martes, 24 de diciembre de 2013

¡Feliz Navidad!

24 de diciembre, 18:00 h según escribo esto. Las preparaciones navideñas comienzan. Desde la cocina se oye ajetreo, y el árbol de Navidad que acabo de poner en el recibidor luce en todo su esplandor. Además, el móvil suena cada pocos segundos (¡cuántos deseos navideños me llegan ahora que tengo Whatsapp!) y el viento que sopla en la ventana parece menos incómodo que cualquier otro día.

Resulta que la magia de la Navidad empieza a ser más evidente y no puedo evitar sentirme un poco emocionado por lo que nos espera esta noche: reencuentros, regalos, villancicos, cantidades ingentes de comida... Todo ello en buena compañía y con una sola preocupación: no tirar la copa - tarea ardua, si tenemos en cuenta que en la mesa no quedará un centímetro libre.


Pues sí, el espíritu navideño me ha invadido (ya estaba tardando) y no pondré objeciones a que se manifieste, ya sea controlando la decoración, ayudando en la cocina, poniendo velas por toda la casa (espero que la cosa no acabe en incendio) y, como no, deseándote una feliz Navidad.

lunes, 16 de diciembre de 2013

Weihnachten in Deutschland... Digo, Navidad en Alemania

Pues sí, no podía pasar por alto tan señaladas fechas y me veo obligado a hablar de la Navidad. Por un lado, porque son unos días muy importantes para mí. Por otro, porque los alemanes se vuelcan con estas fechas de una forma que los españoles no nos podemos ni imaginar.

Ya en septiembre comenzaron a verse las primeras decoraciones en los escaparates (bueno, de hecho hay una tienda sólo de adornos de Navidad que esta abierta todo el año, pero eso es otra cuestión). Era raro pasear bajo el cálido sol de finales de otoño y ver bolas de nieve colgando de las estanterías, pero lo cierto es que tenía cierto encanto. Y la magia crecía a medida que pasaba el tiempo: luces en las calles, árboles en las puertas de los hoteles, postales que nos deseaban un feliz 2014... El punto álgido llegó con el mercadillo navideño, una tradición alemana que hace que no sólo puedas sentir la Navidad: también la puedes ver, oír, oler y comer.

Pero eso no es todo. Los alemanes, muy educados y correctos ellos, comienzan a desearte unas felices fiestas casi en cada conversación. Los villancicos suenan de fondo en cada tienda. Los calendarios de adviento invaden las estanterías de tiendas y supermercados y, a grandes rasgos, tienes la impresión de estar viviendo en un cuento.

Y, lo mejor de todo, aprendes de una vez a decir 'feliz Navidad' en alemán sin tener que buscarlo en el diccionario...


Así pues... fröhliche Weihnachten!

domingo, 15 de diciembre de 2013

Traducir o no traducir... Ésa es la cuestión

En los últimos días me he dado cuenta de que en casi cada frase que digo se me cuela una palabra en alemán. Supongo que el hecho de llevar casi cinco meses viviendo en Deutschland (digo... Alemania) ha influido, así como el hecho de que todas las personas que me rodean están familiarizados con la parla germana. Sin embargo, eso me ha llevado a cuestionarme una serie de cosas... Por ejemplo, si no soy capaz de prescindir de las palabras en alemán en mi día a día, ¿cómo voy a poder traducirlas al español en un futuro, ya no muy lejano? ¿O a interpretarlas? Es cierto que muchas, por no decir todas, tienen un equivalente aceptable en castellano pero, ¿no se pierde así parte de ese algo que hace único a cada persona, a cada cosa? Y es que, como ya dije en su día, no siempre es imprescindible traducirlo todo...

Por ejemplo, hoy le he mandado un mensaje a un amigo. Le he dicho que iba 'a la mensa a comer un brunch'; ayer quedamos para 'tomar un Glühwein en el Weihnachtsmarkt' y mañana tengo que ir 'a la Hauptstrasse a comprar regalos'. Claro que podía haber dicho que 'voy a la calle principal', que podíamos haber quedado para 'tomar vino caliente en el mercadillo navideño' y que podía haber escrito 'comedor universitario' en lugar de 'mensa' (lo de brunch es más difícil de traducir) pero, insisto, no habría sido lo mismo.

Primero, porque el alemán en algunos casos, resulta una lengua muy económica (¡quién lo iba a decir!). Segundo, porque pierde parte de su autenticidad. Al fin y al cabo, te puedes topar con calles principales en todas partes, pero para encontrar una Hauptstrasse hay ir a Alemania (bueno, también a Austria o a la Suiza alemana). Y es cierto que los mercadillos navideños son cada vez más populares en España, pero para ver un Weihnachtsmarkt hay que cruzar la frontera. En cuanto al Glühwein... Diremos que el concepto de 'vino caliente' no puede ser asimilado por el español medio.


Y volvemos a lo de siempre. ¿Traducir o no traducir? Esta vez voy a mojarme y voy a confesar que, por muy purista del español que sea, y lo soy, tampoco quiero renunciar a seguir usando algunos términos en el idioma original (véase: alemán), sobre todo si mis interlocutores los entienden. Cuando tenga que dirigirme a un público que no esté inmerso en la vida en Alemania, ya veré lo que hago.

martes, 26 de noviembre de 2013

El italiano

No, no voy a hablar de chicos toscanos, lombardos ni sicilianos. Voy a hablar del idioma. Ya sé que actualmente resido en Alemania y mi prioridad debería ser el alemán, pero ya he analizado los entresijos de la parla germana y el destino ha querido darme la oportunidad de volver a hablar el italiano... y de recordar lo increíblemente bonito que me parece.

Desde la gramática -tan parecida y tan distinta de la español- al vocabulario -tan parecido y tan distinto del español-, todo lo mínimamente relacionado con este idioma ejerce sobre mí una especie de atracción incontrolable. Me encanta cómo suenan las dobles consonantes (por mucho que sean la principal fuente de errores del estudiante medio), las terminaciones casi exclusivamente vocálicas y el énfasis que parece haber detrás de cada palabra, por insustancial que sea. También me vuelve loco la música italiana, pero eso es otra cuestión...

Además, es una lengua fácil de estudiar y muy agradecida: a los pocos meses, un español puede mantener conversaciones coherentes sin demasiados errores. Muchas palabras son prácticamente iguales a sus equivalentes en castellano y, las que no lo son, al menos tienen una estructura vocal-consonante-vocal con la que los hispanohablantes estamos familiarizados. Ojo, no quiero decir que se pueda aprender italiano por ciencia infusa. Las conjugaciones verbales y las ya mencionadas dobles consonantes son una inagotable fuente de errores y, por mucho que el vocabulario sea similar, nunca vienen mal unas cuantas horas de estudio. Sí, dominarlo es otra cuestión.
Lo mejor de todo es que es una opinión que comparto con miles de personas que estudian la lengua de Dante. Cada ve son más los valientes que se pirran por la música, la comida o la cultura italiana, y que se lanzan al aprendizaje del italiano (por ejemplo, en mi clase había una chica que había empezado a estudiarlo por lo mucho que le entusiasmaba Eros Ramazzotti). Y supongo que, cuando algo le gusta tanto a tanta gente, será por algo.


Yo, por lo pronto, seguiré practicándolo siempre que me surja la oportunidad... Y últimamente me han surgido tantas que hasta me han preguntado si era italiano o sólo lo hablaba. Pero ahora es cuando me recuerdo que estoy aquí para aprender alemán, así que ti lascio per oggi, vado a studiare un po' di tedesco.

domingo, 17 de noviembre de 2013

Música

Hace unos días reflexioné acerca de la música y de todo lo que nos puede hacer sentir. Aunque no soy especialmente melómano, llegué a la conclusión de que no podría vivir sin mi ipod y sin escuchar mis canciones favoritas de vez en cuando.

Sin embargo, mi pasión por la música se podría resumir en tres líneas, así que parece ser que esta entrada será cortita.

Un país que no existe
Una letra que no entiendo
Un grupo que no tiene nombre

martes, 5 de noviembre de 2013

La supervivencia de las becas Erasmus

Aunque hasta este momento he intentado ser totalmente imparcial en este blog (a veces tal vez demasiado), ahora el tema de las becas Erasmus está de rabiosa actualidad y sí que me gustaría aportar mi humilde opinión.

Resulta que, de todos es sabido, el Gobierno de España cuenta con poco dinero. Por ello, una de las soluciones que se les ha ocurrido para mejorar la situación es reducir la cuantía de las Becas Erasmus. Al fin y al cabo, los afortunados becarios ya perciben una pequeña cantidad de dinero procedente del fondo europeo y, según se comenta por ahí, vivir esta experiencia no es algo necesario, sino más bien un lujo o un capricho.

Supongo que ahí es cuando yo debería intervenir y reflejar mi opinión en este mi querido blog. Puedo llegar a entender la postura de los que defienden que el Erasmus es algo prescindible, pero también me veo en la obligación moral de compartir lo que estoy viviendo durante esta experiencia para que esa gente cambie su manera de pensar.

Desde que llegué a Alemania, el número de personas a las que he conocido es enorme y, de ellos, hay muchos que merecen la pena. Es gente con la que voy a clase, hago los deberes y las tareas domésticas, viajo y salgo de fiesta. Una vida similar a la que podría haber llevado en España pero con varias diferencias sustanciales: la primera, que muchas de estas personas proceden de otros países. Esto implica un enriquecimiento cultural indescriptible y la posibilidad de practicar uno (o más) de los idiomas extranjeros. Segundo, que las clases en Alemania, aunque distintas a las españolas, no son un regalo en absoluto: todos nosotros, por muy Erasmus que seamos, tenemos que asistir con regularidad, trabajar la materia, hacer los deberes y, llegado el caso, estudiar. Tercero: el hecho de que, como he leído en un blog de una compatriota que también está este año de Erasmus, todo esto es una inversión en educación: estas becas permiten formar a los estudiantes españoles en el extranjero, con lo que conocerán las costumbres, el modo de vida y el idioma del país en cuestión al mismo tiempo que continúan con su formación universitaria. Puede que algunas personas hayan salido de fiesta más de la cuenta o hayan estudiado menos de lo que deberían, pero ,desde mi experiencia personal, me cuesta creerlo.


