domingo, 28 de diciembre de 2014

Nuevo ciclo de cine - películas en versión original

En mi línea, me toca hablar un año más de las películas que veo en el ciclo de versión original de un cine de mi ciudad. Esta vez, me propuse ir a tantas como pudiera y el resultado fue el siguiente: nueve películas en cuatro idiomas distintos. Antes de hacer una brevísima reseña de cada una de ellas, recordaré que nunca leo las sinopsis, ni veo el tráiler ni hago nada que dé la más mínima pista del contenido. Por ello intentaré no desvelar nada yo tampoco. También comentaré que esto ocurrió hace bastante, pero no podía dejar de hablar al respecto. Comencemos:

1.-Locke: ¿se podría hablar de cine experimental? Tal vez sí; al fin y al cabo, es una película original, con un concepto distinto de todo cuanto yo había visto antes. Un argumento aceptable y una soberbia actuación de Tom Hardy hacen que merezca la pena dedicarle un par de horas.

2.-Antes del frío invierno (Avant l'hiver): me ha parecido una película muy francesa de principio a fin y la fotografía ha sido sobrecogedoramente hermosa. Tal vez el desarrollo me resultó demasiado lento, pero al menos me puso en contacto una vez más con mi adorado francés. Nada más que añadir.

3.-Viva la libertad (Viva la libertà): a veces pienso que mi pasión por el italiano hace que sea poco objetivo, pero, tras haberlo ratificado con las otras personas que han visto la peli, puedo afirmar que se trata de una pequeña obra de arte. Original, divertida y amena, fue un soplo de aire fresco en un ciclo marcado por el drama. Muy recomendable.

4.-Tren de noche a Lisboa (Night Train to London): aunque no sabía nada tampoco sobre esta película, las primeras escenas bastaron para que me acordara de que había visto el tráiler... Y de que había pensado 'esta peli puede estar bien'. Efectivamente, es una historia de gran intensidad con un contexto histórico muy interesante... Pero que nada tiene que ver con el tráiler. Lo mejor de todo fue el batiburrillo lingüístico... ¿Una película alemana que comienza en Suiza y transcurre en Portugal se graba casi exclusivamente en inglés? Bueno, se perdona porque al menos permitió que lo entendiera mejor y porque mencionan Salamanca.

5.-Destino: Marrakech (Exit Marrakech): si 'Viaje de noche a Lisboa' es una mezcla caótica de idiomas, 'Destino Marrakech' no se queda corto. Película de producción alemana, fui a verla precisamente porque quería ver algo en alemán... Y me encontré con una historia que transcurre en Marrakech (algo evidente, por otra parte) en la que la mayor parte de los personajes sólo hablan francés y árabe y chapurrean inglés. El alemán sólo aparece en las escenas iniciales y finales, así como en las conversaciones entre los protagonistas, de origen germano. A pesar del pequeño desencanto, me encontré con una bonita historia y con una ventana a Marruecos, país tan cercano y lejano al mismo tiempo.

6.-El amor es extraño (Love is strange): es un argumento razonablemente original, pero debo confesar que salí un poco decepcionado. Por un lado, porque al argumento se le podía haber sacado más jugo; por otro, porque el ritmo fue lento y el final, algo errático.

7.-Begin again: lo más parecido a una comedia romántica del ciclo ha sido también una sorpresa bastante positiva, con caras conocidas y un hilo argumental bastante original. Sin ánimo de desvelar más de la cuenta, diré que me ha gustado mucho la banda sonora y que las canciones te ayudan a meterte en la historia de una forma mucho más personal. De hecho, ya las tengo en mi ordenador y cualquier día de éstos las pasaré a mi reproductor. Te animo a verla pero, si no puedes, intenta escuchar alguna de ellas.

8.-¿Qué nos queda? (Was bleibt?): no quería perderme esta película porque estaba en alemán y ya era hora de que cambiara el chip ('Destino: Marrakeck' no cuenta), pero lo cierto es que podía haber prescindido de ella. No está mal, pero es otra película en la que no sucede nada y de la que pocas cosas se pueden resaltar. Lo mejor, tal vez, ha sido que he entendido frases enteras, a pesar de la velocidad con que hablaban los actores.


9.-El pasado (Le passé): y finalizamos nuestro repaso con una bonita película francesa que, aunque no tiene ese aire desconcertante con que nos suele sorprender el cine del país vecino, mantiene la esencia y algunas características fundamentales: familias mixtas, emigrantes que vuelven (o que nunca se fueron), cómo es la vida en Francia... Buena forma de cerrar mi maratón particular de películas en versión original.

viernes, 26 de diciembre de 2014

La analfabeta que era un genio de los números, de Jonas Jonasson (traducido por Sofía Pascual Pape)

Después de unos meses bastante ajetreados, en los que el estrés fue una constante en mi rutina, llegó el ansiado último día de clase y, por tanto, el comienzo de las vacaciones. Y yo celebré mi renovada libertad con una exhaustiva sesión de biblioteca. Sin embargo, esta vez cambié los apuntes y mi eterno acompañante -mi portátil- por hileras de estanterías, miles de volúmenes a mi alcance y un suelo que crujía con cada paso. El resultado fue que me fui a casa con tres libros a los que pensaba dedicar gran parte de mi tiempo durante el merecido periodo de asueto navideño.

Mi búsqueda giró en torno a tres principios: quería un libro con garantías de que me fuera a gustar (cualquiera conocido me bastaba), no demasiado largo (por si las moscas) y, a ser posible, en versión original. En un momento dado, se me vino a la cabeza este título (o uno parecido... Los títulos largos son más difíciles de memorizar): cumplía dos de los tres requisitos y, gracias a un vacío legal y al hecho de que el sueco sigue siendo un idioma mayoritariamente desconocido para mí, me permití leerlo traducido al castellano. Vi en el registro que estaba disponible y, aunque no se encontraba en su sitio, tuve la suerte de encontrarlo.

Me lo llevé a casa y la falta de tareas pendientes me permitió devorarlo a la velocidad de la luz. Tal vez el libro ayudó, pues no podía dejar de pasar las páginas. Jonas Jonasson se ha mantenido fiel al estilo con el que me cautivó en El abuelo que saltó por la ventana y se largó y sigue sorprendiendo con sus giros, tan sublimes como... ¿alocados?

En la misma línea que su antecesor, demuestra una fluidez exquisita, refleja situaciones cómicas, a veces por su sencillez, y, algo también muy importante, ilustra al lector sobre la situación económica, política y social del planeta a lo largo de los años. Y lo hace de una manera soberbia, entrelazando unos acontecimientos con otros y relacionando a distintos personajes históricos. De hecho, me pregunto qué opinarán los aludidos cuando le echen la mano a esta novela... O qué han opinado en caso de que ya la hayan leído.


Yo, por mi parte, sólo puedo recomendarte encarecidamente que lo leas (y, ya de paso, el de El abuelo que saltó por la ventana y se largó). También aprovecho para desearte una feliz Navidad o, si estás leyendo esto en cualquier otra fecha, una feliz semana.

martes, 23 de diciembre de 2014

El túnel, de Ernesto Sabato

Ya he dicho alguna vez que mi principal motivación para escoger un libro es que alguien me lo recomiende. Y, si encima te lo prestan y te lo llevan a clase, ya sí que no tengo excusa para no leerlo. Sobre todo si es un volumen de apenas cien páginas y con un principio tan impactante como el de El túnel.

Se agradece que un libro aclare tan pronto en torno a qué va a girar la trama. Así, es mucho más fácil responder a la eterna pregunta '¿de qué va el libro?' sin desvelar nada. Sin embargo, dicha trama a veces pierde importancia frente al estilo desplegado por el autor.

Efectivamente, eso es lo que ocurre con El túnel. Una historia aceptable e incluso buena se ve ensombrecida por la fuerza de algunas reflexiones del narrador. A lo largo de las ciento-y-pocas páginas, y sumado al hecho de que el final se conoce desde las primeras líneas, el lector prestará más atención a las divagaciones del protagonista que a la sucesión de acontecimientos. Tengo que decir, evidentemente, que dichas reflexiones son francamente interesantes.


Además, también captó mi atención la gran afluencia de términos argentinos. Obvio, si tenemos en cuenta la procedencia del autor y de los personajes. Aunque tengo que reconocer que encontrarme ante palabras con las que no estaba familiarizado hizo que me distrajera más de lo necesario, supongo que está bien profundizar un poco en otras variantes que no son “español de España”. Y, al fin y al cabo, Argentina es un país donde los buenos escritores abundan... ¿Cuál será el próximo título que caiga en mis manos firmado por alguien de dicho país? Permanezcan a la espera...

lunes, 8 de diciembre de 2014

El pequeño ladrón de sombras, de Marc Levy (traducido por Isabel González-Gallarza)

Pues sí. He decidido que Marc Levy se merecía otra oportunidad. Además, me topé con este libro en la biblioteca y no tenía tiempo de buscar muchos más, así que lo cogí. Sólo lamento no haber encontrado la versión original, que hace mucho que no leo nada en francés y se me está olvidando...

El caso es que, como bien dice la sinopsis, Marc Levy ha vuelto a recuperar aquí la esencia de sus primeros libros. El pequeño ladrón de sombras empieza envuelto en un halo casi mágico, que hace pensar en un mundo irreal y en sueños imposibles. El desarrollo hace que nos topemos con la realidad y, sinceramente, con una historia más ordinaria de lo que se esperaba al principio, pero de las que quieres saber más. Yo no concebí la idea de no terminarlo en ningún momento, y fue una sabia decisión, porque también las últimas páginas estaban salpicadas con párrafos y escenas memorables.


Tengo que confesar que lo terminé hace meses, y que se me había olvidado  finalizar esta entrada para publicarla. Sin embargo, ahora que la he encontrado, no tengo ninguna excusa para posponerlo durante más tiempo y, sobre todo, no podía permitir que la última entrada en la que hablaba deMarc Levy fuera una opinión “negativa”... Tenía que reemplazarla por una mejor.

viernes, 5 de diciembre de 2014

El jardín de las dudas, de Fernando Savater

Alguna vez he contado cómo acabó un libro en mis manos o por qué me decidí a leerlo. Tal vez no parezca relevante, pero las historias que hay detrás de algunas lecturas pueden ser tan interesantes como los relatos que escondían.

