sábado, 22 de agosto de 2015

Mi propósito para el 2015



Queridos lectores (suponiendo que el número sea plural), tengo algo que anunciar.

Tal vez recuerdes que para el 2015 mi propósito era leer un libro a la semana. Publico con orgullo que he mantenido el ritmo de una forma envidiable hasta ahora, finales de agosto, y que lo sigo haciendo. Sin embargo, lamento decir que me he visto obligado a renegociar conmigo mismo los términos del acuerdo.

Hay diversos motivos que me empujan a hacerlo. Por un lado, está el hecho de que es DIFÍCIL leer a esa velocidad. El día a día nos mantiene bastante ocupados y no siempre le podemos dedicar a la lectura el tiempo que nos gustaría. Por otro, no siempre tendremos un número ilimitado de títulos a nuestra disposición.

Sin embargo, lo que me ha obligado a tomar esta difícil decisión ha sido algo mucho más sencillo: y es que ya no estaba disfrutando con mis libros. Puedes pensar que se debe a simple hastío, o a una mala elección por mi parte. Nada más lejos. Durante este año, he descubierto grandes obras con las que he disfrutado lo indecible (ver aquí y aquí), que me han enseñado muchísimo (ver aquí), que me han permitido mantener alguna de mis lenguas activa (ver aquí) o gracias a los que me he reencontrado con antiguos conocidos (ver aquí y aquí). También he aprovechado para leer, por fin, libros que llevaban meses en mi lista de asuntos pendientes (ver aquí) o que aparecían en Los 101 libros que debería leer (ver aquí). No obstante, y a pesar de los estupendos libros que han pasado por mis manos, empezaba a ver la lectura como una obligación, y eso es algo por lo que no quiero pasar, y mucho menos de forma autoimpuesta. Además, admito con cierta vergüenza que este propósito es lo que me ha llevado a descartar volúmenes largos y, en parte, lo que me ha impedido avanzar con la saga de Canción de hielo y fuego (Juego de tronos para los menos puristas). En mi defensa diré, eso sí, que algunos de los libros sí que tenían un número considerable de páginas, como Los ojos amarillos de los cocodrilos, La tabla esmeralda o El tiempo entre costuras.

Por ello, voy a reducir un poco mi nivel de exigencia. Un año tiene 52 semanas y media, así que mi nuevo propósito es leerme 50 libros. Sigue siendo un número aceptable y me permitirá llevar un ritmo más acorde a mi realidad (por si habías llegado a pensarlo, yo no me paso las 24 horas del día con un libro entre las manos). Es una pequeña decepción, pero si consigo llegar a la cincuentena me sentiré muy orgulloso conmigo mismo de todos modos.

No sé, tenía la necesidad de compartirlo. Ya me voy.

No hay comentarios:

Publicar un comentario