Supongo que este tema ya ha sido muy trillado en los últimos días y no hay mucho más que pueda aportar. Por ello, para finalizar esta entrada sólo diré que, si de mí dependiera, ni las becas Erasmus ni ninguna parte de ellas desaparecerían.

miércoles, 30 de octubre de 2013

The Wise Man's Fear, by Patrick Rofthouse

Tengo que confesar una cosa: me mareo cuando leo en un autobús. Pues muy bien, dirás, ¿y eso a qué viene? Muy sencillo: a que este libro me enganchó tanto que me arriesgué lo suficiente como para continuar con su lectura durante un viaje en bus.

Y es que The Wise Man's Fear engancha mucho. Ya hablé hace tiempo de la primera parte (El nombre del viento, o The Name of the Wind) y lo elogié de principio a fin. Tan sólo comenté en su contra que las circunstancias en que lo leí no eran las mejores y que tal vez puede resultar demasiado largo para según qué personas. La segunda parte, aunque notablemente más larga y, por tanto, menos propensa a atraer a lectores “novatos” es, sin embargo, incluso mejor.

Es cierto que algunos pasajes son más densos y que es incómodo leer un libro con 1400 páginas, pero no puedo negar que disfruté desde el principio. La forma ágil con que Patrick Rofthous narra las peripecias de Kvothe gana puntos en esta segunda parte. El mundo en que transcurre la historia deja de ser desconocido y extraño para convertirse en un lugar casi familiar, del que todos tendríamos mucho que aprender (en concreto, me gustó el sistema de evaluación de la universidad) y, por último, las dos historias paralelas van juntándose poco a poco. Claro que la unión definitiva tendrá lugar, como muy pronto, en el tercer libro – que sigo sin saber si es el último.

Además, el hecho de haberme decidido por la versión original, en inglés, fue todo un acierto. No porque crea que la traducción correspondiente no sea buena, sino por un motivo mucho más básico. Un motivo que, supongo, es frecuente en el gremio en el que me estoy adentrando: el hecho de que, desde la primera página a la última, me han entrado ganas de traducirlo.


Sería una pequeña locura (repito que son 1400 páginas), pero los juegos de palabras, los giros, los nombres e incluso los poemas y canciones constituirían todo un reto. ¿Tendré tiempo de hacerlo en un futuro? Lo dudo, pero me sentiré feliz simplemente si el tercer libro sale pronto y puedo leerlo. No pido mucho.

domingo, 27 de octubre de 2013

El lado bueno de las cosas

Ya he comentado alguna vez que no soy demasiado cinéfilo. No es que no me guste ir al cine, o ver películas, es que parece que nunca encuentro el momento de hacerlo. Sin embargo, a veces la vida te regala oportunidades para ello - bien porque no tienes otra cosa que hacer o, simplemente, porque necesitas el entretenimiento que sólo dos horas ante la pantalla te pueden proporcionar. Y también puede pasar que las circunstancias te empujen a optar por algo optimista y alegre.

Así me encontraba yo cuando me senté delante del ordenador y le di al botón de reproducir. Me esperaba algo que me permitiera desconectar hasta que llegara la hora de irse a la cama, y creo que en cierto modo lo conseguí. El lado bueno de las cosas (Silver linings, en versión original) es una de esas comedias americanas que hacen que mantengas el suficiente interés en ellas como para llegar hasta el final, pero que no necesariamente volverías a ver. El argumento no es malo, los actores tampoco (de hecho, Jennifer Lawrence ganó el Oscar gracias a su interpretación) y el conjunto resulta bastante aceptable.

Tengo que reconocer, sin embargo, que me esperaba algo más. Tal vez mi vena criticona afloró justo en ese momento, pero el caso es que no me parece que haya nada reseñable en esta película. Y, por pura deformación profesional, tampoco puedo dejar de comentar que he sido bastante consciente de la traducción. Por algún motivo, las frases me sonaban demasiado artificiales y forzadas en castellano. Supongo que a alguien se le escapó algún que otro calco, o que yo estaba especialmente atento.


Para concluir, sin embargo, debo recordar que soy un acérrimo defensor de las películas ñoñas y las comedias americanas, así que te recomiendo encarecidamente que la veas (si lo que he escrito te echa para atrás, acuérdate de las buenas críticas que ha recibido y del Oscar que se llevó la Lawrence). Pero, sobre todo, te recomiendo que veas “El lado bueno de las cosas”.

miércoles, 23 de octubre de 2013

Expresión oral

Acabo de leer un par de artículos acerca de cómo hablar en público. Supongo que no he descubierto nada nuevo, pero sí que me ha hecho pensar en lo importante que es para todo estudiante de Traducción e Interpretación saber manejarse con soltura delante de una audiencia cualquiera.

Al parecer, es un tema que supone un lastre para los españoles en general, debido a nuestro sistema educativo. Y es que hay que tener en cuenta, para empezar, que los buenos oradores no nacen, se hacen. En ambos artículos se hablaba acerca de los entresijos que tiene hablar en público y se defiende que preparar a los estudiantes para la oratoria debería ser obligatorio.

Y, si tan importante es para todos en el mundo moderno, aun lo será en mayor medida para una persona que se quiera dedicar a la interpretación. Cierto, lo primero que se nos viene a la cabeza es un intérprete metido en una cabina, con sus cascos y la protección que le ofrecen el cristal y las paredes. En ese caso lo primordial es saber articular un discurso correcto y que sea fiel al original. Sin embargo, también tenemos que tener en cuenta que hay otra modalidad de interpretación: mi adorada interpretación consecutiva. A la hora de enfrentarse a ella sí que hay que tener en cuenta otras muchas cosas: postura, lenguaje corporal, expresión facial... Incluso es importante llevar un atuendo apropiado. Por ello, no está de más que se nos prepare para tan ardua labor.


A grandes rasgos, se puede concluir que la expresión oral y la capacidad de hablar en público tienen más importancia de la que parece. Tal vez por eso en la carrera de Traducción e Interpretación hay una asignatura enfocada a ello, que yo cursaré este año y de la que espero sacar el máximo provecho. Mientras tanto, me despido por escrito y voy a comenzar con las tareas que ya nos han mandado.

domingo, 13 de octubre de 2013

Vuelta al cole... O a la Universität

Pues sí, sigo en Alemania. De hecho, mañana es el día en que mi estancia en el país germano comenzará a tener sentido en términos absolutos porque, has acertado, mañana tenemos las primeras clases.

Recuerdo con nostalgia cómo era la vuelta al cole cuando éramos niños y de verdad íbamos al colegio. Todo era muy emocionante: el rencuentro con los compañeros después de tres largos meses (por aquel entonces no había redes sociales y, en cualquier caso, éramos demasiado pequeños como para usarlas), la expectación por saber con qué profesor nos tocaría, le excitación al estrenar el material escolar...

Ahora la situación ha cambiado. Ya no sólo se trata de que hay diferencias notables entre la escuela y la universidad, sino que encima vivo en otro país y hay que lidiar con un nuevo idioma, un nuevo sistema de estudios y un nuevo edificio.


Supongo que no deja de ser un reto y, en cualquier caso, muchos alumnos han pasado por la misma situación antes que yo y han salido triunfantes. Por eso no voy a ponerme dramático ni voy a asustar a nadie. Pero, de todos modos, deséame suerte... ¡por partida triple!

viernes, 27 de septiembre de 2013

Un español en Heidelberg: primer mes

Después de haber hablado acerca del papeleo previo a una experiencia Erasmus y de todas las angustias que a veces conlleva, he conseguido llegar a mi destino y actualmente disfruto de tan famosa beca en la teutona ciudad de Heidelberg. Aquí llevo ya prácticamente un mes y, poco a poco, he aprendido a sobrevivir entre sus calles y sus gentes, acostumbrando el oído al brusco idioma germano y adaptándome a la vida en otro país.

El caso es que los principios siempre son difíciles. Nada más llegar te das cuenta de que estás en una ciudad que no conoces y la realidad te da una bofetada en la cara: aquí vas a pasar una larga temporada y hay demasiadas cosas pendientes. Por eso, toca moverse: ir a la universidad, a la oficina de relaciones internacionales, al banco, al supermercado... (no te rías, es un paso tan imprescindible como cualquier otro... y puede llegar a ser igual de complicado).

A medida que pasan los días, por suerte, los problemas se van resolviendo y la lista de asuntos pendientes se vuelve cada vez más exigua. Además, en ese periodo ya te ha dado tiempo a conocer a algunos de los que serán tus compañeros de viaje durante los próximos meses. Las quedadas Erasmus se suceden día tras día, con caras nuevas en cada fiesta y vas aprendiendo cuáles son los mejores locales. Además, es muy enriquecedor convivir con gente de tan diversas procedencias y también es divertido mantener conversaciones con tantas personas desconocidas en una noche, sobre todo si al mismo tiempo puedes practicar uno (¡o varios!) de tus idiomas.


Supongo que por esta experiencia ya han pasado miles de estudiantes antes que yo y no puedo aportar nada nuevo. Por ello, creo que sólo me falta mandar un saludo a mis nuevos amigos de toda Europa... y, cómo no, a mis compatriotas españoles.

lunes, 23 de septiembre de 2013

El show de Truman

Insisto: mi incultura cinéfila es uno de mis asuntos pendientes. Hay innumerables películas que no he visto y, entre ellas, también muchos clásicos. Tal vez por eso no es de extrañar que no hubiera visto El show de Truman hasta ahora.