Lo digo porque con El jardín de las dudas me ocurrió algo curioso. Entré en la biblioteca buscando un libro muy concreto y, como no lo tenían (eso, o yo no lo encontré) y yo no quería irme con las manos vacías, di una pequeña vuelta hasta que otro título me llamara la atención.

De ese modo, acabé en la estantería de la ese y las palabras 'Premio planeta' captaron mi atención. Además, el autor era un viejo conocido y una persona muy respetada. Podría darle una oportunidad.

Así las cosas, El jardín de las dudas acabó en mi casa, y no podía permitir que pasaran tres semanas sin al menos haberle concedido una oportunidad. Por ello, procedí con mi modus operandi habitual y leí las primeras páginas con el fin de emitir un veredicto. Si superaba la prueba, avanzaría hasta la última página y pasaría a engrosar mi lista de libros leídos. Si no, lo devolvería a la biblioteca tan pronto como me resultara posible.

Has acertado. Superó la prueba, y con creces.

El jardín de las dudas es uno de esos libros especiales, dinámico en su forma y cautivador en su contenido. Nada en el título ni en la portada me dio la más mínima pista de lo que me podría encontrar escondido en sus páginas y la sorpresa fue muy grata. Está lleno de profundas reflexiones, de descripciones de una época muy interesante y de valiosísimas lecciones de historia. Te podría contar en torno a qué gira, o incluso desvelar quién es uno de los protagonistas, pero prefiero que experimentes lo mismo que yo.

En definitiva, lo dejaremos en que es un libro que recomiendo sin dudar. Además, me ha permitido redescubrir a Fernando Savater, y no veo el momento de leer algún otro de sus libros. Ya te contaré.



domingo, 30 de noviembre de 2014

'Cuán', ese gran olvidado...

Las lenguas evolucionan. Es algo innegable y es lo que hace que términos como 'yacer' o 'alba' ya no se usen, a pesar de que tienen un significado definido y de que su uso resultaría de lo más práctico. La palabra que nos ocupa hoy estaría dentro de esta categoría, y mi propósito para hoy precisamente es relanzarla en nuestro vocabulario cotidiano.

Muchas veces oímos preguntas en inglés 'how big...?', 'how important...?' y nos maravillamos ante la sencillez de dicha estructura, sobre todo cuando la intentamos traducir y nos damos cuenta de los pocos recursos que tiene el español en estos casos. Nuestras opciones serían '¿cómo de grande...?' o '¿cómo de importante...?', mientras que los latinos recurren a '¿qué tan grande/importante...?'. También podemos ir un paso más allá y optar por '¿hasta qué punto es importante...?' o la sencilla '¿qué tamaño tiene...?' (que no siempre encajará bien, dependerá de si al adjetivo se le puede asignar un nombre).

Demasiados dolores de cabeza innecesarios, cuando lo que podríamos hacer es rescatar la “anticuada” 'cuán'. ¿Cuán importante es hacerlo? Bastante.

Piénsalo. El significado es perfectamente comprensible y las estructuras resultantes serían mucho más sencillas que las que usamos realmente. Además, a los traductores nos facilitaría mucho el trabajo y, especialmente a la hora de interpretar, nos ahorraría unos preciosos segundos.


Además, siempre es una pena que una palabra desaparezca y que un idioma pierda parte de su riqueza. Así que ya sabes. No pierdas ninguna oportunidad para usar tan excelente término y únete a mi causa. ¡Rescatemos el 'cuán'!

sábado, 22 de noviembre de 2014

Cocretas

Sí, lo sé. Te están sangrando los ojos, y me disculpo por ello; pero es que hoy ha surgido el tema y no podía dejarlo pasar.

Presentemos el debate con una conversación imaginaria Algo así:

-He hecho cocretas.
-Querrás decir 'croquetas'.
-No, no, 'cocretas'. Se puede decir, porque ahora aparece en el diccionario.
(FIN).

Argumento recurrente. Es correcto usar la palabra 'cocreta' porque aparece en el diccionario (como genérico de DRAE en el 90 % de los casos). No se puede rebatir. ¿O sí?

Pues sí, queridos. El hecho de que figure no quiere decir que se pueda utilizar. De hecho, el DRAE establece claramente que es un vulgarismo y que se debe emplear la forma 'croqueta'. La incluyeron porque es una palabra de uso frecuente y porque alguien puede toparse con ella y no entenderla. En estos casos, pensad que sois no hispanohablantes y que no sabéis qué significa la palabra 'cocreta'. En algún sitio la tendréis que buscar, ¿no?


Lo mismo podría aplicarse a otras formas como 'almóndiga'. No defiendo su uso, ni mucho menos (yo soy el primero que se da golpes contra la pared cuando oigo cualquiera de las dos), pero sí que figure en el diccionario. Por el bien de los extranjeros que están estudiando español y de los afortunados que nunca se habían topado con ninguna de las dos. Y, por qué no, de los académicos. Así se mantienen activos y dan notoriedad a la RAE.

Por si acaso, aquí te dejo el enlace.

domingo, 16 de noviembre de 2014

Interpretación bilateral

El fin se acerca, y una prueba de ello es que cada vez nos preparan con más ahínco para lo que nos espera ahí fuera. Ya no basta con sentarnos cómodamente en las cabinas de la facultad, ahora tenemos que aprender en qué otros contextos se pueden requerir nuestros servicios y, por supuesto, cómo podemos estar preparados para ello.

Por ese motivo, la semana pasada tuvimos un seminario sobre interpretación bilateral. Antes de que te dé tiempo a preguntarte qué es eso, te diré que se trata de una modalidad que se da entre dos o más personas que hablan distintos idiomas (y no tienen ninguno en común) y necesitan de un mediador lingüístico y, a menudo, cultural.  Estamos hablando de negociaciones, consultas médicas, tribunales... También suele tratarse de una situación asimétrica: uno de los dos tendrá más poder que el otro.

El intérprete tiene que trabajar en las dos direcciones (también en inversa, ojo) y participará más activamente. Siempre tendrá que presentarse y explicar cuál es su función y cómo la llevará a cabo. Puede advertir de que hablará en primera persona y, llegado el caso, pedir la colaboración de los usuarios o incluso marcar el ritmo de ciertas intervenciones. Por ejemplo, podemos "interrumpirles" para hacer varias consecutivas cortas en lugar de una larga, o preguntarles dudas... siempre que el cliente se muestre receptivo, claro está.

Hay otros aspectos que no podemos olvidar. Por ejemplo, que la documentación resulta igual de fundamental que en todas las demás modalidades y que aquí el bagaje cultural que tengamos nos puede sacar de algunas situaciones difíciles, pues habrá mucha espontaneidad y mucha improvisación. O que tenemos que situarnos en medio de las dos partes, con la misma neutralidad, imparcialidad y fidelidad al discurso que siempre.

A pesar de todos los problemas que pueden surgir y de las innumerables dudas que se nos pueden plantear, mi dilema al respecto fue un poco menos práctico. Me veía en la situación de que dos usuarios con lenguas totalmente incompatibles (pongamos, por ejemplo, albanés y estonio) necesitaran los servicios de un intérprete. Difícilmente conseguirían uno con esa combinación lingüística. ¿La solución? Contratar a dos que tengan una lengua común. De hecho, es relativamente habitual que haya dos intérpretes trabajando conjuntamente, pero en general el motivo es que el cliente quiere que uno supervise al otro.

Yo me quedo con mi pregunta. Primero, porque es una prueba más de que los intérpretes aún hacemos (hacen) falta y, segundo, porque no tengo planes de aprender albanés y estonio en un futuro próximo y está bien saber que existiría una solución. 

viernes, 7 de noviembre de 2014

¿Se puede ser bilingüe? Segunda parte

Hace unos cuantos meses escribí el resultado de un debate muy interesante que tuve con unos amigos del Erasmus. Yo defendía que el blingüismo no existía y me proporcionaron un argumento tan sólido que cambié de opinión en el momento. Procedo a explicarlo.

Las razones por las que, para mí, el bilingüismo absoluto es una mera utopía son muy básicos: para empezar, considero que una persona nunca puede dominar al 100 % un idioma “nuevo”, que ha aprendido cuando ya tenía asentada una lengua materna. La riqueza léxica de cualquier lengua y la influencia que ejerce la materna son obstáculos insalvables. Incluso en los casos de esos malditos suertudos, los que tienen dos lenguas maternas, siempre habrá una que predomine sobre la otra (esto lo digo desde mi punto de vista, externo, ya que no es mi caso).

No obstante, yo mismo estoy cavando mi propia tumba cuando digo que la riqueza léxica es un obstáculo para los que aspiramos a ser bilingües artificiales. Entonces, tampoco dominaremos nunca del todo ni siquiera nuestra lengua materna. Éste es el argumento en el que se apoyaba mi amiga cuando me decía que, si no creía en el bilingüismo, tampoco podía creer en el monolingüismo.

Y es que, señoras y señores, yo no era consciente de la existencia de otro término: el equilingüismo. Una vez introducimos esta palabreja en nuestro vocabulario, nos damos cuenta de que, efectivamente, una persona puede ser perfectamente bilingüe. O trilingüe. O políglota. Ahora la cuestión es... ¿se puede ser equilingüe?


Continuará...

domingo, 26 de octubre de 2014

Viaje a la Alcarria, de Camilo José Cela

Muchas veces (más de las que me gusta admitir) mi opinión sobre un libro se basa mayoritariamente en su final. El argumento, el estilo, el trasfondo y la riqueza literaria pueden verse ensombrecidos por un final mediocre. O al revés. Y esto es extrapolable a películas, series y cualquier formato que implique una estructura de introducción, nudo y desenlace.

Sin embargo, ahora nos encontramos ante un caso excepcional, una rara avis que ha engrosado mi lista de 'libros que me han gustado' a pesar de no contar con un final espectacular. ¿Que cómo es posible? Pues porque no tiene final.

