domingo, 10 de agosto de 2014

Un español en Alemania. ¿Fin de la historia?

Ya hace más de una semana que mi avión aterrizó en el aeropuerto de Madrid y puso el fin definitivo a mi año en tierras germanas. Atrás dejo experiencias, recuerdos, nuevas amistades y muchos conocimientos adquiridos para dar paso a reencuentros y una suerte de renovada rutina en España.

Aún no me ha dado tiempo a asimilar todo lo que ha pasado, a adaptarme totalmente a España ni a planificar el año que viene tanto como me gustaría. Respondo a las preguntas de '¿qué tal en Alemania?' con un escueto 'No me quejo' y mi principal prioridad es terminar de deshacer la maleta, proceso que se está alargando extraordinariamente debido a que también estoy aprovechando para ordenar mi cuarto e incluso tirar todo lo que no me sirve.

Sin embargo, creo que sí que es el momento de hacer balance de mi Erasmus y de todo lo que ha traído consigo. Tras doce meses en Alemania, en los que he tratado de sacar el máximo provecho tanto a nivel académico como personal, hay mucho que podría contar y muchos consejos que podría dar a todos aquellos estudiantes que se embarcarán en esa misma aventura en un futuro... Pero como eso me llevaría mucho tiempo (y muchas entradas), de momento sólo animaré desde aquí a todos los indecisos. Un Erasmus es una experiencia de la que uno difícilmente se olvida y de la que se pueden extraer muchas cosas positivas.

Hace poco leí que las becas Erasmus habían hecho más por la unidad de Europa y por la interrelación entre los ciudadanos del viejo continente que todas las medidas tomadas por los gobiernos juntas. Era una forma de defender su existencia y evitar que desaparezcan. Sin embargo, si echo la vista atrás y me quedo con lo bueno, no puedo menos que estar de acuerdo.


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