Y dirás 'El show de Truman no es un clásico'. Estás en tu derecho, supongo que hay títulos mucho más legendarios y memorables. Sin embargo, es una película de la que había oído hablar en muchas ocasiones y eso, a mis ojos, la convierte en un clásico sin ningún tipo de duda.

El debate al respecto podría durar horas, días, semanas. Por ello, de momento me limitaré a comentar lo más destacable de la película que, clásico o no, todo el mundo debería ver. Por ejemplo, el hecho de que el argumento es excepcional. Por ejemplo, que Jim Carrey hace un gran papel (claro que es uno de mis actores favoritos y no puedo ser muy parcial). Por ejemplo, que seguro que ha hecho pensar a todo el mundo que la ha visto que su vida puede ser una farsa. Y, por ejemplo, que está cargada de simbolismo desde el primer minuto hasta el último. No quiero desvelar el contenido -ni el final- pero te adelanto que sólo el nombre escogido ya es bastante representativo: Truman.

Supongo que lo mejor de la película es que nos hace cuestionarnos todo tipo de cosas. ¿Sería esa situación posible en la realidad? ¿Hasta qué punto se puede jugar con la vida de las personas? ¿Es que acaso a mí también me están grabando las veinticuatro horas del día? No mientas, si has visto El show de Truman sabes de lo que hablo... y tú también te lo has planteado.


En fin, que era una de las pelis que tenía en mi lista y estoy contento de poder tacharla. En el fondo espero que todas las demás sean del mismo nivel porque, por si no te habías dado cuenta, me ha gustado bastante. Ahora toca ir a por la siguiente... y estoy abierto a sugerencias.

miércoles, 18 de septiembre de 2013

Libros para niños

Hoy he dado una vuelta por el centro y he entrado, cómo no, en una librería. Resulta que ahora vivo en Alemania y una de mis prioridades es leer algo en la lengua de Goethe, por eso estoy buscando un libro en alemán apropiado para mi nivel. Ya he comentado que es un idioma complicado y yo llevo poco tiempo estudiándolo, así que mis opciones son limitadas: sólo me atrevo con las historias que ya me he leído... y con los libros para niños.

De modo que la opción obvia era elegir alguno de la saga de Harry Potter. Cumple el primer requisito de sobra (básicamente porque me los sé casi de memoria) y, más o menos, el segundo. Así que fui a la sección de libros infantiles y miré si tenían el primero: 'Harry Potter und der Stein der Weisen'. Le eché un vistazo para asegurarme de que recordaba el argumento (mejor dicho, frases enteras... tanto en español como en inglés) y aproveché para echar un vistazo y ver si aquí se lee lo mismo que en España.

Efectivamente, vi numerosos nombres, autores y sagas conocidas. Se ve que los gustos alemanes no son tan distintos de los del resto del mundo. Sin embargo, un título en concreto me llamó la atención. 'Die Bücherdiebin'. Primero, porque lo entendí ('La ladrona de libros': no sólo es la traducción literal, sino que también es el título en español) y, segundo, porque no considero que sea un libro para niños.

Ya he asumido que Harry Potter estará siempre en la sección infantil. Por muy maduro que quiera parecer, han sido los libros de mi infancia y -por mucho que los editores intenten lo contrario con portadas “adultas”- están principalmente dirigidos a niños. La ladrona de libros, sin embargo, es una historia perfectamente adulta, con una trama desgarradora y un contexto histórico no apto para menores. Yo, sin ir más lejos, lo leí cuando ya era legalmente mayor de edad y se metió de cabeza en mi top ten. Es cierto que la protagonista es una niña y que en la sinopsis envuelven la historia en un halo un poco pueril, que hace pensar más en magia que en la guerra. Pero no estoy de acuerdo con que sea un libro para niños.


Lo mejor de todo, sin embargo, es que prácticamente acabo de aterrizar en mi nueva ciudad. Durante los primeros meses viviré en un país extranjero, con todo lo que eso conlleva, y lo que ronda mi mente es el hecho de que he encontrado un libro mal colocado... Supongo que eso, en cierto modo, es positivo: quiere decir que mis preocupaciones no son tan graves como para ocupar el cien por cien de mi capacidad cerebral... Aunque en algún momento sí que me pondré a hablar en detalle sobre mi nueva vida, y espero que todo lo que tenga que decir sea positivo.

jueves, 29 de agosto de 2013

Un español en Bonn

Ya llevo algunas semanas residiendo en Alemania. He venido a Bonn a hacer un curso de alemán antes de irme a Heidelberg de Erasmus y, aunque no tengo intención de convertir este blog en un diario, sí que me gustaría compartir una serie de conclusiones a las que he llegado después de vivir entre teutones y, en realidad, gente de todo el mundo.

1.-Hay que tener cuidado en los bares y restaurantes de Alemania porque, pidas lo que pidas, te van a dar cerveza. Puede parecer exagerado, pero prometo públicamente que en un pub irlandés pedí una pizza (sí, todo muy coherente) y a los pocos segundos me vi con una pinta en la mano. No sé si es que mi pronunciación es todavía peor de lo que yo pensaba o es que la camarera me odiaba, pero por lo menos la cerveza estaba buena (lo cual tiene especial mérito si tenemos en cuenta que NO me gustan las bebidas alcohólicas). Asimismo, aprovecharé para anunciar que muchas veces das Bier es más barata que el agua.

2.-Cuando vas al extranjero tienes que estar preparado para que te hagan todo tipo de preguntas extrañas. Me ha tocado explicar más de una vez dónde está Salamanca (comprensible y justificable), pero también me he tenido que enfrentar a una cuestión tan desconcertante como '¿En España se usa mucho el microondas?'.

3.-El país germano ha permitido que mi alemán haya mejorado estos días; sin embargo, reconozco que he hablado principalmente en inglés. Sin duda, se ha convertido en un lenguaje universal, pero también hay dos factores que me han empujado a ello: la ausencia de españoles (un saludo para los pocos con los que he compartido curso) y lo endiablado del idioma de Goethe. En fin, un poco de práctica nunca viene mal...

4.-Los estereotipos se cumplen. No siempre, pero se cumplen. A mí me han dicho ya unas cuantas veces que tengo cara de español, pero es que también hay italianos, estadounidenses, británicos y algún que otro ruso se adaptan perfectamente a los tópicos correspondientes.

5.-Hay pocas personas que se atrevan con el alemán. Sólo los más valientes y aquéllos con inquietudes lingüísticas especialmente desarrolladas lo consiguen. Tal vez por eso me he encontrado con gente tan variopinta y me he visto en situaciones tan curiosas. Por ejemplo, hablando italiano con una polaca o francés con un griego. También sorprende la cantidad de personas que están aprendiendo español o que dominan con soltura un buen número de idiomas.


6.-Pocas experiencias te van a permitir crecer como persona tanto como vivir una temporada (aunque sean unas pocas semanas) en otro país y rodeado de gente de, literalmente, todo el mundo (sin ir más lejos, el pasado martes echamos un partido de baloncesto otros seis amigos y yo; éramos sólo siete personas y procedíamos de cuatro continentes distintos). Es increíble lo que se puede llegar a aprender y lo enriquecedor que resulta. Por ello, termino con otro saludo para mis nuevos amigos de Ucrania, Grecia, Irán, Rusia, Estados Unidos, Turquía, Japón o Túnez.

miércoles, 14 de agosto de 2013

El alemán

No, no voy a hablar de ningún teutón, de estos altos, rubios y vestidos de verde que pueblan las densas llanuras de Centroeuropa. Esto es un blog serio: voy a hablar del idioma.

Una vez que escuché que alguien se refería a él (al idioma) como una 'afición masoquista' (un saludo, por si estás leyendo esto). Y yo, meses después, tras intensas jornadas de estudio y algún que otro quebradero de cabeza, no puedo estar más de acuerdo.

Y es que, para empezar, el alemán es difícil. La gramática incluye la declinación de adjetivos, sustantivos y hasta artículos, así como cuatro bonitos casos. En español no tenemos de eso (desaparecieron con el tiempo, porque en latín sí que hay) y, aunque se nos pueda tachar de vagos, yo creo que en esto hemos sido prácticos: hemos permitido que nuestra lengua haya evolucionado hacia algo más sencillo, no como nuestros queridos germanoparlantes. El vocabulario es bastante distinto al del castellano y sólo vagamente similar al inglés (bueno, algo es algo). La pronunciación, si bien resulta asequible, también está a prueba de tímidos que no se atrevan a adoptar el tono brusco que a veces requiere el alemán. El orden de las frases es tan diferente al español que, no sólo puede parecer incluso absurdo, sino que es fuente de numerosos errores. Y, para colmo, tienen unas bonitas partículas con las que modifican el significado de los verbos (en la línea de los phrasal verbs ingleses) y que, para complicarnos aún más a los pobres estudiantes, van siempre al final de la frase.

Sin embargo, también es bonito y atrayente. El sonido duro y siseante tiene un aire exótico y, sobre todo, único. El vocabulario, aunque complicado, tiene una cierta lógica. Y en cuanto a las declinaciones y el orden de las frases, al final acaba por ser poco más que un juego.

Entonces, ¿se puede lograr un manejo absoluto, o al menos aceptable, del alemán (seguimos con el idioma)? Los entendidos del tema dicen que sí, y que de hecho es más fácil que el inglés o incluso el italiano. Sin embargo, supongo que yo todavía estoy muy lejos de ese nivel y tendré que conformarme con acabar las frases y cruzar los dedos para que todo lo que diga / escriba esté bien declinado y en el orden correcto... pero creo que, en cualquier caso, ha llegado el momento de darle el empujón definitivo y ver si dentro de unos meses puedo unirme a ese selecto club de eminencias que consideran el alemán pan comido.


Saludos desde Alemania.

lunes, 5 de agosto de 2013

Al lugar donde has sido feliz...