Viaje a la Alcarria es una descripción, casi una guía de viajes. Su título no oculta nada y las cinco palabras que lo componen son tan ilustrativas como posiblemente pueden serlo. A lo largo de su lectura, en ocasiones pensaba que este libro era fruto de un antojo de su autor, o incluso una mera excusa para salir de viaje. Por momentos incluso esperaba expectante que hubiera un mínimo de acción más allá de encuentros esporádicos y que 'el viajero' nos sorprendería con un giro inesperado... ¡Ingenuo de mí!


Aun así, he disfrutado mucho con su lectura. Su sencillez, su claridad, sus meticulosas descripciones, su riqueza léxica y sus pequeños fragmentos de poemas componen una obra, tal vez un poco inofensiva pero indiscutiblemente única. Engancha a pesar de la falta de trama y, lo mejor de todo, es perfectamente capaz de transportarte a otro sitio y a otro lugar. Así que, si te apetece pasar unos días en la Alcarria de los años cuarenta, no dudes en leerlo.

domingo, 19 de octubre de 2014

Becky en Manhatan, de Sophie Kinsella (traducido por Enrique Alda Delgado)

No era infrecuente que durante la lectura de Becky en Manhattan, “Loca por las compras” viaja a Nueva York se me escapara alguna de otra carcajada. De hecho, me visualizaba a mí mismo gritando '¡es el mejor libro del mundo!' y, por qué no, dando saltitos. No sé, supongo que el espíritu de la protagonista se apoderó de mí por momentos...

El caso es que leer algo que te haga reír siempre es positivo. Ya devoré el primer libro de la saga hace tiempo (The Secret Diary of a Shopaholic, hablé al respecto en este mi querido blog) y también lo valoré muy positivamente porque me pareció extremadamente divertido. Ahora, con este segundo tomo, me reafirmo en mi opinión.

Es un paradigma de la chick-lit, esa rama de la literatura que surgió hace no demasiados años y en la que se encuentran otros libros como El diario de Bridget Jones, al que también tengo mucho cariño. Se trata de novelas sin grandes aspiraciones literarias (o sí, pero de un modo tal vez menos habitual) y que fundamentalmente buscan entretener. Que el lector se ría. E incluso colar una sutil crítica de distintos aspectos de la sociedad en cuanto se presenta la oportunidad.

Loca por las compras, en esa línea, sigue una trama un poco absurda en algunos puntos. Tal vez incluso se puede pensar la autora ha pretendido exagerar ciertas cosas. Luego te das cuenta de que no puedes parar de reír y de que no está tan alejado de la realidad como parece y la historia gana enteros.


Sólo diré que no me hizo falta más de un fin de semana para terminarlo y que ya estoy deseando ponerle las manos encima al tercer tomo. Eso sí, por muy buena que me haya parecido la traducción de Enrique Alda Delgado (y eso que era complicado, con un lenguaje tan especializado y tantas referencias culturales), esta vez optaré por la versión original, como ya hice con The Secret Diary of a Shopaholic.

martes, 14 de octubre de 2014

Interpretando... del alemán

“Buenos días, señoras y señores. Muchas gracias por su invitación, es un honor estar aquí. Hoy me gustaría hablarles brevemente acerca de la interpretación del alemán al español...”

Así es como empezaría la mayoría de discursos en una clase estándar de interpretación. Bueno, habría que cambiar lo de 'la interpretación del alemán al español' por el tema en cuestión, pero creo que todos nos hemos hecho una idea.

El caso es que, después de haber descrito el alemán en toda su plenitud, con sus declinaciones imposibles, su alocado vocabulario y sus verbos al final de frase (subordinadas, eso sí), he llegado a un nuevo nivel: la interpretación alemán-español. El aprendizaje, que supuestamente ya debería estar en un estadio muy avanzado, implica una correcta comprensión oral y, por supuesto, a la oportuna reproducción del discurso.

Esta asignatura, por tanto, es como una prueba de fuego. Todas las largas horas de biblioteca, las tardes de estudio e incluso mi prolongada estancia en el país germano tenían prácticamente un único objetivo: estar a la altura en 'Interpretación Simultánea 2ª Lengua Extranjera: Alemán'.


De momento, hemos empezado poco a poco y la cosa no ha ido mal. Mi nivel, tan macarrónico para algunas cosas, me permite entender un porcentaje suficiente de los discursos y reproducirlos en mi correcto castellano. Ahora, sin embargo, tengo que avanzar a contrarreloj para que los futuros textos, que inevitablemente serán más complicados, no me superen. ¿Lo conseguiré? Permanezcan a la espera... Como yo cuando hay subordinadas y no hay más remedio que tener paciencia y aguardar a que acabe la frase. Y es que, como ya dijo alguien más sabio que yo en mi facultad, 'fumando espero al verbo que yo quiero'.

lunes, 6 de octubre de 2014

Traducción inversa, esa gran desconocida

A veces pienso que desde que empecé la carrera mi nivel de inglés se ha resentido. ¿Cómo es eso posible?, dirás; trabajas con los idiomas en la mayoría de tus clases y se te presupone un conocimiento avanzado de tu lengua de trabajo. Pues te responderé que tienes razón, pero eso no quita que mi inglés no sea mejor que hace (ya) tres años. Primero, porque ya tenía un nivel aceptable (el hecho de no haber mejorado no quiere decir que ahora sea nefasto). Segundo, porque mi prioridad en estos últimos cursos se ha convertido en... el español.

Sí, ya he explicado alguna vez cuán importante es el español para un traductor nativo. El texto de llegada tiene que ser perfecto. Por supuesto, debe reflejar el contenido del original en su totalidad, pero también es vital que no haya errores. Esto hizo que yo adoptara la -errónea- postura de no darle importancia al inglés en favor del español.

Sin embargo, no contaba con un factor fundamental: en la carrera (y, presumiblemente, también en nuestra vida laboral) nos tenemos que enfrentar a la traducción inversa. Ya tuvimos una toma de contacto en segundo curso y ahora, en cuarto, volvemos a vernos las caras. El objetivo es que todo traductor que se precie sea capaz de redactar un texto en inglés de calidad incuestionable: es decir, que mantenga el significado original y esté desprovisto de errores.

Claro que, al no ser nuestra lengua materna, ¿seremos capaces de hacerlo? ¿No habrá cientos de miles de hablantes nativos mejor capacitados que nosotros? Yo tengo que responder firmemente que... no sé qué decir.

Por un lado, es obvio que hay más opciones de equivocarse cuando te enfrentas a una lengua extranjera, por mucho que la domines. Por otro, el hecho de que una persona sea hablante nativa de un idioma no quiere decir que no vaya a cometer errores. Además, hay tipos de textos tan protocolarios que no importa estar trabajando con la lengua materna, lo fundamental es conocer las fórmulas necesarias.


Yo, por mi parte, no me veo capacitado para hacer una traducción inversa al alemán y tendría que pensármelo mucho antes de aceptar una al inglés. No obstante, supongo que ése es el objetivo de la carrera y tal vez mi postura sea distinta cuando tenga el título en mis manos. Fecha para la cual, por cierto, cada vez queda menos.

lunes, 22 de septiembre de 2014

El abuelo que saltó por la ventana y se largó, de Jonas Jonasson (traducido por Sofía Pascual Pape)

Después de La químicasecreta de los encuentros (cuyo autor es francés) y de Vacaciones con papá (firmado por una alemana), tocaba seguir subiendo y llegar un poco más al norte. Por eso he cogido este libro tan eminentemente escandinavo, de autor (y protagonista) sueco. Eso sí, me resultará difícil encontrar un libro lapón, así que creo que después me volveré al sur...

La literatura escandinava, en voga desde la publicación de Los hombres que no amaban a las mujeres, guarda joyas como ésta. El abuelo que saltó por la ventana y se largó es uno de esos libros que te divierten, te enseñan y te hacen sentir mejor. Detras de una historia a la que a veces cuesta cogerle el punto se esconde un trasfondo que de verdad vale la pena. Es una oda a la sencillez, a la simplificación e incluso al optimistmo, una forma de hacernos ver que algunas cosas tienen menos importancia de la que les concedemos y una sutil crítica a todas aquellas ocasiones en las que somos incapaces de darnos cuenta.

También es una novela de la que se puede aprender mucho de historia y que te empuja a saber más, y éste es uno de los factores que yo considero definitivos para que un libro atraviese la barrera de 'simplemente bueno' y llegue un paso más allá. No voy a desvelar nada, porque quiero que te sorprendas con cada página, pero te aseguro que aprenderás mucho con su lectura... y con su posterior documentación.


Para terminar, saliéndome un poco de mi tónica general, te voy a ordenar algo: insiste aunque pienses que las primeras páginas no son gran cosa y continúa con la lectura. Y, sobre todo, no leas la sinopsis de la contraportada.  

viernes, 19 de septiembre de 2014

Cría hablantes nativos...

Hace tiempo, cuando mi estancia en Alemania aún no había terminado, me ocurrió una cosa muy curiosa. Una amiga que también estaba de Erasmus, procedente de Estrasburgo y con un nivel aceptable de alemán, hizo un evento para invitarnos a su cumpleaños. La primera parte de la invitación estaba redactada en alemán, con una correcta puntuación y sin fallos evidentes. La segunda estaba en algo parecido a francés: era un párrafo lleno de abreviaturas y expresiones coloquiales, donde las comas brillaban por su ausencia. Al menos, se dignó poner puntos.

Esto me sorprendió mucho. Es cierto que cuando aprendemos un idioma tratamos de acercarnos a la máxima corrección y que no nos atrevemos a usar abreviaturas o expresiones coloquiales con la misma naturalidad que en nuestra lengua materna. Tal vez pensamos que somos intrusos en un terreno hostil, o no contamos con la seguridad suficiente para ello, pero el caso es que muchos tratan los idiomas extranjeros con un mayor respeto que el propio.

