lunes, 9 de abril de 2012

Todos los días de mi vida

Pues sí, esta tarde ha tocado cine. Predecible de principio a fin, con el guaperas de turno y la típica chica mona, ‘Todos los días de mi vida’ es una comedia romántica, ñoña y empalagosa, de las que a mí tanto me gustan. Es muy entrañable, resulta fácil de ver y, lo que es mejor, está inspirada en hechos reales, que siempre da puntos.

Sin embargo, y sin ser gran cosa, lo más destacable es el argumento. Espero que ya la hayas visto o, al menos, que no tengas intención de verla, porque a lo mejor te destripo el final, pero el caso es que trata de una chica (Paige) que pierde la memoria en un accidente de tráfico y sólo se acuerda de sus primeros años, de todo lo que vivió antes de decidir romper con todo y cambiar de carrera, ciudad y entorno. Así, al despertar, es como si el último lustro hubiera sido borrado de su mente y la nueva Paige (la que rompe con todo) nunca hubiera existido.

En el fondo, te hace pensar. Es increíble lo que nos puede hacer el cerebro. Si yo ahora tuviera un accidente así, ¿qué es lo que recordaría? ¿Qué cosas borraría mi cabecita? ¿Y por qué? Últimamente está habiendo muchos cambios en mi vida y, con un poco de suerte, los seguirá habiendo… Puede que mi Sistema Nervioso Central deje de funcionar correctamente en cuanto se le dé la oportunidad... Debería poner a salvo mis buenos recuerdos y cruzar los dedos para que nada los haga peligrar.

Así pues, ya tengo deberes para estos días: coleccionar buenos recuerdos. No es mala idea. También me puede venir bien como antídoto para los periodos de bajón y, por qué no, puede ser motivo de una futura entrada.

A todo esto, yo había empezado a escribir porque el título original de la película es ‘The vow’ (el juramento) y no deja de ser sorprendente que lo hayan traducido por ‘Todos los días de mi vida’. Por esta vez se salvan, porque a mí (por lo menos) el cambio me gusta. Pero para otra vez seré crítico e inflexible, ahí lo dejo.

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