Si me conoces o has leído este blog con regularidad, sabrás que viví un año de mi vida en Barcelona. Fue un curso inolvidable, repleto de grandes experiencias y de personas que, a día de hoy, siguen siendo importantes en mi vida. Fueron nueve meses tan buenos que cuando abandoné la ciudad y vi cómo el tren se alejaba irremediablemente, sólo había un pequeño sentimiento de vacío en mi pecho. Pero nada de tristeza. En mi cara estaba grabada una amplia sonrisa y de mi boca únicamente salían palabras de agradecimiento.

Con el paso del tiempo, empecé a organizar pequeños viajes de vuelta. Visitas en las que, si bien brevemente, podía volver a ver a quienes se habían abierto un hueco en mi lista de amigos. También podía reencontrarme con la ciudad, pasear por sus calles, volver a pisar los bares que solía frecuentar e incluso seguir explorando las pequeñas y grandes joyas que abundan en la ciudad condal.

'¿Y a qué viene todo esto?', te estarás preguntando. Pues muy sencillo: a que el destino a veces es tan irónico conmigo como lo soy yo con los demás. Te diré, para empezar, que mi primer retorno a Barcelona tuvo lugar apenas una semana después del final de curso y fue una escala de unos pocos minutos en el aeropuerto, durante un vuelo con destino Menorca. Y añadiré que me he visto obligado a pasar la noche en él una vez más: justo en mi viaje de ida a Alemania, el país que me acogerá durante mi año Erasmus...

En una ocasión, una amiga me recordó una frase de una famosa canción. 'Al lugar donde has sido feliz no debieras tratar de volver'. Yo puedo afirmar con orgullo que en Barcelona fui feliz... Pero también diré con rotundidad que trataré de volver. Aún son muchos los amigos que me esperan aquí y sigo teniendo ganas de viajar cuando se me presenta la oportunidad. Sin embargo, sí que es cierto que estas pequeñas bromas del destino me dejan un poco descolocado y, por eso, ahora que en cierto modo he vuelto, no sé muy bien cómo sentirme.


Un saludo desde el Aeropuerto del Prat, Barcelona.

martes, 30 de julio de 2013

Piscinas

¿Hay algo más bonito que una piscina llena de gente, en la que los niños chapotean y todos exhiben sus bronceados cuerpos semidesnudos?
Sí, una piscina vacía.

No porque los cuerpos morenos y bronceados no siempre son lo que uno espera encontrar en una revista de modelos. Qué va, no soy tan superficial (todavía). Lo digo simplemente porque pocas cosas consiguen transmitir tanta paz y tanta serenidad como una piscina vacía.

El agua inmóvil, el azul de los azulejos (valga la redundancia), el vaivén de las pequeñas olas, la luz que se refleja en la superficie… Todo contribuye a un equilibrio mágico y perfecto… Hasta que el gracioso de turno decide zambullirse y cargarse la escena. A menos que ese gracioso seas tú mismo, en cuyo caso la magia perdura un poco más. Puedes dar unas cuantas brazadas y sentirte poderoso por haber deshecho algo tan hermoso o puedes bucear para sentirte en completa armonía con las cloradas aguas. Y, aunque esta magia también acaba por desaparecer, al menos durante unos momentos todavía tienes la oportunidad de disfrutar con la vista del líquido elemento, distorsionada por el cristal de las gafas, e imaginar que estás en un cálido mar caribeño, o en el glacial Océano Ártico, según la temperatura del agua.

Hasta que otro gracioso -que esta vez no eres tú- también decide que zambullirse es una buena idea... Y entonces la magia se esfuma irremediablemente.


jueves, 25 de julio de 2013

La importancia de escribir bien (en español)

Hace muchos años, un profesor de lo que por aquel entonces se llamaba ‘Lengua Española y Literatura’ planteó una pregunta para comenzar el curso: cuál era el objetivo de su asignatura. Todos nos quedamos un poco sorprendidos. Tal vez nuestra curiosidad había desaparecido con nuestra infancia. Tal vez la adolescencia no había venido acompañada de una nueva capacidad para cuestionarlo todo. Tal vez, simplemente, nuestro conformismo nos había llevado a una actitud tan pasiva que ni siquiera se nos había ocurrido pensar que había un motivo detrás de esa materia.

Yo por aquel entonces ya presumía de lo bien que escribía. No había faltas de ortografía que mancharan mis redacciones, no faltaban más acentos que los que no ponía por despiste e incluso las comas parecían estar en su sitio. Sin embargo, mi escritura aceptable había llegado a mí de forma tan pasiva como yo había alcanzado la adolescencia. No había un porqué detrás.

Supongo que por eso me quedé callado y esperé a que fuera el profesor el que respondiera a su propia pregunta, algo que hacemos los estudiantes en un porcentaje absurdo de las veces. Alguno de mis compañeros sí que aventuró une especie de respuesta, algo parecido a ‘para escribir bien’, pero eso tan solo trajo consigo una nueva pregunta: para qué servía escribir bien.

La clase parecía animarse y ahora sí que hubo distintas respuestas: para ser más culto, para dar buena imagen… El profesor las dio por buenas, pero valoró especialmente una opción un poco más atrevida: para expresar mejor los sentimientos.

Por algún motivo, esa afirmación se quedó grabada en mi cabeza y, a día de hoy, se ha convertido en la razón principal por la que lucho por escribir de la mejor manera posible. Muchas veces me he refugiado en algo parecido a un diario, en garabatear frases aleatorias o en transcribir la letra de mis canciones favoritas. Iba en busca de consuelo y sé que no lo habría encontrado si mi español no me lo hubiera permitido. Si no supiera escribir (bien) no habría podido expresar lo que sentía y quizá esa incapacidad habría traído consigo frustración y rabia, en lugar del consuelo que yo anhelaba.

Supongo que, por tanto, eso es lo que yo respondería si me preguntaran ahora mismo cuál es la importancia de saber escribir bien.

Habrá quien argumente que no es necesario tener una ortografía impoluta, o una perfecta redacción, para poder expresar sus sentimientos. En ese caso, mi razonamiento sería inválido y tendría que aportar otros motivos que hacen que escribir bien sea tan importante.



No hay problema, porque hay otra razón fundamental - principalmente para los traductores: escribir correctamente también es un medio de vida. El nuestro. Un impecable manejo del español es nuestra carta de presentación, nuestro aliado y nuestra mejor arma. Es lo que permitirá decir, sin errores, todo lo que queremos y es la herramienta gracias a la cual podremos afirmar, con la frente bien alta que somos «un buen traductor».

miércoles, 17 de julio de 2013

Aventura preErasmus

Hace unos meses escribí acerca de la aventura que supone pedir un Erasmus... y conseguirlo. Yo tuve un par de crisis que me llevaron, primero, a optar por otras becas (por si ésta me fallaba) y, segundo, a tener una serie de pequeñas crisis relacionadas con el próximo curso. Pero lo peor es que las sigo teniendo.

Y es que mi experiencia previa al Erasmus está siendo una pequeña odisea. Es cierto que me dieron mi primera opción (¡olé yo!) y que todo tiene muy buena pinta. Sin embargo, también he tenido que pasar por momentos que han puesto a prueba mi paciencia. Por ejemplo, cuando mis futuros compañeros recibieron sendos correos en los que se les informaba de que su documentación había llegado correctamente, mientras mi bandeja de entrada seguía cruelmente vacía (mi correo llegó casi tres días más tarde); o cuando me enteré de que era la universidad de mi ciudad de destino la que asignaba el alojamiento, sin establecer los criterios en los que se basa y sin que nosotros podamos hacer nada, con la impotencia que eso conlleva.

A lo anteriormente mencionado hay que sumarle el hecho de que no voy a poder hacer el mismo curso preparatorio que todos mis compañeros y que mi alemán todavía no está para tirar cohetes.

Pero... ¿sabes qué? Tampoco es para tanto. Ahora es el momento en el que saco a relucir el optimismo que me caracteriza y me digo a mí mismo que todo saldrá a pedir de boca y que no hay mal que por bien no venga.


Por ello, reitero lo que dije en aquella pretérita entrada: el año que viene estaré escribiendo desde Alemania... y tendré muchas cosas que contar.

martes, 16 de julio de 2013

La flaqueza del bolchevique, de Lorenzo Silva

Cuando cogí este libro, finalista del Premio Nadal de 1997 (creo), me esperaba alguna aventura de Rubén Bevilacqua, el carismático agente de policía que protagoniza muchas de las novelas de Lorenzo Silva. Al final, sin embargo, me encontré con un relato crudo, sórdido y un poco escabroso, pero que perfectamente se habría merecido el premio... eso si tenemos en cuenta que no sé quién lo ganó.

Y es que, aunque la forma de escribir de Lorenzo Silva pueda resultar un poco barroca, y hasta retorcida, es magistral cómo juega con las palabras, cómo mezcla el lenguaje más directo con las metáforas más elaboradas. También resultan magistrales sus divagaciones (que son las que dan título a esta historia, que no trata de bolcheviques) y el hecho de que, a pesar de lo crudo y desalentador del libro, tenga partes cómicas que han llegado a arrancarme más de una sonrisa.


Todo eso, sumado al hecho de que no llega a las doscientas páginas y de que está impreso con letra grande (con lo cual la lectura no sobrepasa unas pocas horas) hace que sea totalmente recomendable. Así que ya sabes, si tienes una tarde y la posibilidad de leerlo, dale una oportunidad, puede que te guste.

domingo, 30 de junio de 2013

Los traductores: los guardianes de la lengua

Hace un año hubo quien me dijo que el inglés es el idioma con mayor número de palabras. Y, hace más años todavía, leí un libro en el que se afirmaba que todas sus palabras tenían más de un significado. Si sumamos ambas cosas, obtendremos como resultado una mayor dificultad para los que nos ganamos la vida traduciendo del inglés (ya me incluyo, qué optimista que soy), pero para mí tan sólo refleja la increíble riqueza que se esconde detrás de una lengua.

