A estas alturas, supongo que ya
sabrás que no leo las sinopsis de las contracubiertas y que me guío por otros
factores a la hora de elegir un libro: el autor, recomendaciones de amigos, o
–aunque me duela admitirlo– la portada.
Uno de esos factores, cómo no, es el título.
Y es que es difícil dar con un
título memorable, que sea sencillo pero no demasiado, que sea llamativo pero
que no peque de peliculero. También es complicado que, además, dé una idea de
lo que ocurre durante la trama y que refleje el estilo del autor (autora, en
este caso).
Pues bien, aquí tenemos uno que cumple
todo lo anterior. Laura Norton no sólo ha conseguido publicar un libro con un
título absolutamente genial, sino que también nos proporciona una lectura
amena, agradable y muy divertida, a tono con lo que el título promete. Su
estilo es muy fluido y recurre a métodos que captarán toda la atención del
lector, por ejemplo, las referencias a elementos tan actuales como Whatsapp® o
Instagram®. Además, consigue hilar unas escenas con otras de forma que no
puedes dejar de pasar páginas y es fácil conectar con los personajes, algunos
de los cuales son absolutamente memorables.
Sin embargo, tal vez lo más
destacable es que hay escenas verdaderamente hilarantes. Algunas de ellas
pueden parecer normales, pero Laura Norton les saca todo su jugo y utiliza
distintas técnicas para ello. Así pues, si te decides a leer esta obra, serás
testigo de las andanzas de Sara (la protagonista) y también de sus divagaciones
y hasta de sus conversaciones imaginarias. Y no, esta novela no es una especie
de libro de autoayuda ni ensayo filosófico que hable sólo del karma (ni de
gilipollas), pero tal vez sí que consiga que te sientas en paz contigo mismo
cuando la acabes.
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