jueves, 4 de septiembre de 2014

Vacaciones con papá, de Dora Heldt (traducido por María José Díez)

Cada poco tiempo, me paseó por la habitación de mi hermana o por el despacho de mi padre para ver qué libros tienen y siempre hay alguno me llama la atención. A pesar del evidente problema de que los títulos suelen ser los mismos y, con el tiempo, la variedad disminuye, hace poco descubrí uno que tenía muy buena pinta.

Como habrás podido adivinar, se trata de Vacaciones con papá. Tengo que reconocer que de primeras lo dejé en un segundo plano (el primer puesto fue para La química secreta de los encuentros, del que ya he hablado), pero pronto comencé su lectura y me vi inmerso en una historia hilarante, dinámica y muy alemana. Esto último también es algo destacable.

Vacaciones con papá es uno de esos libros que a todos nos gustaría escribir, una novela con la que hacer reír a todos los lectores. Irónico y divertido desde el principio, juega con los estereotipos y con situaciones a veces un poco absurdas que todos podemos extrapolar a nuestras propias vidas. Desde la relación entre padres e hijos hasta los clichés germanos, la autora sabe sacar petróleo de cualquier cosa. También es muy fácil meterse en la historia, imaginar los paisajes del norte de Alemania y, sobre todo, ponerse en la piel de Christine, la protagonista.

Además de ser tan ameno y gracioso, ha podido transportarme de nuevo a Alemania, país que abandoné hace poco y que, por suerte, aún no he tenido tiempo de echar de menos. Está presente en todo momento, desde las descripciones de la isla hasta las canciones y comidas que se mencionan. Hay un factor cultural importante que hace que la historia resulte mucho más auténtica y encantadora. Además, tengo que decirlo, la traducción es francamente buena: cuenta con las adaptaciones culturales necesarias y, al mismo tiempo, mantiene toda la esencia del país teutón.

Tal vez una historia que gira en torno a una relación fraterno-filial no es algo novedoso, y por momentos recuerda un poco a El diario de Bridget Jones. Quizás el hecho de jugar con los estereotipos está ya muy visto. E incluso se podría pensar que el sentido del humor es demasiado básico y las situaciones no siempre resultan del todo creíbles. Sin embargo, tengo que decir que la ironía es más sutil de lo que parece, que su lectura engancha mucho y, sobre todo, que lo recomendaría sin dudarlo. Es una pequeña obra de arte y la clásica novela para la que siempre se puede sacar un poco de tiempo.


De hecho, la única pega auténtica que puedo poner es que he leído este libro tan eminentemente estival justo cuando mis vacaciones llegan a su fin. Un pena...

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