Sin embargo, no niego que tanta variedad pueda ser un problema de difícil solución. Cada palabra tendrá unos cuantos equivalentes en el idioma de destino (en mi caso, el español), pero no todos servirán en todos los contextos. Y ahí es donde entra en escena el traductor, cuyo deber es optar por la mejor opción.

Tal vez por eso me marcó tanto una frase que pronunció mi profesora de Interpretación Simultánea en la última clase a la que asistí. Después de que uno de mis compañeros tradujera implement por 'implementar', ella le alentó a que eligiera algún otro término, porque lo de 'implementar' sonaba a calco del inglés y porque, en este caso, había muchas alternativas: poner en marcha, llevar a la práctica, desarrollar... Cierto, 'implementar' no es una opción mala, pero las hay mejores. Además, nosotros somos 'guardianes de la lengua' y tenemos que evitar este tipo de “errores”.

Independientemente de que le dé la razón a la profe (que se la doy) o no, me gustó mucho cómo sonaba eso de 'los guardianes de la lengua'. Me hace pensar en batallas épicas, dragones, mazmorras y tesoros escondidos. Hace que me sienta como uno de esos caballeros de los cuentos, lleno de valor y de fuerza. Pero es que, al fin y al cabo, la lengua es un tesoro que tenemos que cuidar y nosotros somos los personajes encargados de hacerlo. Debemos protegerla de todo el daño que quieran infringirle los dragones lingüísticos y mantener en buen estado las mazmorras que los encierran.

Así pues, yo pienso ponerme la armadura y desenvainar la espada. No permitiré que el español sufra daño alguno en mi presencia y lucharé con honor para defenderlo. Es cierto que un idioma está expuesto a incontables peligros, desde la incultura de sus hablantes hasta la invasión por parte de los términos de otros idiomas. No siempre podremos conseguir que nuestra protegida quede indemne (y siempre hay que tener en cuenta que este tipo de puntos débiles son los que permiten que la lengua evolucione), pero sí podemos hacer todo lo que esté en nuestra mano para que dicha evolución siga una senda razonable por los caminos de “un país muy lejano” y no una caída vertiginosa ladera abajo, hacia el abismo de la sinrazón y la barbarie.


Y, colorín colorado, este cuento se ha acabado.

domingo, 23 de junio de 2013

Que la suerte os acompañe

A medida que se acerca la temida pruebade acceso para el grado de Traducción e Interpretación de la Usal, crecen los comentarios y las preguntas, pero también la inquietud y el miedo. Mis futuros compañeros están asustados porque no deja de ser un examen que hay que aprobar, mientras que los veteranos recordamos viejos tiempos y pensamos en las diversas formas de asustar a los aspirantes. De hecho, ayer decidimos que era buena idea ir a la facultad y exclamar cosas como '¡Ya es la quinta vez que me presento!', '¡No me ha dado tiempo a estudiármelo todo!' o 'El año pasado tuvimos que traducir versículos de la Biblia'. Al final no lo vamos a hacer (yo por lo menos), os dejaremos tranquilos mientras dure la prueba.

Por eso, aunque queden sólo unas horas para que os tengáis que sentar a escribir la redacción y el resumen, queridos novatos, desde aquí os deseo toda la suerte del mundo y os animo a que os tranquilicéis, porque de verdad que no es para tanto. No necesitáis prepararos, basta con que dominéis el español y, por qué no, alguna de las tres lenguas que se ofrecen. Y, a los que aprobéis tanto la parte escrita como la oral, ya nos veremos por la facultad. ¡Hasta pronto!

domingo, 16 de junio de 2013

Papel mojado, de Juan José Millás

-Esto es papel mojado, amigo, letra muerta


Seguro que te suena el nombre de Juan José Millás. ¿No? Pues es muy conocido. Es uno de los periodistas españoles con mayor renombre y, además, tampoco se defiende nada mal como escritor.
Reconozco que yo sólo sabía quién era gracias a las clases de Lengua Castellana de segundo de bachillerato (qué lejos queda ya todo eso...) y me había limitado a leer los artículos que nos traía la profesora o que elegíamos los propios alumnos para analizar posteriormente, pero sí que tenía ganas de profundizar en su obra. Por eso, cuando vi el escuálido tomo de este libro en uno de los puestos que inundaban la Plaza Mayor de Salamanca el día 23 de abril, decidí que seguramente esta historia sería tan buena como cualquier otra y que, con toda probabilidad, valdría los pocos euros que debía pagar por él.

Independientemente del valor económico, sin embargo, debo admitir que fue una gran adquisición. Papel mojado consigue enganchar desde el primer momento (gracias a un principio tan contundente como bello) y su nivel no disminuye en ninguna de sus siguientes 140 páginas (ya he dicho que su tomo es escuálido: es un libro muy cortito).El protagonista tiene es una de esas personas a las que les coges cariño rápidamente y el final está a la altura; no daré más detalles.


Además, hacía mucho que me apetecía leer algo así. Un libro que no quisiera soltar, que pudiera devorar en pocos días y que me descubriera un nuevo mundo (en este caso, la obra de Juan José Millás más allá de los artículos que analicé cuando aún era un inocente preuniversitario). De hecho, en cuanto pueda volveré a leer algo suyo. Tengo un par de títulos en mente y todo el verano por delante. Ya te contaré.

domingo, 2 de junio de 2013

Prueba de acceso al Grado en Traducción de la Usal

Hace unas semana vi en un blog lo que una traducompi había escrito respecto a la prueba de acceso para el Grado de Traducción e Interpretación de la Universidad de Salamanca. No sólo explicaba el procedimiento, sino que incluso daba una serie de consejos para superarla. Fue entonces cuando me pregunté ¿y yo por qué no? Al fin y al cabo, un blog no está completo hasta que el autor explica quién es, de dónde procede y cómo ha llegado hasta allí.

Pues bien, yo ya me presenté en su día, narré brevemente mis peripecias en el mundo de las ciencias y ahora toca explicar cómo he acabado siendo un proyecto de traductor en una de las facultades más prestigiosas de España.

Resulta que, independientemente de cuál era mi vocación inicial, hubo un momento en el que decidí que tenía que darle un giro a mi vida y llegué a la conclusión de que empezar esta carrera sería una buena forma de hacerlo. De modo que hice todo el papeleo, compré un billete de avión desde Barcelona, ciudad en la que residía por aquel entonces, me puse las cuatro capas de ropa reglamentarias para todo viajero de Ryanair y me metí en el bolsillo el primer libro de Harry Potter, en inglés (Harry Potter and the Philosopher's Stone), para cambiar el chip y empezar a pensar en inglés.

¿Que por qué un libro en inglés? Lo que pensé en aquellos momentos fue que mis títulos en la lengua de Shakespeare y mis años de formación no servirían de nada si no iba con un poco de preparación previa, la del día anterior a un examen. Poco importaba que prácticamente me supiera el libro de memoria, lo que yo necesitaba era que frases enteras salieran de mi mente sin tener que pensar, poder formularlas inconscientemente. ¿Que por qué ése en concreto? Supongo que mi devoción por Harry Potter tuvo algo que ver...

En realidad, estaba bastante equivocado. Es cierto que hay que saber defenderse en inglés y que la prueba no puede superarla cualquiera, pero yo enfoqué mal una cosa: lo verdaderamente imprescindible es un dominio absoluto del español.

Sí, ya sé que he insistido mucho en eso, igual que todos mis profesores a lo largo de todos los semestres de carrera que llevo cursados. Pero es que es verdad. La prueba de acceso se aprueba si eres capaz de producir algo legible en inglés, sin errores evidentes, y si también puedes escribir en castellano un resumen “perfecto” de un texto escrito, mira por dónde, en castellano. Y, sinceramente, creo que aquí es donde se queda mucha gente. Ya comenté en su momento que un origen español no garantiza un dominio absoluto de la lengua de Cervantes, y sin embargo, ésa es la meta de todo traductor que se precie. Los profesores y miembros del tribunal, muy sabios ellos, son conscientes de ello y lo tienen en cuenta antes de dejar entrar en la carrera a uno de esos seres despreciables que confunde 'haber' con 'a ver', por poner un ejemplo.

Poco después le llega el turno a la prueba oral. Tal vez hablaré de ella más adelante, que ya me estoy alargando más de lo que pretendía.

Con un poco de suerte, tú eres un futuro aspirante a traductor y tal vez tendrás que enfrentarte en breves a la temida prueba de acceso. Si es el caso, espero haberte servido de algo. Y, una vez que sabes qué es lo que te van a pedir, es el momento de enfatizar cuan importante es leer a todas horas y, por qué no, escribir vivencias, opiniones y críticas como este humilde amago de bloguero.

¡Nos vemos por la facultad!

domingo, 26 de mayo de 2013

Miscelánea de dislates. Segunda parte

Hoy vuelvo a actualizar. Y lo hago con otra redacción que escribí como tarea de una asignatura. No es por falta de ideas (que también), es porque este tipo de ejercicios me encantan. Una vez más, se trataba de usar una serie de palabras determinadas en el cuerpo de la redacción (es fácil averiguar cuáles son). Espero que te guste.

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 -No intentes engatusarme con tus embustes y no pienses que voy a dar crédito a tus sofismas, porque tu pericia no está a la altura y hace ya mucho que no dejo que nadie me engañe...

Mi amigo Jorge siguió hablando durante un buen rato. Le encantaba usar palabras que nadie entendía cuando se acaloraba y esta vez, además, yo le había proporcionado una excusa excelente. En realidad, tan solo había propuesto que entráramos en el cine a ver una película de vaqueros. No es que me entusiasme dicho género, pero había empezado a llover y quería guarecerme de la lluvia. El cine nos cobijaría y, además, mantendría callado a Jorge durante dos benditas horas. Sin embargo, no me acordaba de que ahora mi amigo estaba en contra de las multinacionales, fueran del tipo que fueran, y pensó que trataba de poner a prueba sus principios.