De hecho, parece ser que tenemos una especie de autorización moral para torturar nuestra lengua materna a nuestro antojo. El vínculo que nos une es tal vez demasiado estrecho y ya se sabe que la confianza da asco. También puede que en otras lenguas escuchemos inconscientemente esa voz interior que nos advierte de que seguramente ya estemos cometiendo bastantes errores y que es mejor no arriesgarse. Lo que no podemos negar es que, si hay que torturar un idioma con impunidad, a base de abreviaturas y expresiones informales, elegiremos el materno y nos quedaremos tan anchos.


Es anecdótico que precisamente sean los franceses los que más y mejor torturan a su pobre lengua. Las palabras se ven tristemente mutiladas, mermadas y modificadas, y encima se encargan de rematarlas con una velocidad imposible y un volumen mínimo. Aun así, no pretendo convertir esta entrada en un discurso en contra de nuestros vecinos galos y de su idioma, sólo los pongo de ejemplo para algo que muchos de nosotros ya habremos visto con nuestros propios ojos: los hablantes no siempre son los mejores defensores de una lengua, por muy nativos que sean.

miércoles, 17 de septiembre de 2014

Microrrelatos

Hace tiempo, publiqué un microrrelato de unas doscientas palabras que había escrito como parte de un encargo para una asignatura de la carrera. Estaba satisfecho con el resultado y decidí que era una forma aceptable de adentrarme en ese mundo, hasta entonces desconocido.

Sin embargo, ahora aspiro a convertirme en un experto. Junto con un par de amigos, hemos decidido crear sesiones semanales en las que cada uno presentará su microrrelato. El objetivo es contar una historia que pueda impactar con el menor número de palabras.

Reconozco que, para una persona de escritura serpenteante y retorcida como yo, que no puedo vivir sin frases subordinadas y soy incapaz de renunciar a los detalles, esto suponía un auténtico reto. Sin embargo, la iniciativa sigue hacia adelante y ya he conseguido sentirme orgulloso de un microrrelato con sólo siete palabras. Pasaremos por alto el hecho de que me han llegado a superar con seis, e incluso con uno “experimental” de cinco.

Y ahora la pregunta es... ¿qué es mejor? ¿Un microrrelato con el mínimo número de palabras o una historia corta que realmente llegué a impactar? Ya he dicho que mi estilo detallado y retorcido me pone en una situación difícil, pero no puedo negar el mérito que han tenido mis amigos y todos los escritores que han conseguido microrrelatos de cinco y seis palabras.


En fin, no te preocupes, seguiré actualizando el blog con alguna de mis entradas típicas. Los microrrelatos los reservo para nuestros pequeños “concursos”.

jueves, 4 de septiembre de 2014

Vacaciones con papá, de Dora Heldt (traducido por María José Díez)

Cada poco tiempo, me paseó por la habitación de mi hermana o por el despacho de mi padre para ver qué libros tienen y siempre hay alguno me llama la atención. A pesar del evidente problema de que los títulos suelen ser los mismos y, con el tiempo, la variedad disminuye, hace poco descubrí uno que tenía muy buena pinta.

Como habrás podido adivinar, se trata de Vacaciones con papá. Tengo que reconocer que de primeras lo dejé en un segundo plano (el primer puesto fue para La química secreta de los encuentros, del que ya he hablado), pero pronto comencé su lectura y me vi inmerso en una historia hilarante, dinámica y muy alemana. Esto último también es algo destacable.

Vacaciones con papá es uno de esos libros que a todos nos gustaría escribir, una novela con la que hacer reír a todos los lectores. Irónico y divertido desde el principio, juega con los estereotipos y con situaciones a veces un poco absurdas que todos podemos extrapolar a nuestras propias vidas. Desde la relación entre padres e hijos hasta los clichés germanos, la autora sabe sacar petróleo de cualquier cosa. También es muy fácil meterse en la historia, imaginar los paisajes del norte de Alemania y, sobre todo, ponerse en la piel de Christine, la protagonista.

Además de ser tan ameno y gracioso, ha podido transportarme de nuevo a Alemania, país que abandoné hace poco y que, por suerte, aún no he tenido tiempo de echar de menos. Está presente en todo momento, desde las descripciones de la isla hasta las canciones y comidas que se mencionan. Hay un factor cultural importante que hace que la historia resulte mucho más auténtica y encantadora. Además, tengo que decirlo, la traducción es francamente buena: cuenta con las adaptaciones culturales necesarias y, al mismo tiempo, mantiene toda la esencia del país teutón.

Tal vez una historia que gira en torno a una relación fraterno-filial no es algo novedoso, y por momentos recuerda un poco a El diario de Bridget Jones. Quizás el hecho de jugar con los estereotipos está ya muy visto. E incluso se podría pensar que el sentido del humor es demasiado básico y las situaciones no siempre resultan del todo creíbles. Sin embargo, tengo que decir que la ironía es más sutil de lo que parece, que su lectura engancha mucho y, sobre todo, que lo recomendaría sin dudarlo. Es una pequeña obra de arte y la clásica novela para la que siempre se puede sacar un poco de tiempo.


De hecho, la única pega auténtica que puedo poner es que he leído este libro tan eminentemente estival justo cuando mis vacaciones llegan a su fin. Un pena...

sábado, 30 de agosto de 2014

La química secreta de los encuentros, de Marc Levy, traducido por Juan Camargo

Esta entrada es todo un reto para mí. ¿Por qué?, te preguntarás; al fin y al cabo, vas a hablar de uno de uno de tus autores recurrentes. Pues porque, por primera vez, mi crítica no será mayoritariamente positiva. Y esto es especialmente difícil si tenemos en cuenta que encima es, como ya he dicho, de un escritor con el que estaba familiarizado y que, hasta ahora, contaba con mi plena aprobación y admiración.

La química secreta de los encuentros es una historia aceptable (tirando a buena, de hecho), con un argumento correcto y capaz de enganchar... pero con un desarrollo un poco pesado. En mi humilde opinión, y tal vez debido a las altas temperaturas estivales, no cuenta con la fluidez que se podría esperar de un autor de best-sellers, ni con una cohesión perfecta. La acción, interesante y original, se ve eclipsada por frases innecesariamente raras, por cambios bruscos y desprovistos de conectores, por un vocabulario casi inadecuado.

A su favor, y en mi línea (ya sabes que las críticas negativas no son lo mío), resaltaré que es un argumento relativamente original, que introduce el factor de la memoria olfativa como parte de la trama y que conserva el encanto inglés de sus protagonistas, el exotismo de un lugar que no voy a desvelar y la autenticidad de las frases típicamente francesas (no olvidemos la procedencia de Marc Levy), que se ha mantenido también en la versión en castellano.


Del final, por supuesto, no voy a decir nada. También en mi línea...   

jueves, 28 de agosto de 2014

Una vacante imprevista, de J. K. Rowling (traducido por Gemma Rovira Ortega y Patricia Antón de Vez)

Lo reconozco. Me daba miedo leer un libro de J. K. Rowling y que se me cayera un mito. Al fin y al cabo, la saga de Harry Potter ha sido una constante en mi vida y un referente literario desde que tenía once años. Sin embargo, puedo decir con alegría que he disfrutado mucho gracias a la lectura de Una vacante imprevista.

La célebre autora ha querido dar un giro a su carrera y a su imagen, y lo hizo por medio de un pseudónimo y un cambio en su trama habitual. En lugar de literatura fantástica para niños y jóvenes, esta vez ha optado por una novela negra, que transcurre en un pueblo tan real como cualquier otro, sin una pizca de magia, y que no ahorra en detalles escabrosos.


Esta obra recibió críticas positivas, así como su supuesto autor. Cuando, ya con el beneplácito generalizado, se descubrió su identidad, se convirtió en un éxito de ventas... y llegó a mis manos. Lo devoré en pocos días, sorprendido por el cambio tan radical respecto a los libros de Hogwarts y encantado por el transcurso de los acontecimientos. Ahora, por tanto, sólo me queda felicitar a Joanne (a estas alturas ya tenemos confianzas) y animarte a ti a que lo leas.

domingo, 10 de agosto de 2014

Un español en Alemania. ¿Fin de la historia?

Ya hace más de una semana que mi avión aterrizó en el aeropuerto de Madrid y puso el fin definitivo a mi año en tierras germanas. Atrás dejo experiencias, recuerdos, nuevas amistades y muchos conocimientos adquiridos para dar paso a reencuentros y una suerte de renovada rutina en España.

Aún no me ha dado tiempo a asimilar todo lo que ha pasado, a adaptarme totalmente a España ni a planificar el año que viene tanto como me gustaría. Respondo a las preguntas de '¿qué tal en Alemania?' con un escueto 'No me quejo' y mi principal prioridad es terminar de deshacer la maleta, proceso que se está alargando extraordinariamente debido a que también estoy aprovechando para ordenar mi cuarto e incluso tirar todo lo que no me sirve.

Sin embargo, creo que sí que es el momento de hacer balance de mi Erasmus y de todo lo que ha traído consigo. Tras doce meses en Alemania, en los que he tratado de sacar el máximo provecho tanto a nivel académico como personal, hay mucho que podría contar y muchos consejos que podría dar a todos aquellos estudiantes que se embarcarán en esa misma aventura en un futuro... Pero como eso me llevaría mucho tiempo (y muchas entradas), de momento sólo animaré desde aquí a todos los indecisos. Un Erasmus es una experiencia de la que uno difícilmente se olvida y de la que se pueden extraer muchas cosas positivas.

Hace poco leí que las becas Erasmus habían hecho más por la unidad de Europa y por la interrelación entre los ciudadanos del viejo continente que todas las medidas tomadas por los gobiernos juntas. Era una forma de defender su existencia y evitar que desaparezcan. Sin embargo, si echo la vista atrás y me quedo con lo bueno, no puedo menos que estar de acuerdo.


miércoles, 6 de agosto de 2014

Español... ¿Colapso en el sistema?

Acabo de leer en Internet un artículo con el que me he reído mucho. Estaba publicado en una popular página web que se caracteriza por escribir sus noticias con un cuidado lenguaje periodístico y por presentar un formato perfectamente normal, así como por la total falta de veracidad e incluso coherencia de su contenido... algo que debemos tener en cuenta.

