martes, 22 de marzo de 2016

Pues si hay que revisar, se revisa

Hace unos meses expuse aquí mi duda sobre la necesidad de revisar las traducciones. Comenté los pros (básicamente, que la traducción suele mejorar o, al menos, tú te quedas más tranquilo) y los contras (lleva más tiempo entregar la traducción y a veces el traductor no se siente identificado con el producto final).

Sin embargo, en mi calidad de gestor de proyectos, reconozco que es imprescindible que la traducción se someta a un proceso de revisión. Puede consistir en un "simple" vistazo en el que nos aseguramos de que no se ha quedado nada sin traducir (uso las comillas porque al final siempre es más que un simple vistazo) o un proceso arduo en el que cotejamos cada frase e incluso cada palabra de la traducción con el texto original.

También podemos hacer otra distinción: entre la revisión hecha por el gestor de proyectos (cualquiera de los casos anteriores) o por un revisor externa. Ésta me parece especialmente interesante por un sencillo motivo: a veces trabajamos con encargos a idiomas que no controlamos. Si como gestores de proyectos hacemos revisiones de traducciones directas, no sólo nos aseguraremos de que está todo, sino que también introduciremos cambios que, presumiblemente, mejorarán el texto. En las revisiones inversas o cruzadas, normalmente nos limitaremos a comprobar que está todo y no ha quedado nada por traducir. Pero... ¿y qué ocurre con las traducciones a idiomas que no controlamos? ¿Podemos fiarnos al 100 % del traductor en cuestión? En principio sí, pero son los casos en los que necesitamos la asistencia de un revisor externo, siempre más fiable que los traductores automáticos que, eso sí, pueden hacer que sí nos quedemos más tranquilos.

Si saco este tema a colación es por un par de casos especialmente interesantes que he visto en las últimas semanas. No te preocupes, que seguramente les dedicaré una entrada en el futuro.

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