-...sabes que estas compañías acabarán por acumular un porcentaje cada vez mayor de la riqueza mundial. Mi postura antagónica al capitalismo no me permite entrar a ver ese largometraje que me propones y ni siquiera entiendo cómo se te ha ocurrido sugerirlo...


Dejé que continuara con su perorata durante un rato, sin comentar que la mayoría de los cines de este país se estaban viendo obligados a cerrar porque ya no son un negocio rentable. Lo cierto es que me encanta escucharle, y reconozco que yo daría cualquier cosa a cambio de tener su misma habilidad para expresarme, o un vocabulario tan rico. Eso sí, creo que la próxima vez me lo pensaré dos veces antes de volver a quedar con él.

miércoles, 15 de mayo de 2013

¿Whisky o güisqui?


Hay gente rara por el mundo a la que le gusta el whisky y lo bebe voluntariamente. Algunos lo toman solo, otros con hielo, otros mezclado con refrescos... Incluso hay quien se pide copas cuando sale de fiesta. Para el que no lo sepa, el diálogo que tiene lugar en la discoteca en cuestión sería algo así:

-Buenas noches, querido cliente, ¿qué le pongo?
-Hoy tomaré un whisky con cola, por favor.
-Ahora mismo.

Ninguno de los dos interlocutores se podría imaginar que en una conversación tan, aparentemente, inofensiva yo puedo encontrar un bonito tema para desarrollar en este mi querido blog. Efectivamente, me refiero a la palabra 'whisky' y a sus distintas posibilidades de escritura.

Hace unos años, la ilustre Real Academia Española (RAE para los amigos) decidió que era buena idea “españolizar” el término (es que era demasiado sajón, con tanta uve doble y tanta i griega... o ye, de lo que tal vez hablaré en un futuro) y, por eso, propusieron 'güisqui' como alternativa. Y se quedaron tan anchos.

A ver, entiéndeme, razón no les falta. ¿Para qué vamos a usar una palabra con una pinta tan rara y que tiene haches en lugares imposibles cuando podemos escribirla con letras más castizas y va a sonar igual? Así les ahorramos quebraderos de cabeza a las personas mayores, que no están familiarizadas con el uso aleatorio de la ka, o a los niños pequeños (que, para empezar, ni siquiera tendrían por qué emplearla). Además, el licor en cuestión va a saber igual.

Sin embargo... a mí no me convence. Primero, porque en “español castizo” sigue sonando igual de raro. Segundo, porque he visto la palabra 'whisky' escrita tantas veces que nunca me he planteado cambiarla o corregirla. Y, tercero, porque esto puede dar lugar a que se pongan de moda otros cambios similares y empecemos a encontrarnos con cosas como 'cederrón' o 'rocanrol'. De hecho, el primero ya lo han aceptado en el Diccionario de la RAE... ¡y se han quedado tan anchos! (otra vez).

Igual son cosas mías, pero creo que mantener la escritura del idioma original nos puede aportar mucho, seguramente más de lo que nos aporta la forma “españolizada”. ¿Es que acaso suena igual de exótico Qatar que Catar? ¿No es más elegante una mujer enfundada en un foulard que una que simplemente se protege el cuello con un fular?

En fin, siento haberme alargado tanto con esta entrada; me voy a tomar un cubata a tu salud para compensar. Pero que no lleve whisky, que la liamos. De hecho, es día de diario y es hora de irse a dormir, quizá sea mejor idea optar por un vaso de leche con cacao en polvo (diría cola-cao, pero el DRAE todavía no lo recoge...).

¡Buenas noches!

domingo, 12 de mayo de 2013

Anna Karenina: la película


El imperecedero poder de la novela Ana Karenina, de León Tolstói, puede resumirse con las palabras del realizador Joe Wright: "Todos intentamos aprender a amar de un modo u otro"

lahiguera.net

Hace un par de semanas fui al cine a reencontrarme con los grandes relatos rusos y cuando salí me sentí un poco estúpido. No sólo por haber visto la peli sin leerme el libro (algo que intento evitar en la medida de lo posible), sino porque llegué a pensar que habría disfrutado más con otro final... Luego me di cuenta de que era una adaptación y de que cambiarlo habría sido poco menos que un sacrilegio. En fin.

Resulta que cada vez es más difícil ser original en el mundo del cine. O, mejor dicho, es difícil ser original sin caer en lo absurdo. Argumentos imposibles aparte, algunos directores optan por volver al blanco y negro, al cine mudo, al musical...

Lo que ha hecho Joe Wright ha sido jugar con los decorados. El transcurso de una escena a otra podía llegar a resultar tan espectacular como la escena en sí, y los decorados también se pueden considerar pequeñas obras de arte en sí mismas (además de una alegoría a la situación sentimental que se refleja en la historia, por lo que he leído por ahí). Cuando no rodaban en el interior de un teatro, además, se desplazaban a los blancos parajes rusos y el conjunto ganaba unos cuantos enteros. Eso sí, por lo visto los pobres actorzuelos lo pasaron bastante mal en medio de capas de nieve y la soledad absoluta de la estepa rusa... (ojo, es el momento de añadir que no todos los paisajes que aparecen son del país eslavo, algunas escenas campestres se rodaron en la menos exótica Salisbury, en el sur de Inglaterra).

Y, hablando de actorzuelos, tengo que destacar que en Anna Karenina se dan cita dos de los grandes nombres del momento. Un desconocido Jude Law, muy en su línea, y una estupendísima Keira Knightley, más elegante que nunca. Tal vez dos motivos extra para que más de uno se anime a sentarse en una butaca durante dos horas.

Eso de las dos horas no suena del todo bien, pero no te equivoques, sería tiempo sabiamente empleado. Como la estoy liando y, de todos modos, no quiero alargarme mucho, lo dejaré aquí. Då svidaniya!

martes, 7 de mayo de 2013

Miscelánea de dislates

Sigo pensando que los deberes a veces pueden ser buenas entradas del blog, así que aquí te dejo una redacción que escribí para una asignatura de la carrera. Consistía en usar una serie de términos (los que están en negrita) y la única norma era que el texto tuviera entre 250 y 300 palabras. Más adelante subiré algún otro trabajo...


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Había gente que lo describía como una persona tímida. Otros, no tan benévolos, le calificaban de raro, perturbado y siniestro. Tal vez se debía a su manía de caminar con la vista fija en el cielo, o a su hábito de pasarse horas enteras mirando por la ventana del aula. En realidad, a él todo eso le daba igual. Ciertamente, era consciente de su escasa aceptación entre los demás y siempre se había definido a sí mismo como alguien introspectivo y reservado, pero no cambiaría su forma de ser porque no necesitaba el beneplácito de nadie.

Ella tampoco era la persona más popular de la escuela. Su manera de hablar, plagada de frases inconexas, y su risa estridente habían provocado que nadie quisiera estar con ella más tiempo del necesario. Además, la contribución de su ortodoncia y de sus gafas de pasta no era precisamente favorable. Al final, se vio obligada a pasar los recreos sola y a sentarse en clase con quien le asignara el profesor de turno.

Los compañeros, en medio de la miscelánea de dislates y frases banales que constituían sus conversaciones, llegaron a comentar que ambos deberían hacerse amigos. En una ocasión incluso les pareció verlos juntos a la salida de clase. Sin embargo, no es que estuvieran disfrutando de la mutua compañía, es que él la estaba adelantando a ella de camino a casa.

De modo que nunca se hablaron y ambos terminaron el curso en la más absoluta soledad. Ella confiaba en que los años que estaban por venir fueran mejores que los que dejaba atrás. Él sólo quería poder seguir mirando al cielo desde su ventana.

domingo, 5 de mayo de 2013

Blood from a Stone, by Donna Leon (parte II)


[…] 'Clothes?'
'No, she's got too many already.'
Brunetti stopped in his tracks, turned to her, and said, 'I think that is the first time in my life, perhaps in recorded history, that a woman has admitted the concept of too much clothing might exist.'

Hace casi un año (como pasa el tiempo) comencé a leer este libro y, por cuestiones técnicas, no pude terminarlo. Sin embargo, sí que dejé constancia por escrito (en este mi querido blog) de que tenía intención de hacerlo y, sobre todo, de que tenía muy buena pinta.
Efectivamente, el argumento me parece excepcional. 'An unlikely victim. An elusive killer. An inexplicable murder?', como reza la portada de la edición inglesa. La combinación de estos tres factores, unida a la forma de escribir de Donna Leon, a sus reflexiones internas (que pone en boca del protagonista, Brunetti) y a la magia de Venecia, podrían haber hecho de este libro una obra de arte.
Y digo 'podrían' porque, en realidad, me ha sabido a poco. Tal vez me esperaba más después de un comienzo tan bueno. Tal vez he leído ya demasiadas novelas policíacas como para que sea fácil sorprenderme. Tal vez simplemente no era el mejor momento, o no he prestado suficiente atención.
Sin embargo, me quedo con la exótica forma de escribir de Donna Leon, con el hecho de que me ha acercado un poco más a la 'Ciudad del amor' y con el orgullo personal de haber cumplido la promesa que me hice a mí mismo el año pasado. Y, por supuesto, con esas pequeñas joyas (como la que da comienzo a esta entrada) que salpican todas sus obras.

sábado, 4 de mayo de 2013

Happy birthday to... me


Resulta que me acabo de dar cuenta de que este mi querido blog ya tiene más de un año. La primera entrada es del 25 de marzo de 2012 y, a día de hoy, estamos a 4 de mayo de 2013... Y yo, que no me había dado cuenta, ni lo he celebrado, ni he comido tarta, ni he soplado velas en su honor. ¡Ni siquiera lo he felicitado!
Sin embargo, supongo que más vale tarde que nunca y que nunca es tarde si la dicha es buena, así que ¡muchas felicidades! No voy a repetir lo de escribir la formulita en todos los idiomas que hablo, como ya hice cuando la facultad cumplió años, pero sí que te deseo que cumplas muchos más.
Porque eres un chico excelente (carita sonriente).

viernes, 3 de mayo de 2013

Efectos secundarios (la película)


Resulta que he visto en el cine la película 'Efectos secundarios'. He tenido la suerte de que me han invitado, porque no me he enterado de gran cosa. Eso sí, he pensado varias veces que es una película perfecta para que yo (o alguien como yo, no seamos egocéntricos) la traduzca. Incluso me ha parecido detectar algún error que, seamos sinceros, siempre sube la moral.
Sin embargo, insisto: apenas he podido seguir el argumento porque he tenido la cabeza en otra parte y porque la trama me ha parecido un poco intrincada. Por ello, no voy a opinar al respecto y me voy a limitar a publicitarme desde aquí como una buena opción para traducir este tipo de largometrajes (o textos en general, que estamos en crisis) pseudo-farmacéuticos.
Al fin y al cabo, la traducción científico-técnica es una rama tan noble como cualquier otra. Y yo prometo hacer un buen trabajo (carita sonriente).

martes, 23 de abril de 2013

¡Feliz Día del Libro!


