Hoy he estado comentando con una
amiga y compañera de trabajo los libros que estábamos leyendo. Sí, libros. En
plural. Resulta que ambos estamos con varios a la vez al mismo tiempo (libros, insisto).
Para ciertas personas, esto es
poco menos que un sacrilegio. Hay quien prefiere centrarse en una historia y no
concibe empezar una segunda antes de acabarla. Sin embargo, yo creo que hay
muchos motivos para hacerlo. De hecho, casi siempre tengo más de un libro entre
manos al mismo tiempo. Es cierto que muchas veces se avanza más con uno que con
otro, pero eso no me suele impedir terminar los dos… y que me gusten ambos.
¿Qué por qué lo hago? Como ya he
dicho, hay muchas razones. En mi caso, por ejemplo, es habitual que esté un
poco condicionado por los plazos de entrega de la biblioteca (sí, soy de esas
personas que coge libros de la biblioteca aunque tenga alguno a medias).
También puede ser que mi humor me pida un libro más ligero en determinados
momentos y me lleve a dejar a medias otro más denso. O, simplemente, que el
libro que esté leyendo sea muy grande y pesado y quiera coger uno más finito
para, por ejemplo, un trayecto en metro o un paseo por el parque.
¿Hay algún problema en hacerlo?
Sinceramente, yo no se lo veo. Puede ser que en algún momento las historias se
entremezclen o los nombres de los personajes bailen en el caos lector en que se
convierte nuestro cerebro, pero nada que una ojeada rápida a las últimas
páginas no solucione. Además, y esto es un punto de vista mío, tal vez un poco
particular, cuantos más libros empieces… más libros acabas y más disfrutas de
la lectura.
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