Dentro de este contexto, los escritores anunciaban, en inglés, que un fallo en el sistema obligaba a los hispanohablantes a utilizar otros idiomas. Al parecer, el mal uso que se había hecho de la lengua provocó el fatal colapso que hizo que niños, adultos y ancianos tuvieran que dejar de usar el español y recurrir a otros idiomas, principalmente inglés.

Si bien es una noticia divertida para leer en una página web de este tipo, no deja de esconder un trasfondo perturbador. Efectivamente, el español ha sido maltratado de forma preocupante por millones de personas, y parece que no se hace lo suficiente por evitarlo. Tengo la impresión de que ni se fomenta su aprendizaje ni se sanciona su mal uso. No se nos enseña todo lo que necesitamos saber ni se nos recalca la importancia de cuidarlo y preservarlo. Sí, todos hemos tenido la asignatura de Lengua Española durante Educación Primaria y la ESO. De hecho, es obligatoria hasta el último curso de bachillerato e incluso en algunas carreras (véase traducción), pero parece que los sufridos profesores no consiguen transmitir la idea de que debemos evitarle al español el mayor daño posible.

Acentos, faltas de ortografía y de puntuación, fallos gramaticales, gerundios innecesarios (sí, reconozco que es un error que me saca de quicio más que ningún otro)... Hay muchos factores que debemos tener en cuenta para conseguir que nuestro español sea correcto, sea cual sea el medio que usamos. Y tampoco deberíamos olvidar que otros idiomas son más difíciles y, aun así, sus hablantes se preocupan por no cometer errores. Cada vez que pienso en lo complicado que me resulta el alemán y lo correctos que suelen ser siempre los hablantes nativos me doy cuenta de que los españoles estamos torturando nuestro idioma de forma innecesaria.

Además, no acaba de parecerme correcto que se acaben admitiendo como correctos los fallos que se cometen de forma sistemática, como ya he explicado en otras ocasiones. ¿El uso crea la norma? Con todos mis respetos, no estoy del todo de acuerdo.


De modo que, como conclusión, animo a todos mis potenciales lectores a que hagan el mejor uso posible del español y a que se ciñan a las normas. Y también felicito a la página web en cuestión por ser tan imaginativa y divertida... a pesar de que a veces resulte, como ya he dicho, un poco perturbadora.

lunes, 21 de julio de 2014

Ciudades alemanas: top ten

Nunca se sabe qué nos deparará el futuro. Por eso, y porque nada me garantiza que vaya a volver a Alemania en el futuro, ni siquiera de visita, me he empleado a fondo para conocer el mayor número de ciudades en estos doce meses que he pasado en Deutschland. Por suerte, han sido muchas y escribo esta entrada con conocimiento de causa (obviamente, no iba a tener en cuenta ciudades en las que no he estado)... Es cierto que me he dejado algunas en la lista de asuntos pendientes, y que me gustaría incluir unas cuantas que se han quedado fuera, pero supongo que siempre puedo ampliar la lista más adelante. De momento, empiezo el top ten por el décimo puesto para darle emoción.

10.-Hamburgo (Hamburg): admito abiertamente que no me gustó. Cierto, no muchas capitales pueden presumir de tener un lago en pleno centro, el Ayuntamiento es espectacular, tiene el honor de contar con la que en su día fue la catedral más alta del mundo y, además, el récord de puente en una ciudad europea. Sin embargo, me pareció una ciudad gris y que puede ser fácilmente desbancada por muchas otras urbes germanas. El motivo por el que está en esta elitista lista es que la fiesta es genial. Tiene numerosos bares y calles enteras con discotecas, así como locales y negocios abiertos toda la noche, algo impensable en cualquier otro lugar de Alemania.

9.-Bonn: miro atrás y recuerdo muchas experiencias vividas aquí, pocas relacionadas con la ciudad. Tal vez el vínculo emocional ha sido demasiado grande y no soy del todo objetivo al incluirla en este top ten. Sin embargo, sí que puedo afirmar que es un lugar agradable y acogedor, con un centro lleno de encanto y un campus universitario digno de las mejores películas. ¡Ah! Y el museo de historia es, sencillamente, increíble.

8.-Tréveris (Trier): no sabía de la existencia de esta ciudad hasta que me metieron en un autobús y empezaron a explicarme su historia (que, por cierto, se remonta a tiempos de los romanos). Lo más emblemático es la Puerta Negra (Porta Nigra) y sus jardines, pero en mi opinión lo mejor que puede ofrecer Trier es un paseo por las calles del centro, simplemente disfrutando de los elegantes edificios y, con un poco de suerte, del buen tiempo.

7.-Aquisgrán (Achen): las calles empedradas y la sorprendente cantidad de tiendas de chocolate dan muchos puntos. Sin embargo, en mi opinión, el principal atractivo de Achen / Aquisgrán es su pasado. Como capital del Sacro Imperio Romano, tiene una catedral llena de historia y una grandeza que prácticamente se puede respirar. Además de una de las traducciones más estrambóticas al español... Y eso hace que se le coja cariño.

6.-Rothenburg ob der Tauber: un pueblecito de apenas 10.000 habitantes se ha colado en la lista por su indudable encanto, por su esencia bávara y por su espectacular belleza. Las casas típicas, al más puro estilo alemán, las tiendas de Schneeballen (unas deliciosas galletas esféricas) y el entorno privilegiado hacen de esta localidad una visita obligada para todo aquel que pase un periodo largo en este país.

5.-Espira (Speyer): siempre me ha hecho mucha gracia el término 'guilty pleasure'. Se suele usar para referirse a algo que nos gusta... y que sabemos que tal vez no debería. Supongo que se podría aplicar a Speyer, una ciudad pequeña que, sencillamente, me encanta. Vale, es bonita, pero... ¿de verdad se merece este quinto puesto? Pues sí, no he podido evitarlo, y es que, aunque una ruta turísitca por el centro se limita prácticamente a dos calles y un par de plazas, hay tantos monumentos concentrados que nadie se irá de aquí con mal sabor de boca. Iglesias, relojes, una espectacular catedral, un barrio judío... Todo ello permite pasar una jornada perfecta. Además, cuenta con unos bonitos alrededores y un pasado interesante.

4.-Colonia (Köln): una de las ciudades más dinámicas de todo el país, también destaca en el plano cultural por sus orígenes romanos, su importancia a lo largo de la historia del país y, sobre todo, por su espectacular catedral. Parece que cuanto más se viaja, más difícil es que algo nos impresione pero, créeme, der Dom lo conseguirá. Si no, también se puede visitar el museo del chocolate o disfrutar con su vibrante vida nocturna.

3.-Dresden (Dresde): cuando fui para allá apenas si sabía que había una ciudad con ese nombre. Sin embargo, se metió de cabeza en mi top ten en cuanto puse los pies en la plaza mayor. Sus calles y sus puentes recuerdan a Praga (uno de mis lugares favoritos en el mundo) y también cuenta con un museo espectacular, en el que podemos encontrar cuadros de Rafael, Zurbarán, Velázquez y tantos otros.

2.-Núremberg (Nürnberg): tiene un castillo espectacular y un centro histórico muy bonito (a pesar de contar con varias reconstrucciones), especialmente fascinante cuando llega la Navidad y la Plaza Mayor se ve inundada de los puestos que conforman el Weihnachtsmarkt (mercadillo de Navidad, que dirían algunos). Sin embargo, lo que de verdad fascina de esta ciudad es su historia reciente, y todo lo que se puede aprender en sus dos museos principales no se puede describir con palabras. Te adelantaré que fue la elegida como 'ciudad más alemana' por Hitler y que ahí se celebraron los celebérrimos Juicios de Núremberg... Cuna de la interpretación, por cierto.

1.-Berlín (Berlin). O se ama, o se odia. Yo la amo. Es cierto que el número de monumentos casi se limita a la Puerta de Brandemburgo y la Catedral pero, además, podemos encontrar el Reichstag (el Parlamento), la Isla de los museos (Museeninsel), los restos del muro, el monumento conmemorativo a los judíos muertos en la segunda guerra mundial y, sobre todo, una atmósfera única. Todo parece rebosante de vida y las calles respiran un ambiente que, en mi humilde opinión, no se puede encontrar en ningún otro lugar del mundo. Además, hay incontables museos por todas partes, y de todo tipo: desde los que recogen restos del mundo antiguo (por ejemplo, la estatua de Nefertiti está en el Neues Museum) hasta los que informan de todo lo relativo al Muro (historia, datos, anécdotas...). Resulta que es una de las ciudades con una historia reciente más interesante (incluso más que Núremberg) y los alemanes, diligentes ellos, se han encargado de recopilar toda la documentación que han podido y ponerla al alcance de los afortunados turistas. Berlín, esa ciudad donde siempre hay algo que hacer y a la que siempre querrás volver. Ich liebe Berlin.


Bonus track: Heidelberg. Mucha gente la considera la ciudad más bonita de Alemania y no me habría supuesto un dilema moral incluirla... Sin embargo, al ser un sitio en el que he pasado una época de mi vida que me ha reportado tanto, he preferido dejarla al margen. Sólo puedo recomendarte que, si tienes la oportunidad, cojas un vuelo al aeropuerto más cercano y te pierdas por su Hauptstrasse y su Altstadt, que subas al castillo para gozar de una vista panorámica espectacular y que te olvides del mundo en el Philosophen Weg.

jueves, 17 de julio de 2014

Esto se acaba...

Pues sí, señoras y señores. Mi aventura Erasmus llega a su fin. Escribo cuando aún me quedan unos cuantos días porque quiero tener una mejor perspectiva de lo que ha ocurrido y, sobre todo, porque todavía no tengo la actitud pesimista que nos suele abrumar cuando nos despedimos de una etapa que nos ha marcado.

Después de once meses y dos semanas en Alemania, de vivir en dos ciudades y visitar varias decenas de localidades germanas, de haber conocido a gente de todo el globo, de haber experimentado una nueva vida en un lugar totalmente desconocido y de haber mejorado mi alemán, puedo decir que difícilmente olvidaré este curso.

