miércoles, 4 de junio de 2014

Como bellacos

-¿La traducción hace que se pierda la esencia del original?
-Siempre, y quien diga lo contrario miente. Y quien diga que mejora miente más. Siempre se pierde algo cuando hay una traducción.”

Palabras de Cristina Macía, traductora de Juego de Tronos, en una entrevista para la Tribuna Universitaria, con motivo de su visita a la Facultad de Traducción y Documentación.


Qué grande es esta mujer. Ya me caía bien antes de leer la entrevista porque, en mi humilde opinión, la traducción del libro es francamente buena; sin embargo, con estas declaraciones ha ganado puntos. Declaraciones que tuvieron lugar hace más de un año... Perdón por el retraso.

El caso es que parece una persona divertida, un poco chiflada y razonablemente profesional. Y dice verdades como templos. Es cierto que los traductores se pasan (nos pasamos) un montón de años estudiando para afrontar todo tipo de retos, y deberíamos estar a la altura... Pero también es verdad que el original es, por definición, insuperable.

No niego que, en ocasiones puntuales, pueda gustar más una traducción que un original. Hay miles de factores implicados en la producción de un texto y alguno de ellos puede hacer que la balanza se decante por el lado de la traducción. Lo que tampoco podemos negar es que la traducción muy difícilmente mantendrá la esencia del original en su totalidad, y esa esencia a veces constituye un porcentaje importante de la calidad. Siempre teniendo en cuenta que el original será un texto bien escrito, claro. Sin faltas, ni incoherencias, ni barbaridades.

Por tanto, hoy podemos extraer una bonita conclusión: quien diga que una traducción puede ser perfecta o mejor que el original miente. Como un bellaco. Y no lo digo yo, lo dice toda una traductora profesional como es Cristina Macía.

Para concluir esta entrada, te dejo otra pregunta de la misma entrevista. Otra verdad como un templo.


-Para los estudiantes que están haciendo ahora Traducción, ¿qué consejo les daría?

-Que se diviertan con lo que hacen, pero que no pretendan hacerse millonarios. Que la traducción es un trabajo solitario pero muy divertido y que no vayan de sufridos porque exige más picar carbón que ser traductor.”

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