Qué título más cool me ha quedado, ¿eh? Por eso he
decidido estropearlo en la primera frase con un anglicismo totalmente
innecesario, no vaya a ser que alguien me tache de pedante.
No obstante, creo que esta
entrada sí es necesaria (no como el cool), porque los topónimos son una fuente
de errores bastante habitual, y los gentilicios todavía más. Ambas cosas son
razonablemente comprensibles, por supuesto. Los nombres de los lugares son algo
delicado, porque, aunque no se deberían modificar mucho para no dar lugar a
confusión, tampoco es siempre factible adaptar la grafía local a la
pronunciación (en este caso) española. Muchas veces, además, se dejan los nombres originales porque desconocemos que existe una traducción/adaptación al español.
Vayamos por partes. Es normal que ciudades como Cracovia,
Múnich o Burdeos tengan su adaptación al castellano, porque son lo suficientemente importantes y porque en nuestro idioma
no tenemos los mismos fonemas ni las mismas normas de pronunciación. Sería
cómico escuchar a la gente palabros como «Munchen» o «Bordeaux» pronunciados así
fonéticamente (claro que estos dos ejemplos tampoco son del todo representativos porque, por esa regla de tres, su denominación debería ser «Munjen» y «Bordó» respectivamente). Además, recordemos que el castellano es un idioma con una
combinación de letras limitada, y no aporta nada tener haches en lugares
imposibles (como en Abu Dhabi, “correctamente”
adaptada a Abu Dabi) o eses líquidas, como en Stockholm, que por suerte evolucionó a Estocolmo. Por último, las normas de acentuación están ahí para cumplirlas, de ahí que ciudades como París, Berlín, Dublín o Ámsterdam lleven en español acentos que no existen en sus respectivos idiomas.
Y ahora pasemos a los gentilicios, otro motivo de duda en numerosas ocasiones. Aunque hay sufijos muy
habituales y muchas veces son muy intuitivos, también existen otros que
prácticamente hay que estudiarse. Algunas ciudades españolas, como Huelva, Teruel o Valladolid,
tienen adjetivos imposibles (onubense, turolense y vallisoletano en este caso),
y para colmo otros gentilicios "menos oficiales", como pucelano en vez de
vallisoletano, charro en lugar de salmantino, maño para los oriundos de
Zaragoza… Otras tienen gentilicios más "lógicos", pero igualmente enrevesados, como ciudadrealeño o guadalajereño.
También los países pueden tener
gentilicios algo complicados. Por ejemplo, los de Madagascar son malgaches, los
de Mónaco monegascos y los de San Vicente y las Granadinas sanvicentinos
(de hecho, los países isleños son, en general, una mina de gentilicios “raros”). Y
no podía dejar de hablar de los adjetivos para las capitales nacionales, que la
RAE recoge en
este anexo y que pueden llegar a ser algo desconcertantes, como
los damascenos de Damasco, los josefinos de San José o los paceños de La Paz.
En fin, creo que de momento eso
es todo. La verdad es que este tema me gusta bastante y es posible que en el futuro vuelva a escribir al respecto. Por el momento, disfruta con la lista de
países, capitales y gentilicios de la RAE y apréndetelos todos.