Ya comenté en una ocasión que soy muy optimista con mis “críticas”, tal vez incluso demasiado. Sin embargo, ahora me alegro de que ese optimismo me embargue, porque hace que me quede con lo bueno, que sonría con cariño al ver lo que dejo tras de mí y que mire al futuro con ilusión. Al fin y al cabo, este año me ha enriquecido mucho y quiero sacar partido de todo lo que he aprendido y de todas las cosas positivas que he vivido... que no son pocas.


Y, si quiero hacerlo, tengo que dejar atrás todo esto y empezar una nueva etapa. Con un poco de suerte, será tan buena como la que dejo atrás. Ahora sí que toca ser optimista.

lunes, 14 de julio de 2014

Guasapeando: segunda parte

Ya comenté hace poco que las nuevas tecnologías nos ponen en un aprieto lingüístico en diversas ocasiones. Las palabras que van surgiendo a menudo suponen una fuente de discusión cuando queremos alcanzar un acuerdo en lo que respecta a su escritura... Y, a veces, pronunciarlas correctamente es un gran reto, todo hay que decirlo.

Sin embargo, también debemos destacar la evolución que sufre el lenguaje debido a los avances tecnológicos. Con los ya obsoletos mensajes de texto (SMS, a no ser que alguien proponga 'esemese'), nuestra imaginación llegó a límites insospechados y acortamos palabras de una manera inconcebible con el fin de ahorrarnos unos cuantos céntimos. Todos lo hicimos... Y lo sufrimos. En concreto, recuerdo una ocasión en la que un amigo me preguntó cuáles eran las consonantes de 'instituto' para no usar todas las letras -yo le sugerí que pusiera 'insti'-. Tampoco olvidaré los meses que mantuve un mensaje en mi bandeja de entrada porque no fui capaz de descifrar 'StdndFilo' (estudiando filosofía). En mi defensa diré que por aquel entonces nunca había cursado esa asignatura.

Batallitas aparte, lo cierto es que este ahorro imperativo se tradujo en un acortamiento de muchas palabras y en toda una transformación del lenguaje. Tal vez es normal que el español se vaya modificando al mismo ritmo que los demás aspectos de la sociedad, pero, en cierto modo, esta nueva forma de economizar trajo consigo un desconocimiento mayor del idioma e incluso un maltrato en toda regla. ¿Para qué poner haches, si no sirven para nada y cuestan dinero? ¿O acentos, con lo que se tarda en pulsar el botoncito? ¿Y qué tiene de malo usar una equis en lugar de una che, si el receptor lo va a entender igualmente?

Fueron tiempos oscuros para el castellano. Supongo que para todos los idiomas. Por suerte, esa época duró poco y los mensajeadores maduramos al mismo tiempo que las nuevas tecnologías facilitaban la labor de escribir y, por tanto, usar todas las letras. Y no, no todo el mundo escribe con total perfección (yo tampoco, tengo que confesarlo), pero vamos avanzando.


Continuará...

lunes, 30 de junio de 2014

Audiolibros

En Alemania (al menos en Heidelberg) los mercadillos, o Flohmärkte, son muy frecuentes... y bastante populares. En ellos puedes encontrar absolutamente cualquier cosa, desde electrodomésticos hasta ropa usada. Son especialmente útiles para los estudiantes que vamos a estar en esta ciudad durante un tiempo limitado, pues podemos conseguir artículos aceptables a mejor precio, pero lo mejor es dar una vuelta y dejarse sorprender por lo que se puede encontrar en los improvisados puestos.

Yo le prestaba especial atención a los libros. La posibilidad de conseguir uno en alemán y más barato que en cualquier otro sitio ha sido la mayoría de las veces el principal motivo por el que he ido a estos mercadillos, y lo cierto es que en general he tenido suerte. No sólo he encontrado un par de ejemplares de Harry Potter por un precio irrisorio, sino que también he comprado alguna novela infantil (más fácil de entender que la literatura para adultos), la versión original de La ola (Die Welle) y, principal novedad, un audiolibro. En este caso, Der Alchimist (exacto, el celebérrimo Alquimista de Paolo Coelho).

Cuando fui a pagarle el CD a la mujer del puesto en cuestión, ésta me advirtió de que no era una banda sonora, sino un Hörbuch. Yo contesté que ya lo sabía y le di la moneda con una sonrisa y la firme intención de escucharlo con regularidad, para que mi oído se familiarizara con el alemán y lo interiorizara sin que yo tuviera que hacer un esfuerzo excesivo.

Si bien no lo he hecho con tanta frecuencia como me habría gustado (el disco sigue en mi ordenador casi desde entonces, pero me cuesta darle al botón de reproducir), lo cierto es que me parece una buena idea para aprender un idioma. Las repetidas escuchas permiten interiorizarlo, retener nuevas palabras y, por qué no, conocer una nuva historia. No es mi caso (ya leí El alquimista hace algunos años), pero escribo aquí al respecto para obligarme a mí mismo, al menos, a ponerlo de fondo más a menudo. ¿Lo conseguiré? Permanezcan a la espera.

lunes, 23 de junio de 2014

Hay que saber de todo

Una profesora de mi universidad afirma que 'un traductor/intérprete es un sabio temporal'. No le falta razón pues, aunque es imposible saberlo todo, lo cierto es que hay que volcarse tanto en las traducciones o interpretaciones que nos toquen que llega un punto en el que somos auténticos expertos. Yo, en sólo un par de años de carrera, he sido prácticamente un erudito en temas tan dispares como piedras, especies invasoras, instituciones de la Unión Europea o distintos parajes del mundo, en función de lo que me tocara traducir o interpretar.

En ocasiones, esta sabiduría temporal no está a nuestro alcance. Puede ser, por ejemplo, que nos enfrentemos a interpretaciones especialmente difíciles sin una preparación previa: a veces, incluso los profesores comentan que es normal no decirlo todo y que no nos preocupemos, porque en la vida real nos habremos documentado a conciencia y no nos supondrá un problema hacer un buen trabajo.

Sin embargo, unas nociones básicas de diversas ramas del saber nunca vienen mal. Supongo que es por eso que en la Universidad de Salamanca los alumnos de traducción tenemos asignaturas como 'Introducción a la economía y el derecho', en la que se nos intenta sacar del pozo de incultura en el que estamos sumergidos y dar una serie de conceptos importantes relacionados con esos campos tan oscuros y desconocidos.


Escribo al respecto porque hace apenas unos días hicimos el examen final (a distancia, por Internet... Toda una odisea) y ahora ya tenemos hasta la nota. Una cifra que refleja que ya no somos completamente ajenos a la economía y el derecho y que, oficialmente, estamos preparados para enfrentarnos a la traducción jurídico-económica.

jueves, 19 de junio de 2014

Guasapeando. Primera parte

Hace unos meses, asistí a una conferencia organizada en mi facultad. En ella, un miembro de la Fundéu (esa institución que cuida el estado de la lengua española y proporciona sabios consejos a los que a veces nos encontramos lingüísticamente perdidos) hablaba de cómo las nuevas tecnologías habían afectado a la evolución del idioma y qué decisiones se podían tomar en ciertos casos.

En concreto, recuerdo el ejemplo de una nueva palabra: guasapear. El verbo, derivado de Whatsapp, la aplicación por excelencia, ha puesto a todos, lingüistas o no, en un compromiso. ¿Qué hacer ante un término tan raro y exótico, con combinaciones imposibles de consonantes y hasta una doble p al final? 

Nuestro idioma, muy rico él, pone al alcance de nuestra mano la opción de 'guasapear', casi una transcripción literal de la voz inglesa, pero una tortura para los ojos. Sin embargo, mantener la grafía original es totalmente incompatible con un español casto y lógico. Nadie que no hubiera estado expuesto a la lengua de Shakespeare concebiría la idea de que 'whatsappear' apareciera en el diccionario.

El uso a veces crea la norma, y últimamente dependemos tanto de nuestros teléfonos móviles que las nuevas aplicaciones, que forman parte inevitable de nuestro día a día, se han acabado colando en nuestra lengua. Es normal, por tanto, que se intente buscar una solución a los problemas que nos plantea su escritura, por muy difícil que pueda parecer en algunos casos...


Y todo porque 'usar Whatsapp', 'mandar un mensaje por Whatsapp' o 'escribir al Whatsapp' son expresiones demasiado largas... Claro que, por esa regla de tres, también podríamos plantear una grafía alternativa como 'guásap', por mucha marca registrada que sea. En fin, parece que el problema va para largo y, por si fuera poco, cada vez hay más términos de este tipo que nos ponen en apuros a los que queremos escribir sin cometer errores innecesarios. De hecho, volveré sobre este tema muuuuy pronto.  

miércoles, 4 de junio de 2014

Como bellacos

-¿La traducción hace que se pierda la esencia del original?
-Siempre, y quien diga lo contrario miente. Y quien diga que mejora miente más. Siempre se pierde algo cuando hay una traducción.”

Palabras de Cristina Macía, traductora de Juego de Tronos, en una entrevista para la Tribuna Universitaria, con motivo de su visita a la Facultad de Traducción y Documentación.


Qué grande es esta mujer. Ya me caía bien antes de leer la entrevista porque, en mi humilde opinión, la traducción del libro es francamente buena; sin embargo, con estas declaraciones ha ganado puntos. Declaraciones que tuvieron lugar hace más de un año... Perdón por el retraso.

El caso es que parece una persona divertida, un poco chiflada y razonablemente profesional. Y dice verdades como templos. Es cierto que los traductores se pasan (nos pasamos) un montón de años estudiando para afrontar todo tipo de retos, y deberíamos estar a la altura... Pero también es verdad que el original es, por definición, insuperable.

No niego que, en ocasiones puntuales, pueda gustar más una traducción que un original. Hay miles de factores implicados en la producción de un texto y alguno de ellos puede hacer que la balanza se decante por el lado de la traducción. Lo que tampoco podemos negar es que la traducción muy difícilmente mantendrá la esencia del original en su totalidad, y esa esencia a veces constituye un porcentaje importante de la calidad. Siempre teniendo en cuenta que el original será un texto bien escrito, claro. Sin faltas, ni incoherencias, ni barbaridades.