Hay días especiales a lo largo del año. Supongo que la mayoría de la gente está pensando en la Nochebuena o en su cumpleaños, pero yo reconozco que el 23 de abril, Día del Libro, no podría faltar de mi lista (del top five, por ejemplo).
Todos los años desde que era pequeño me pierdo entre los puestos que colocan en la Plaza Mayor de Salamaca y me encierro en mi mundo. Un mundo que, minuto tras minuto, se va llenando de portadas, frases, nombres y promesas. Promesas de que disfrutaré con tal o cual historia y de que con cada página que pase seré un poquito más sabio.
De modo que, a medida que transcurre el tiempo, mis manos se van llenando de bolsas al mismo ritmo con el que mi monedero se vacía. Sin embargo, pocas experiencias hacen que vuelva a casa con una sonrisa tan grande y tan pura.
Y hoy, día del libro del año 2013, no se ha quedado atrás. Estoy muy orgulloso de algunas de mis adquisiciones (aunque, como siempre, me haya quedado con ganas de más) y yo también prometo que hablaré de ellas para ver si consigo que la misma sonrisa aparezca en tu cara.

lunes, 22 de abril de 2013

¡A aprender idiomas se ha dicho!


ya sabes que si necesitas ayuda (help) podemos quedar cuando quieras (whenever you want), nos tomamos algo (something) y abordamos a guiris que tengan pinta de hablar inglés (speak English)”.

Evidentemente, éste es uno de esos mensajes que se escriben de broma, para hilaridad del destinatario... en mayor o menor medida. En este caso, el receptor es una aspirante a tener entre sus manos el archiconocido título First, así que su hilaridad fue razonable (o al menos eso me dijo).
Resulta que hoy en día la máxima prioridad de todo el mundo es saber inglés. O, mejor dicho, tener un diploma que les haga creer que lo saben. No estoy sancionando dicha actitud, ni mucho menos. Considero que todo lo que suponga más conocimientos y la posibilidad de conocer a gente nueva es algo totalmente respetable. Sin embargo, ¿cuál es el punto en el que puedes afirmar que sabes hablar un idioma extranjero? ¿Cuántos exámenes tienen que hacerte? ¿Y qué preguntas deben figurar en dichos exámenes?
Se supone que yo, en mi condición de estudiante de Traducción e Interpretación, domino el inglés a unos niveles estratosféricos (tururú, pero a mí me viene de perlas, así que lo dejaremos así). El problema aparece cuando me doy cuenta de la cantidad de palabras que hay en la lengua de Shakespeare cuya traducción o cuyo significado desconozco. O cuando me bloqueo en mitad de una frase y no encuentro la forma de terminarla, entre otras situaciones.
Entonces, si siempre quedarán términos en el tintero, ¿tiene sentido estudiar inglés? La respuesta es un claro OF COURSE (o evidentemente, te dejo elegir). Dominar un idioma extranjero te abre la mente, así como muchas puertas a nuevas experiencias. También te permite hablar con un mayor número de desconocidos y puede salvarte el pellejo en más de una ocasión.
Así que desde aquí te animo a que te pongas a fondo con el inglés (o con el idioma de turno). No te limites a un diploma que no deja de ser un pedazo de papel: vívelo. Lee libros, ve películas, escucha canciones, habla con la gente, viaja y, sobre todo, ponte tus propios límites. Que seas tú quien decida si sabes el idioma en cuestión y no la nota de tu último examen.
De todos modos, mucha suerte para el First.  

lunes, 15 de abril de 2013

Dans la maison


Ya mencioné esta película hace unos días y dejé caer que haría sobre ella un análisis mas detallado. Pues aquí lo tienes.
Resulta que me ha encantado. No he sido capaz de apartar los ojos de la pantalla en sus 105 minutos de duración y no puedo menos que estar de acuerdo con las numerosas críticas positivas que ha recibido.
El desarrollo, los diálogos, la historia dentro de la historia... Además, he tenido la suerte de poder verla en versión original y te aseguro que ha sido una excelente idea; no sólo porque me encanta cómo suena el francés, sino porque tengo la impresión de que un mal doblaje podría hacer que perdiera demasiados puntos... Una pena para una peli de esta talla.
Llegados a este punto, ente tanta alabanza, tengo que hacer una mención especial al protagonista. Aunque todos los personajes son perfectos en su papel, Claude es sin duda el más carismático. Atrayente y siniestro al mismo tiempo, ha sido en gran parte responsable de que haya disfrutado tanto dans la maison.
Sólo pondría un par de pegas. La primera es que algunas escenas me han resultado un poco... digamos desconcertantes. Claro que yo soy una persona fácilmente impresionable y, en cualquier caso, el cine francés es desconcertante por definición. La segunda es que me esperaba otro tipo de final, pero lo dejaré ahí antes de desvelar nada (eso me convertiría en la clase de persona a la que siempre odié). Además, independientemente del final, insisto en que me ha parecido una gran película.

jueves, 11 de abril de 2013

Vivencias, anécdotas y batallitas: 1


Después de una larga noche en vela (noche toledana, que dirían algunos), pude abandonar la sala de espera y enseñarle mi billete a la amable azafata que decidía quién podía pasar y quién no. Una vez hube recibido el visto bueno, nos pidieron amablemente a mis compañeros de viaje y a mí que siguiéramos avanzando, de modo que atravesamos el siniestro pasillo y salimos al exterior. Allí nos recibió una bofetada de frío polar y una niebla tan densa que no pude ver a ninguna de las personas que me acompañarían en esa breve aventura.
De hecho, la niebla era tal que no tuve la menor duda de que suspenderían el vuelo y me quedaría con las ganas de hacer ese viaje que con tanta ilusión había planeado. O que intentarían despegar, pero el tiempo climático nos jugaría una mala pasada que quedaría registrada sólo en la caja negra. Al final, a pesar de mi miedo a morir entre horribles sufrimientos y en medio de la oleada de estupor en que me tenía sumido el sueño, escuché cómo el piloto nos daba la bienvenida a bordo y nos deseaba un feliz viaje. También vi cómo el avión tomaba velocidad y despegaba. El vuelo FR-7526 con destino a Pisa acababa de abandonar el aeropuerto de Girona y se disponía a sobrevolar las aguas mediterráneas durante las próximas dos horas.
Morfeo me acogió en sus brazos durante ese periodo, hasta que, al final, un leve golpe y una voz procedente de los altavoces me despertaron. El piloto se disculpaba por las posibles molestias y nos volvía a dar la bienvenida, esta vez... al aeropuerto de Génova.
Al parecer no había podido aterrizar en el de Pisa. Por condiciones meteorológicas adversas.

martes, 9 de abril de 2013

Tú tienes pinta de hablar bien español...


-Tú tienes pinta de hablar bien español.
-Vaya, gracias. Lo intento.

No recuerdo cuál fue mi respuesta exacta, pero creo que nunca podré olvidar que un día me dijeron esa frase. Que tenía pinta de hablar bien español.

En cierto modo, resulta un tanto surrealista (palabra que, por cierto, no aparece en el diccionario de la RAE, no la uséis). Quiero decir, yo nací en plena Castilla y no he tenido otra lengua materna que el castellano. Además, mi origen salmantino y sobriedad me han desprovisto de todo tipo de acento: por definición hablo un español puro, estándar y virtualmente falto de errores ('virtualmente' es un calco del inglés, tampoco la uséis).

Sin embargo, todo adquiere una perspectiva distinta cuando estudias una carrera de letras, te van a evaluar de una asignatura que empieza por 'Lengua Española' y tu sustento va a depender de cómo manejes dicha lengua (y que nadie piense mal). Es en ese momento cuando no te puedes permitir ningún tipo de fallo, debes recordar todas las normas gramaticales que te enseñaron a lo largo de tu dilatada formación y tienes que evitar todas las palabras, estructuras, conjugaciones y formas de puntuación que puedan dar lugar a errores involuntarios.

De hecho, fue un piropo en toda regla y yo lo interpreté como tal. Sobre todo porque hay muchas otras personas oriundas de tierras charras que se defienden con el castellano peor que yo con una minipimer (no quiero abusar de anglicismos innecesarios, cambiaré de electrodoméstico y diré aspiradora)... Claro que creo que me seguirá haciendo más ilusión que me digan que hablo bien inglés o cualquiera de los idiomas que he aprendido a base de esfuerzo y horas de estudio, y no la lengua que me ha acompañado desde mi más tierna infancia y que, teóricamente, domino sin que nadie me lo diga.

A ver, no me malinterpretes. Sé que mi español no es perfecto (tengo amigos que estarían encantados de verificarlo) y nunca me oirás decir lo contrario. Dejémoslo en que lo hablo bien. O, al menos, 'tengo pinta'.

domingo, 7 de abril de 2013

Nuevo ciclo de cine en Van Dyck (marzo de 2013)

Llego con un poco de retraso, pero ya expuse en su día que la vida del estudiante a veces está plagada de agobios y de encargos varios que no me permiten actualizar tanto como quiero o, en este caso, en el momento que quiero. No obstante, más vale tarde que nunca y nunca es tarde si la dicha es buena. Aquí tienes mi visión particular de una nueva tanda de pelis que he podido ver en versión original y que, a grandes rasgos, puedo recomendarte. Disfruta con ellas.


