Sigo pensando que los deberes a veces pueden ser buenas entradas del blog, así que aquí te dejo una redacción que escribí para una asignatura de la carrera. Consistía en usar una serie de términos (los que están en negrita) y la única norma era que el texto tuviera entre 250 y 300 palabras. Más adelante subiré algún otro trabajo...
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Había
gente que lo describía como una persona tímida. Otros, no tan
benévolos, le calificaban de raro, perturbado y siniestro. Tal vez
se debía a su manía de caminar con la vista fija en el cielo, o a
su hábito
de pasarse horas enteras mirando por la ventana del aula. En
realidad, a él todo eso le daba igual. Ciertamente, era consciente
de su escasa aceptación entre los demás y siempre se había
definido a sí mismo como alguien introspectivo
y reservado, pero no cambiaría su forma de ser porque no necesitaba
el beneplácito de nadie.
Ella
tampoco era la persona más popular de la escuela. Su manera de
hablar, plagada de frases inconexas,
y su risa estridente habían provocado que nadie quisiera estar con
ella más tiempo del necesario. Además, la contribución
de su ortodoncia y de sus gafas de pasta no era precisamente
favorable. Al final, se vio obligada a pasar los recreos sola y a
sentarse en clase con quien le asignara el profesor de turno.
Los
compañeros, en medio de la miscelánea
de dislates
y frases banales que constituían sus conversaciones, llegaron a
comentar que ambos deberían hacerse amigos. En una ocasión incluso
les pareció verlos juntos a la salida de clase. Sin embargo, no es
que estuvieran disfrutando de la mutua compañía, es que él la
estaba adelantando a ella de camino a casa.
De
modo que nunca se hablaron y ambos terminaron el curso en la más
absoluta soledad. Ella confiaba en que los años que estaban por
venir fueran mejores que los que dejaba atrás. Él sólo quería
poder seguir mirando al cielo desde su ventana.
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