Por tanto, hoy podemos extraer una bonita conclusión: quien diga que una traducción puede ser perfecta o mejor que el original miente. Como un bellaco. Y no lo digo yo, lo dice toda una traductora profesional como es Cristina Macía.

Para concluir esta entrada, te dejo otra pregunta de la misma entrevista. Otra verdad como un templo.


-Para los estudiantes que están haciendo ahora Traducción, ¿qué consejo les daría?

-Que se diviertan con lo que hacen, pero que no pretendan hacerse millonarios. Que la traducción es un trabajo solitario pero muy divertido y que no vayan de sufridos porque exige más picar carbón que ser traductor.”

miércoles, 28 de mayo de 2014

Muy dignos todos

Hace poco, tuve una discusión virtual con un compañero proyecto de traductor. Después de que él escribiera 'por fin alguien se digna a venir a verme', yo repliqué que la estructura estaba mal y que sería más correcto quitar la preposición. Como recurso irrefutable, adjunté el enlace de la RAE correspondiente a la entrada del verbo dignarse.

Él, ni corto ni perezoso, contraatacó con un enlace de la Fundéu en el que se resolvía la eterna duda. Al parecer, tanto la estructura 'dignarse + infinitvo' como 'dignarse + a + infinitivo' están aceptadas. La segunda, menos correcta, no es en ningún caso censurable.

Ahora bien, yo me pregunto, ¿hasta qué punto se puede hablar de corrección si todas las estructuras acaban siendo aceptadas? Es evidente que las lenguas evolucionan y no podemos pretender que se mantengan imperturbables, o incluso estancadas. Sin embargo, ¿es éste el mejor mecanismo? ¿Aceptar los errores que se cometen de forma sistemática? Ya he alzado la voz (qué melodramático suena, por favor) en algún momento porque no estaba especialmente de acuerdo con determinados cambios efectuados por la RAE, en los que forzaba una evolución antinatural de nuestra lengua, pero tampoco puedo estar de acuerdo con que se toleren estas estructuras que, en el fondo, no dejan de ser errores. ¿No es mejor educar y fomentar un buen uso del español, en lugar de aceptar formas incorrectas basándonos únicamente en su uso?


Creo que me he encendido demasiado con un tema que, en realidad, no deja de ser anecdótico. Para finalizar, no obstante, diré que yo he usado durante toda mi vida la estructura 'dignarse a'. Un saludo.

martes, 27 de mayo de 2014

Palmeras en la nieve, de Luz Gabás

Las pasadas Navidades, recibí un regalo especial de parte de mi hermana: un libro electrónico. Aunque el formato tradicional presentará una dura batalla por ceder su trono, enseguida vi las virtudes de este novedoso invento y me apresuré a hacerme con algún título con el que poder estrenarlo. De este modo, una vez que mi nuevo aparato dejó de ser una cáscara vacía y pasó a estar lleno de historias, me lo traje a Alemania dispuesto a sacarle el máximo provecho... por motivos prácticos (prometo serle fiel al libro de papel en el futuro).

Y lo cierto es que, aunque no quiero hacer propaganda de estos cacharros, me gustó bastante la experiencia de leer mi primera historia en uno de ellos. Claro que el mérito en este caso fue de la novela elegida, que ya habrás deducido cuál es.

Resulta que Palmeras en la nieve es una historia amena, entretenida, dinámica, intensa. Engancha bastante, los personajes son descritos de una manera magistral, que hace que quieras saber más acerca de su vida, y los cambios de perspectiva son simplemente intachables. Y no sólo las descripciones de los personajes resultan excelentes: también los parajes en los que tiene lugar la acción son ilustrados de una manera clara y precisa, gracias a la cual casi puedes llegar a sentir el olor a selva ecuatorial, el sonido de los machetes contra la maleza y el roce del viento de las montañas.

Sin embargo, tal vez lo que más me ha entusiasmado ha sido el contexto histórico y la forma en que se explica en el libro. Hace unos años leí Guinea, de Fernando Gamboa (que, por cierto, sale mencionado en el apartado 'Nota de la autora'), una novela desgarradora y, en palabras de la propia Luz Gabás, dura y desasosegante, que me marcó de forma irremediable y me impulsó a documentarme tanto como pudiera sobre la historia del país, antigua colonia española. Si bien el proceso de investigación fue más entusiasta que efectivo, lo mejor que puedo decir ahora es que Palmeras en la nieve ha dejado una huella tan profunda como su antecesora geográfica.

Creo que un libro es realmente bueno cuando, tras pasar unas cuantas páginas sin apenas ser consciente del transcurso del tiempo, quieres buscar más información y saber tanto como puedas al respecto. Es lo que me ocurrió con grandes obras (El ocho, La pasión india, la ya mencionada Guinea...) y lo que me ha sucedido con Palmeras en la nieve.


Hacía mucho tiempo que no realizaba una “crítica” tan buena de un libro, y eso que yo soy muy optimista (a ves incluso demasiado). Espero, por tanto, que esto te ayude a hacerte una idea de cuánto he disfrutado con esta historia y, con un poco de suerte, te anime a leerla.

domingo, 25 de mayo de 2014

Juego de tronos: la serie

Si eres lector asiduo de mi blog o me conoces lo suficiente, sabrás que soy forofo de Canción de hielo y fuego y que he disfrutado lo indecible con los tres libros que he leído. Ahora espero con ansias el momento en que pueda ponerle las manos encima al cuarto, que tiene muy buena pinta... como todos los demás.

Y, ya que soy fan de la saga, era inevitable que acabara cayendo en la tentación de ver la serie, una superproducción que ha tenido bastante éxito y aceptación y que ha hecho que su popularidad aumente (aunque no tengo claro si eso es bueno o malo).

El caso es que ya he terminado la primera temporada y me ha dejado muy buen sabor de boca. Dicen que 'la película nunca es mejor que el libro' y, aunque yo he visto adaptaciones francamente correctas, reconozco que estoy mayoritariamente de acuerdo con esta afirmación. No siempre es fácil plasmar en unos pocos minutos de película lo que el escritor ha explicado en cientos de páginas. Por no hablar del papel que desempeña la imaginación de cada uno...

Sin embargo, la cosa cambia si hablamos de una serie, en la que el tiempo no es un factor tan limitante.Y si el autor toma parte activa en el doblaje, podemos dar por hecho que el resultado será, por lo menos, aceptable.

Evidentemente, es lo que sucede con la serie. Aunque ha conseguido que no se nombre correctamente a la saga (el título original, Canción de hielo y fuego, ha pasado a ser Juego de tronos), estamos ante una de esas adaptaciones que merecen más elogios que críticas. Fiel a la trama y a las descripciones, nos cuenta a lo largo de varias temporadas cómo transcurre la vida en Poniente (Westeros) y a qué situaciones tienen que enfrentarse sus habitantes.


Debo admitir que algunos actores no se parecen a los personajes que yo me había imaginado, y que no todo lo que sucede me ha resultado precisamente agradable, pero esto último ni siquiera es algo sancionable... o destacable. Por ello, a pesar de esta mínima y discutible pega, te animo a que lo veas. Claro que también me veo obligado a recomendarte los libros. Al fin y al cabo, se trata de la novela río más célebre de nuestro tiempo y George R. R. Martin es un gran escritor.

martes, 20 de mayo de 2014

La fuente de las sombras, de Toni Plaza

Nunca sabes con quién te puedes topar por el mundo, pero a veces resultan sorprendentes los encuentros que nos depara el destino. Si digo esto es porque esta novela cayó en mis manos gracias a una chica italiana a la que he conocido en Alemania. Amiga íntima del autor, me prestó este libro... y yo le aseguré que lo leería.

Como lo prometido es deuda y mi vida cultural está atravesando una especie de desierto cultural, desprovisto de libros y de nuevos títulos, me puse manos a la obra y me vi gratamente sorprendido por La fuente de las sombras.

La trama es bastante dinámica, con tres historias paralelas (de las que me gustan a mí) y tres trasfondos culturales y temporales distintos. Aunque en ocasiones peca de fantasioso, finalizar su lectura no supone un esfuerzo agotador y la parte biográfica que el escritor ha vertido en él tiene un encanto especial. Es como el libro que todos quisimos escribir y publicar... sin conseguirlo. Y Toni lo ha hecho.


Es cierto que hay numerosas imperfecciones, las más obvias de tipo tipográfico (perdón por la cacofonía), pero insisto en que su escritura resulta tan evidentemente personal que es inevitable pensar en ellas con cariño y no con reprobación. Además, creo que ninguna obra puede recibir el calificativo de perfecta, con lo que no voy a entrar en más detalles al respecto y solamente felicitaré desde aquí al autor. Enhorabuena por tu trabajo y recuerdos de parte de tu amiga.

miércoles, 14 de mayo de 2014

Contra el viento, de Ángeles Caso

Hace ya un año, con motivo del Día del Libro, algunos compañeros de facultad organizaron un intercambio de libros. Book crossing, que se dice ahora. El procedimiento era sencillo: quien quisiera participar debía llevar sus libros y coger al día siguiente tantos como hubiera aportado. La iniciativa me pareció muy buena idea, por lo que yo fui corriendo a mi habitación para ver qué podía donar y, al final, conseguí cuatro títulos aceptables, en buen estado, y que consideraba lo suficientemente atractivos para otros lectores. A cambio me llevé a casa otros cuatro, uno de los cuales fue, evidentemente, Contra el viento.

Esta novela de Ángeles Caso ganó el Premio Planeta en 2009. No suelo fiarme mucho de los premios que otorgan jurados anónimos (y digo 'anónimos' porque normalmente no me informo acerca de los miembros). Si no me fío mucho no es porque sea desconfiado, sino porque nada me garantiza que los gustos de personas desconocidas vayan a coincidir con los míos. Tampoco puedo decir que esté de acuerdo con su decisión, porque para ello debería haber leído todos los candidatos. Pero en este caso no criticaré su veredicto, ya que he disfrutado mucho con su lectura.