Moonrise kingdom: parece que a estas alturas todo está inventado. Hoy en día, tienes que recurrir a historias cada vez más descabelladas para impactar, y tal vez eso es lo que ha llevado al director (Wes Anderson) a rodar una película como ésta. Reconozco que no me ha disgustado (hay escenas francamente buenas y puntos con los que te ríes mucho) y la fotografía es estupenda. Sin embargo, si buscas una historia convencional, tal vez Moonrise kingdom no sea la mejor opción. Eso sí, si te animas a verla, vete con la mente abierta y preparado para lo que pueda llegar.

Dans la maison: original y diferente sin caer en lo estrafalario. La historia dentro de la historia y los grandes papeles me han convencido. Ya sé que es poca información, pero no desesperes (guiño, guiño).

To Roma with Love: Woody Allen no es mi director favorito pero debo reconocer que, le pese a quien le pese, tiene un estilo inconfundible. Y eso es algo de agradecer cuando pagas por ver una película como 'A Roma con amor / To Roma with love'. Muestra sentido del humor, refleja hermosos parajes de Roma, permite escuchar diálogos en italiano (ma come è bella questa lingua!), está plagada de grandes actores y narra distintas historias que le dan un ritmo muy dinámico al conjunto. Sin embargo, lo mejor desde mi punto de vista es ese estilo de Woody Allen. Me da la impresión de que sin él esta película se habría quedado en un 'quiero-y-no-puedo'. Además, el personaje al que interpreta es entrañable y carismático. Por tanto, enhorabuena: no estás nominado.

The Angels' share: al parecer, en todas las barricas de whisky (me niego a escribirlo a la española) un pequeño porcentaje de líquido se evapora... o se lo llevan los ángeles. Esto recibe el nombre de 'angels' share' y es lo que le da nombre a esta película. Lo cierto es que sólo el título me pareció suficiente para animarme a ir al cine, pero tuve suerte, porque creo que el dinero de la entrada no fue desperdiciado. Es una historia en la que se habla de miseria, de personas que viven en situación de pobreza y de marginación, de aspectos negativos de la vida... Pero también de situaciones cómicas, de futuros esperanzadores y de planes absurdos. El único aspecto negativo es que sigo siendo incapaz de entender el acento escocés pero, a pesar de todo, puedes cruzar la pasarela, tú tampoco estás nominado.

viernes, 22 de marzo de 2013

Es innegable que unos días son mejores que otros


Como buen proyecto de traductor que soy, sigo recibiendo deberes de mis profesores en los que tengo que escribir acerca de todo tipo de temas, siguiendo todo tipo de instrucciones. Aquí te dejo el último encargo de Lengua Española III, espero que te guste.

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Es innegable que unos días son mejores que otros. A veces todo nos sale bien y nos vamos a la cama con una sonrisa de oreja a oreja. Otras, sin embargo, el destino decide que se lo va a pasar bien a nuestra costa y lo único que deseamos es irnos a la cama... Pero sin sonrisa en la cara, ni nada parecido.

En mi opinión, podemos encontrar ventajas en tanto en los días buenos como en los malos: gracias a los primeros contamos con buenos recuerdos, que nos alegran cuando vienen a nuestra mente y que nos dan motivos para seguir adelante; los segundos nos dan motivos para quejarnos, que tampoco está nada mal.

Yo adoro quejarme. Cada vez que me ocurre algo malo, voy corriendo a la primera persona que esté dispuesta a escucharme y le cuento mis penas con tono jocoso y, además, con todo tipo de adornos. Lo que sea con tal de escuchar una frase del tipo «No, si lo que no te pase a ti…». Supongo que hace sentirme único. Además, debo reconocer que soy muy optimista (casi podría decir que demasiado) y en el fondo sé que todo acabará por solucionarse. ¿Entonces, para qué quejarse? Pues porque es divertido.

Reconozco, sin embargo, que mi vida carecería de días malos si de mí dependiera. Es necesario estar mentalmente preparado para hacer frente a las penurias que a veces inundan nuestras vidas – y yo, por lo menos, no me encuentro a ese nivel de preparación psicológica. Además, por muy placentero que sea quejarse, yo disfruto mucho más con las experiencias positivas: una conversación interesante, conocer a una persona que merezca la pena, disfrutar de una buena canción o la lectura de un libro que pueda engancharme.

Además, yo he sido afortunado y no he tenido que soportar grandes calamidades en mis, todavía pocos, años de vida. Tan solo podría enumerar cosas insustanciales: una mala nota, una discusión sin importancia, un imprevisto que me impide hacer lo que me gustaría, la derrota de mi equipo de fútbol… Por eso, no me importaría que mi vida siguiera así. Y, si sobreviene alguna desgracia, que cumpla mis requisitos: que sea poco importantes, con una solución visible al final del camino y un bonito hilo argumental que me permita quejarme… un poco.

martes, 19 de marzo de 2013

Barcelona


Hubo una época muy complicada de mi vida en la que mi obsesión era hacer listas de todo. De canciones, de países, de libros... Normalmente, el número se limitaba a diez y yo, en mi eterna sabiduría, me refería a ellas como «top ten».
Pues bien, el caso es que si hubiera hecho un top ten de ciudades (creo que no llegué a hacerlo o, al menos, nunca lo terminé), Barcelona habría ocupado un puesto de honor. Es cierto que tal vez no pueda ser del todo objetivo. Al fin y al cabo, allí he pasado un año entero de mi vida (probablemente, el mejor) y me trae recuerdos maravillosos a la mente. También tiene ciertos efectos beneficiosos sobre mi organismo: hace que se me pinte una sonrisa estúpida en la cara, que me entren ganas de saltar y cantar, que se me vengan a la mente palabras en catalán...
Puede que éste no sea el mejor texto para describir a la ciudad condal, y nunca verás nada similar en una guía turística. A lo mejor debería haberme centrado en la majestuosidad de la Sagrada Familia, el vibrante bullicio de las Ramblas o la magia del Laberinto de Horta (un enclave algo desconocido pero no por ello menos espectacular), pero no podría limitarme a dar una breve descripción de los monumentos. Supongo que son demasiadas las cosas que he vivido allí y no serviría para algo tan frío y desprovisto de sentimientos como una guía turística.
Llegados a este punto, tal vez también debería hacer una mención especial a las personas a las que conocí allí y que, a día de hoy, siguen siendo tan importantes en mi vida... Pero eso haría que me pusiera demasiado sentimental y esto es un blog serio. Por eso, lo dejaremos aquí... Y yo me autodesafío a terminar el top ten inacabado y a publicar algo sobre mis diez ciudades predilectas. Así que permanece a la espera, a ver si coincidimos en alguna.

domingo, 17 de marzo de 2013

La dura vida del estudiante


Resulta que los alemanes han acuñado una palabra que me tiene maravillado desde que la aprendí: die Zeitdruck (pronunciado: tsaidruk... o algo parecido, la fonética no es lo mío). Literalmente, significa 'presión de tiempo' y la utilizan cuando tienen poco tiempo para hacer muchas cosas y el estrés se apodera de ellos. Huelga decir que en España no tenemos una palabra así, nuestra genética no nos capacita para ello.
¿O sí? Al fin y al cabo, yo soy español y sufro mucho por culpa de la maldita Zeitdruck... Por eso llevo tanto tiempo sin actualizar y por eso ahora sólo puedo ofrecer una patosa disculpa al respecto.
Pero bueno, supongo que también forma parte de cualquier carrera universitaria que se precie: sobrecargar al alumno con trabajo. Pero es que, además, todo estudiante universitario digno de tal nombre debería buscarse otro tipo de menesteres con los que mantenerse ocupado el resto del tiempo. No vaya a ser que nos aburramos. Y me imagino que ésa es la mentalidad que yo tengo y que me hace estar ocupado veinticinco horas al día... Incluso a costa de este pobre blog.
Eso sí, prometo que no volveré a dejar pasar tanto tiempo entre dos actualizaciones. Que si no luego no me salen seguidores.

jueves, 28 de febrero de 2013

La primera noche, de Marc Levy (traducido por Isabel González-Gallarza)


Lo confieso públicamente: amo a Marc Levy. Son muchos los autores franceses que han conseguido mi bendición, pero Marc se merecería un puesto de honor en esa lista, sobre todo ahora que acabo de finalizar la lectura de La primera noche.
Ya comenté hace tiempo (¡Lecturas recomendables!) que El primer día me había parecido un libro estupendo, pero no acaba ahí la cosa: resulta que hay una segunda parte, y ésta está a la altura de la primera.
Me daba miedo que la historia continuara, porque me parecía un final muy cerrado… en cierto modo. No sé si Marc había planeado una saga desde el principio o simplemente dejó la puerta abierta a la publicación de una novela más, pero lo cierto es que yo estoy encantado cada vez que me topo con un libro suyo en alguna librería o biblioteca, así que no le reprocho que haya seguido con la historia.
A lo que íbamos. Aunque La primera noche no alcanza el grado de perfección de Las cosas que no nos dijimos, es un libro que no me ha dejado indiferente. La forma de escribir de Marc (y de su traductora) me resulta muy amena, la historia da bastante juego y, para terminar, todo el conjunto engancha bastante. Además, los escenarios que se describen son de lo más variopinto y Marc se luce con algunas de sus frases: pequeñas joyas que no he podido evitar escribir para poder recordarlas siempre.
De hecho, voy a compartir contigo parte se sus sabias enseñanzas. From the very first page, así no desvelo gran cosa:
‘La felicidad nos vuelve distraídos’.