sin embargo, también debemos destacar la evolución que sufre el lenguaje debido a los avances tecnológicos. Con los ya obsoletos mensajes de texto (SMS, a no ser que alguien proponga 'esemese'), nuestra imaginación llegó a límites insospechados y acortamos palabras de una manera inconcebible con el fin de ahorrarnos unos cuantos céntimos. Todos lo hicimos... Y lo sufrimos. En concreto, recuerdo una ocasión en la que un amigo me preguntó cuáles eran las consonantes de 'instituto' para no usar todas las letras -yo le sugerí que pusiera 'insti'-. Tampoco olvidaré los meses que mantuve un mensaje en mi bandeja de entrada porque no fui capaz de descifrar 'StdndFilo' (estudiando filosofía). En mi defensa diré que por aquel entonces nunca había cursado esa asignatura.

Batallitas aparte, lo cierto es que este ahorro imperativo se tradujo en un acortamiento de muchas palabras y en toda una transformación del lenguaje. Tal vez es normal que el español se vaya modificando al mismo ritmo que los demás aspectos de la sociedad, pero, en cierto modo, esta nueva forma de economizar trajo consigo un desconocimiento mayor del idioma e incluso un maltrato en toda regla. ¿Para qué poner haches, si no sirven para nada y cuestan dinero? ¿O acentos, con lo que se tarda en pulsar el botoncito? ¿Y qué tiene de malo usar una equis en lugar de una che, si el receptor lo va a entender igualmente?

Fueron tiempos oscuros para el castellano. Supongo que para todos los idiomas. Por suerte, esa época duró poco y los mensajeadores maduramos al mismo tiempo que las nuevas tecnologías facilitaban la labor de escribir y, por tanto, usar todas las letras. Y no, no todo el mundo escribe con total perfección (yo tampoco, tengo que confesarlo), pero vamos avanzando.


Continuará...