Una amiga me comentó, antes de que lo empezara, que ella lo había leído y le había gustado. También me dijo que era 'un poco feminista, pero enganchaba mucho'. Lo cierto es que no pudo dar una mejor definición ya que, efectivamente, se trata de una novela que narra la historia de algunas mujeres (no lo hace desde un punto de vista exactamente feminista, pero sí que las suele dejar en buen lugar) y, lo que es más importante, es un libro que no puedes dejar de leer.


Al menos yo me enganché bastante, tal y como mi amiga predijo. Tal vez no se adapta del todo a lo que yo esperaba, pero no puedo ponerle pegas. Y, lo que es más importante, en cuanto lo terminé se lo regalé a una persona especial que, con un poco de suerte, disfrutará tanto como yo Contra el viento.  

domingo, 27 de abril de 2014

Un caso para PAKTO (Ein Fall für TKKG), von Stefan Wolf

Recuerdo mi infancia con un libro entre las manos y una fijación en la cabeza: encontrar un lugar con suficiente luz en el que leer a gusto. Tal vez no triunfé excesivamente en esa segunda empresa, como demuestran los gruesos cristales de mis gafas, pero el número de historias que devoré sí que hace que me sienta orgulloso.

Parte de esta cantidad se la debo a la saga 'Un caso para PAKTO'. Mi colegio contaba con un ejemplar de todos los libros que la conformaban y yo, como buen lector y estudiante modelo (empollón, que dirían algunos) me encargué de tacharlos a todos de mi lista.

Este curso, unos cuantos años después, he retomado la saga como parte de mi inmersión en la cultura y la lengua alemana. Y anuncio con orgullo que he llegado a la última página de uno de ellos. Se trata de uno que adquirí en un intercambio de libros y que había estado en mi poder unos cuantos meses... sin haber conseguido terminarlo. Ahora que lo he hecho, no sólo me siento un poco mejor conmigo mismo, sino que una parte de mi infancia ha salido a la luz y mi conocimiento de la parla germana ha dado un pequeño paso más hacia adelante.

Lo mejor de todo es que ha llegado a engancharme. A pesar de haberla leído ya (hace cosa de una década) y de las dificultades que entraña el idioma, la historia es tan auténticamente alemana que me apetecía seguir leyendo para sumergirme más a fondo en mi país de acogida. Y vale que se trata de un cuento para niños, pero la trama me resultaba lo suficientemente entretenida, con final sorprendente incluido.


Además, durante una pequeña investigación para un trabajo de la universidad, descubrí que esta saga, escrita por Stefan Wolf, ocupa un lugar destacado en cuanto a literatura infantil y juvenil en el país germano. Un motivo más para continuar con su relectura.

lunes, 14 de abril de 2014

Palabras inventadas: segunda parte

Vuelvo al mismo tema, porque resulta que no sólo Shakespeare se inventó palabras a su antojo. Ahí tenemos a grandes nombres de la literatura universal, como Julio Cortázar o Lewis Carroll, que han hecho de sus respectivos lenguajes un mundo más rico. Vayamos por partes.

Julio Cortázar incluyó en su obra Rayuela un capítulo redactado en un lenguaje inventado, al que bautizó como 'Gíglico'. El capítulo entero está escrito en este nuevo idioma... Y él se quedó tan ancho. En su favor hay que decir que esta nueva lengua sigue las mismas normas de puntuación y escritura que el español, del que también toma unas cuantas palabras, y que es fácil imaginar lo que describe. También podríamos comentar que tal vez se inspiró en el otro autor que he mencionado: Lewis Carroll.

Pues sí. Y es que Cortázar no fue el único en jugar con las palabras; Lewis Carroll también hizo malabares con el inglés e incluyó en Alicia a través del espejo (Alice through the looking glass) el 'Jabberwocky', un bonito poema en el que la práctica totalidad de las palabras son inventadas: no existían antes de salir de su mente. No obstante, lo más destacable es que algunos de estos términos no sólo saltaron de su mente a su pluma, sino también del libro al diccionario. Términos recogidos por el Oxford dictionary como 'chortled' o 'frabjous' proceden única y exclusivamente de esta indescriptible pieza poética.

Sin embargo, lo mejor de todo es que existen traducciones al español de este poema: por ejemplo, una escrita por Jaime de Oceda en 1973, que recibe el nombre de 'Galimatazo'; o la traducción de Jorge A. Sánchez, de 1996, bautizada como 'Flabistanón'. Hasta tres nuevos idiomas, creados a base de palabras inventadas, surgidos de un único poema...

Y ahí no acaba la cosa. Ya verás.


sábado, 12 de abril de 2014

Palabras inventadas. Primera parte

Se dice que William Shakespeare, el celebérrimo autor británico, es también responsable de la acuñación de hasta 1.700 nuevos términos. '¿Cómo es posible?' Te preguntarás. Al fin y al cabo, 1.700 palabras son muchas. Pues hay una serie de explicaciones, a cada cual más lógica.

Por aquel entonces, para empezar, no había una estricta gramática inglesa que recopilara todos los términos existentes. También era una época en la que no todo quedaba recogido por escrito y no se puede decir, ni mucho menos, que los documentos de por aquel entonces perduraran en el tiempo. Por esta razón, es probable que se le achaquen palabras que ya existían. Él simplemente las escribió en documentos lo suficientemente duraderos. De hecho, sumando las palabras que ya existían pero que aparecieron por primera vez en un texto escrito en una obra de Shakespeare, llegamos a las 2.000. Recordemos que el inglés, además, en el siglo XVI era una lengua relativamente nueva y había poca literatura en ese idioma.

Sin embargo, el motivo fundamental por el que acuñó tantos nuevos términos era que si no existía una palabra que él necesitaba, sencillamente se la inventaba. Aunque parezca una locura, es un mecanismo de lo más dinámico, imaginativo y práctico. Además, reconozcámoslo, todos lo hemos hecho en algún momento. Lo que no podemos negar es que, gracias a su inventiva, hoy en día contamos con voces como lonely (solitario), to hurry (apresurarse) o to undress (desvestirse) Y podríamos añadir otras como assassination, cold-blooded, bedroom o birthplace... hasta superar las 1.700.


Resulta fascinante no sólo porque a veces se puede entrever el proceso de creación de la palabra en cuestión, sino porque la mayoría de ellas siguen en uso hoy en día. Supongo que no es más que otro ejemplo de la enorme influencia que tuvo el dramaturgo... y que sigue teniendo.

lunes, 31 de marzo de 2014

Posdata: te quiero, de Cecelia Ahern (traducido por Francesc Borj Folch Permanyer)

Hace un par de meses publiqué una entrada en la que hablaba del vacío que sientes en el pecho al acabar un libro o, en este caso, al no poder hacerlo. Gracias al título tal vez ya habrás adivinado de qué libro se trata y, con un poco de suerte, también habrás deducido que he conseguido terminarlo.

Si me animé a comenzar Posdata: te quiero fue porque ya había leído un libro de su autora y la impresión fue excelente. Además, hicieron una película muy famosa basada en esta historia y el título es muy sugerente. Demasiados factores positivos, no podía dejar pasar la oportunidad.

Y, para colmo, las primeras páginas me engancharon muchísimo (de ahí lo de 'vacío en el pecho'). Es una historia tierna, dulce, entrañable. Un argumento que te saca una sonrisa a pesar de las adversidades y un entorno atractivo y mágico: Irlanda.

Sin embargo, también tengo que reconocer que no todo en el libro es perfecto. Es fácil encontrar pequeñas contradicciones y hasta algún error (al menos en la edición que yo tengo). Del mismo modo, no tiene la misma fluidez comunicativa que If you could see me now... ¿Será porque la autora estaba poco inspirada en algunos apartados? ¿O debido a un fallo de traducción?


Sea como fuere (bonito uso del futuro de subjuntivo), lo cierto es que la historia engancha. Mucho. Consigue que pases las hojas sin darte cuenta y que desees saber cómo evoluciona la trama. En cuanto al final... No voy a desvelar nada, en mi línea. Descúbrelo tú mism@.

viernes, 28 de marzo de 2014

Das Leben der Anderen

En parte debido a mi desconocimiento absoluto de todo lo relacionado con el séptimo arte, no tengo muy claro si el cine alemán goza de prestigio internacional,... Diría que no. Mi teoría es que si su fama hubiera traspasado fronteras, lo sabría.

Sin embargo, sí hay películas que han conseguido llegar incluso a oídos de una persona cinematográficamente inculta como yo. Ésta es una de ellas. Sabía que había sido nominada a un Oscar y que las críticas recibidas eran excelentes. Del mismo modo, muchos amigos (tanto alemanes como de otros países) me la habían recomendado y habían insistido en que la viera. La carta de presentación difícilmente podía ser mejor.

Resulta que Das Leben der Anderen es una de esas películas aparentemente inofensivas, en las que parece que no ocurre nada hasta que te das cuenta de que tienes un nudo en la garganta. Después de un principio tal vez un poco errático, avanza hasta centrarse en sus principales objetivos, que permiten al espectador seguir dos historias paralelas y que desembocan en un final tan sorprendente como predecible. Todo al mismo tiempo (y, ojo, eso es difícil de conseguir).

Además, y lo que es más importante, en mi humilde opinión de residente en Alemania, refleja la vida en el Berlín Oriental de los años ochenta de forma fiel. Muestra, por ejemplo, el interior de una de las cárceles de la Stasi (la policia secreta de la RDA) o la fachada de la librería más emblemática de la ciudad. Y también cómo era el interior de esta organización: los dilemas que suponía trabajar para ellos y la inseguridad que entrañaba el no hacerlo.

Hace poco, precisamente, estuve de viaje en Berlín. No fueron suficientes días ni para conocer la quinta parte de lo que esta ciudad puede ofrecer, pero sí que volví encantado con todo lo que pude aprender y empapado de historia. Gracias a Das Leben der Anderen he podido revivirlo y he reforzado mi convicción de que la capital alemana es una de las ciudades más interesantes del orbe. Por tanto, en esta entrada aprovecharé para recomendarte en primer lugar que veas la peli y, en segundo lugar, que vayas a Berlín. No te arrepentirás de ninguna de las dos.