Sí, hijo, sí. Volvemos a Los juegos del hambre. Es que es una
trilogía, me veo en la obligación moral de hablar de los tres. Y eso que aún no
he leído el último…
El caso es que tampoco hace
falta para saber que el segundo (o penúltimo) es, con toda probabilidad,
el peor. Mejor dicho, el menos bueno (si digo que “es el peor” parece que
estoy dando a entender que es malo; y nada más lejos). Lo mismo ocurre con
muchas otras trilogías y sagas. Desde El
Señor de los anillos hasta Harry
Potter, pasando por Millenium y La materia oscura, es inevitable que el
penúltimo libro sea el menos recordable. Muchas veces es un mero introductorio
al final de la saga (Harry Potter) o
flaquea por el hecho de no tener ni principio ni fin (es la pega que le ponía
todo el mundo a mi idolatrada versión cinematográfica de Las dos torres). Claro que muchas otras sólo son una forma de
explotar un producto que ha dado resultado y sacarse un dinerillo…
Bueno, al tema, que me voy
por las ramas y no son horas. En llamas
es un libro más que aceptable, con la cruda intensidad de Los juegos del hambre, pero también con esa ñoñería propia de las
novelas para adolescentes. Es una buena continuación del primer libro hasta que
la historia evoluciona y te acabas dando cuenta de que en realidad se podría
resumir con la última frase, que lo que en realidad importa vendrá en el tercero… Así que te dejo dos opciones: disfruta de las
quinientas-y-pico páginas de “buena” literatura o léete la primera y la última
página.
Nah, voy a dejar de decir
tonterías. Ve a por él, túmbate debajo de un árbol (es verano, puedes hacerlo)
y pasa las páginas mientras la brisa estival te acaricia y el sol se refleja en
las hojas (las del libro o las de los árboles, las que más te gusten). Cuando acabes,
estarás preparado para leer Sinsajo. Eso
sí, no te lo acabes antes que yo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario