Ya llevo algunas semanas
residiendo en Alemania. He venido a Bonn a hacer un curso de alemán
antes de irme a Heidelberg de Erasmus y, aunque no tengo intención
de convertir este blog en un diario, sí que me gustaría compartir
una serie de conclusiones a las que he llegado después de vivir
entre teutones y, en realidad, gente de todo el mundo.
1.-Hay que tener cuidado
en los bares y restaurantes de Alemania porque, pidas lo que pidas,
te van a dar cerveza. Puede parecer exagerado, pero prometo
públicamente que en un pub irlandés pedí una pizza (sí,
todo muy coherente) y a los pocos segundos me vi con una pinta en la
mano. No sé si es que mi pronunciación es todavía peor de lo que
yo pensaba o es que la camarera me odiaba, pero por lo menos la
cerveza estaba buena (lo cual tiene especial mérito si tenemos en
cuenta que NO me gustan las bebidas alcohólicas). Asimismo,
aprovecharé para anunciar que muchas veces das Bier es más
barata que el agua.
2.-Cuando vas al
extranjero tienes que estar preparado para que te hagan todo tipo de
preguntas extrañas. Me ha tocado explicar más de una vez dónde
está Salamanca (comprensible y justificable), pero también me he
tenido que enfrentar a una cuestión tan desconcertante como '¿En
España se usa mucho el microondas?'.
3.-El país germano ha
permitido que mi alemán haya mejorado estos días; sin embargo,
reconozco que he hablado principalmente en inglés. Sin duda, se ha
convertido en un lenguaje universal, pero también hay dos factores
que me han empujado a ello: la ausencia de españoles (un saludo para
los pocos con los que he compartido curso) y lo endiablado del idioma
de Goethe. En fin, un poco de práctica nunca viene mal...
4.-Los estereotipos se
cumplen. No siempre, pero se cumplen. A mí me han dicho ya unas
cuantas veces que tengo cara de español, pero es que también hay
italianos, estadounidenses, británicos y algún que otro ruso se
adaptan perfectamente a los tópicos correspondientes.
5.-Hay pocas personas que
se atrevan con el alemán. Sólo los más valientes y aquéllos con
inquietudes lingüísticas especialmente desarrolladas lo consiguen.
Tal vez por eso me he encontrado con gente tan variopinta y me he
visto en situaciones tan curiosas. Por ejemplo, hablando italiano con
una polaca o francés con un griego. También sorprende la cantidad
de personas que están aprendiendo español o que dominan con soltura
un buen número de idiomas.
6.-Pocas experiencias te
van a permitir crecer como persona tanto como vivir una temporada
(aunque sean unas pocas semanas) en otro país y rodeado de gente de,
literalmente, todo el mundo (sin ir más lejos, el pasado martes
echamos un partido de baloncesto otros seis amigos y yo; éramos sólo
siete personas y procedíamos de cuatro continentes distintos). Es
increíble lo que se puede llegar a aprender y lo enriquecedor que
resulta. Por ello, termino con otro saludo para mis nuevos amigos de
Ucrania, Grecia, Irán, Rusia, Estados Unidos, Turquía, Japón o
Túnez.