Las pasadas Navidades,
recibí un regalo especial de parte de mi hermana: un libro
electrónico. Aunque el formato tradicional presentará una dura
batalla por ceder su trono, enseguida vi las virtudes de este
novedoso invento y me apresuré a hacerme con algún título con el
que poder estrenarlo. De este modo, una vez que mi nuevo aparato dejó
de ser una cáscara vacía y pasó a estar lleno de historias, me lo
traje a Alemania dispuesto a sacarle el máximo provecho... por
motivos prácticos (prometo serle fiel al libro de papel en el
futuro).
Y lo cierto es que,
aunque no quiero hacer propaganda de estos cacharros, me gustó
bastante la experiencia de leer mi primera historia en uno de ellos.
Claro que el mérito en este caso fue de la novela elegida, que ya
habrás deducido cuál es.
Resulta que Palmeras
en la nieve es una historia amena, entretenida, dinámica,
intensa. Engancha bastante, los personajes son descritos de una
manera magistral, que hace que quieras saber más acerca de su vida,
y los cambios de perspectiva son simplemente intachables. Y no sólo
las descripciones de los personajes resultan excelentes: también los
parajes en los que tiene lugar la acción son ilustrados de una
manera clara y precisa, gracias a la cual casi puedes llegar a sentir
el olor a selva ecuatorial, el sonido de los machetes contra la
maleza y el roce del viento de las montañas.
Sin embargo, tal vez lo
que más me ha entusiasmado ha sido el contexto histórico y la forma
en que se explica en el libro. Hace unos años leí Guinea, de
Fernando Gamboa (que, por cierto, sale mencionado en el apartado
'Nota de la autora'), una novela desgarradora y, en palabras de la
propia Luz Gabás, dura y desasosegante, que me marcó de forma
irremediable y me impulsó a documentarme tanto como pudiera sobre la
historia del país, antigua colonia española. Si bien el proceso de
investigación fue más entusiasta que efectivo, lo mejor que puedo
decir ahora es que Palmeras en la nieve ha dejado una huella
tan profunda como su antecesora geográfica.
Creo que un libro es
realmente bueno cuando, tras pasar unas cuantas páginas sin apenas
ser consciente del transcurso del tiempo, quieres buscar más
información y saber tanto como puedas al respecto. Es lo que me
ocurrió con grandes obras (El ocho, La pasión india,
la ya mencionada Guinea...) y lo que me ha sucedido con
Palmeras en la nieve.
Hacía mucho tiempo que
no realizaba una “crítica” tan buena de un libro, y eso que yo
soy muy optimista (a ves incluso demasiado). Espero, por tanto, que
esto te ayude a hacerte una idea de cuánto he disfrutado con esta
historia y, con un poco de suerte, te anime a leerla.
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