lunes, 31 de marzo de 2014

Posdata: te quiero, de Cecelia Ahern (traducido por Francesc Borj Folch Permanyer)

Hace un par de meses publiqué una entrada en la que hablaba del vacío que sientes en el pecho al acabar un libro o, en este caso, al no poder hacerlo. Gracias al título tal vez ya habrás adivinado de qué libro se trata y, con un poco de suerte, también habrás deducido que he conseguido terminarlo.

Si me animé a comenzar Posdata: te quiero fue porque ya había leído un libro de su autora y la impresión fue excelente. Además, hicieron una película muy famosa basada en esta historia y el título es muy sugerente. Demasiados factores positivos, no podía dejar pasar la oportunidad.

Y, para colmo, las primeras páginas me engancharon muchísimo (de ahí lo de 'vacío en el pecho'). Es una historia tierna, dulce, entrañable. Un argumento que te saca una sonrisa a pesar de las adversidades y un entorno atractivo y mágico: Irlanda.

Sin embargo, también tengo que reconocer que no todo en el libro es perfecto. Es fácil encontrar pequeñas contradicciones y hasta algún error (al menos en la edición que yo tengo). Del mismo modo, no tiene la misma fluidez comunicativa que If you could see me now... ¿Será porque la autora estaba poco inspirada en algunos apartados? ¿O debido a un fallo de traducción?


Sea como fuere (bonito uso del futuro de subjuntivo), lo cierto es que la historia engancha. Mucho. Consigue que pases las hojas sin darte cuenta y que desees saber cómo evoluciona la trama. En cuanto al final... No voy a desvelar nada, en mi línea. Descúbrelo tú mism@.

viernes, 28 de marzo de 2014

Das Leben der Anderen

En parte debido a mi desconocimiento absoluto de todo lo relacionado con el séptimo arte, no tengo muy claro si el cine alemán goza de prestigio internacional,... Diría que no. Mi teoría es que si su fama hubiera traspasado fronteras, lo sabría.

Sin embargo, sí hay películas que han conseguido llegar incluso a oídos de una persona cinematográficamente inculta como yo. Ésta es una de ellas. Sabía que había sido nominada a un Oscar y que las críticas recibidas eran excelentes. Del mismo modo, muchos amigos (tanto alemanes como de otros países) me la habían recomendado y habían insistido en que la viera. La carta de presentación difícilmente podía ser mejor.

Resulta que Das Leben der Anderen es una de esas películas aparentemente inofensivas, en las que parece que no ocurre nada hasta que te das cuenta de que tienes un nudo en la garganta. Después de un principio tal vez un poco errático, avanza hasta centrarse en sus principales objetivos, que permiten al espectador seguir dos historias paralelas y que desembocan en un final tan sorprendente como predecible. Todo al mismo tiempo (y, ojo, eso es difícil de conseguir).

Además, y lo que es más importante, en mi humilde opinión de residente en Alemania, refleja la vida en el Berlín Oriental de los años ochenta de forma fiel. Muestra, por ejemplo, el interior de una de las cárceles de la Stasi (la policia secreta de la RDA) o la fachada de la librería más emblemática de la ciudad. Y también cómo era el interior de esta organización: los dilemas que suponía trabajar para ellos y la inseguridad que entrañaba el no hacerlo.

Hace poco, precisamente, estuve de viaje en Berlín. No fueron suficientes días ni para conocer la quinta parte de lo que esta ciudad puede ofrecer, pero sí que volví encantado con todo lo que pude aprender y empapado de historia. Gracias a Das Leben der Anderen he podido revivirlo y he reforzado mi convicción de que la capital alemana es una de las ciudades más interesantes del orbe. Por tanto, en esta entrada aprovecharé para recomendarte en primer lugar que veas la peli y, en segundo lugar, que vayas a Berlín. No te arrepentirás de ninguna de las dos.


martes, 25 de marzo de 2014

¿Se puede ser bilingüe? Parte I

En una de tantas quedadas Erasmus, mi grupo de amigos y yo coincidimos con un chico francés que hablaba muy bien en alemán. Sin acento, sin fallos gramaticales, sin titubeos. Nos explicó que su padre procede de una región de Francia que está muy cerca de la frontera con Alemania, por lo que su dominio de la lengua de Goethe es prácticamente perfecto.

Después de esta aclaración, alguien dedujo 'Ah, o sea que eres bilingüe'. Él respondió rápidamente y con fervor que no, que no era bilingüe en ningún caso y que el alemán no es su lengua materna.

Yo comenté que no creía en el bilingüismo, algo sobre lo que ya he opinado en el blog. Sin embargo, esta vez una amiga italiana, que encima estudia lingüística, me escuchó y tuvo que argumentar al respecto. Dijo que ella sí que creía y que quienes no lo hacen tampoco tienen motivos para creer en el monolingüismo.

Interesante. Nunca me lo había planteado de esa manera.


Es un tema arduo y complicado... Reflexionaré al respecto y publicaré mis conclusiones. Que tengas un buen día.