domingo, 16 de noviembre de 2014

Interpretación bilateral

El fin se acerca, y una prueba de ello es que cada vez nos preparan con más ahínco para lo que nos espera ahí fuera. Ya no basta con sentarnos cómodamente en las cabinas de la facultad, ahora tenemos que aprender en qué otros contextos se pueden requerir nuestros servicios y, por supuesto, cómo podemos estar preparados para ello.

Por ese motivo, la semana pasada tuvimos un seminario sobre interpretación bilateral. Antes de que te dé tiempo a preguntarte qué es eso, te diré que se trata de una modalidad que se da entre dos o más personas que hablan distintos idiomas (y no tienen ninguno en común) y necesitan de un mediador lingüístico y, a menudo, cultural.  Estamos hablando de negociaciones, consultas médicas, tribunales... También suele tratarse de una situación asimétrica: uno de los dos tendrá más poder que el otro.

El intérprete tiene que trabajar en las dos direcciones (también en inversa, ojo) y participará más activamente. Siempre tendrá que presentarse y explicar cuál es su función y cómo la llevará a cabo. Puede advertir de que hablará en primera persona y, llegado el caso, pedir la colaboración de los usuarios o incluso marcar el ritmo de ciertas intervenciones. Por ejemplo, podemos "interrumpirles" para hacer varias consecutivas cortas en lugar de una larga, o preguntarles dudas... siempre que el cliente se muestre receptivo, claro está.

Hay otros aspectos que no podemos olvidar. Por ejemplo, que la documentación resulta igual de fundamental que en todas las demás modalidades y que aquí el bagaje cultural que tengamos nos puede sacar de algunas situaciones difíciles, pues habrá mucha espontaneidad y mucha improvisación. O que tenemos que situarnos en medio de las dos partes, con la misma neutralidad, imparcialidad y fidelidad al discurso que siempre.

A pesar de todos los problemas que pueden surgir y de las innumerables dudas que se nos pueden plantear, mi dilema al respecto fue un poco menos práctico. Me veía en la situación de que dos usuarios con lenguas totalmente incompatibles (pongamos, por ejemplo, albanés y estonio) necesitaran los servicios de un intérprete. Difícilmente conseguirían uno con esa combinación lingüística. ¿La solución? Contratar a dos que tengan una lengua común. De hecho, es relativamente habitual que haya dos intérpretes trabajando conjuntamente, pero en general el motivo es que el cliente quiere que uno supervise al otro.

Yo me quedo con mi pregunta. Primero, porque es una prueba más de que los intérpretes aún hacemos (hacen) falta y, segundo, porque no tengo planes de aprender albanés y estonio en un futuro próximo y está bien saber que existiría una solución. 

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