No podía ser de otra manera. No es la primera vez que le dedico una entrada
de mi blog al Día del Libro (ver aquí y aquí) y este año no podía dejarlo pasar
porque me veo obligado a celebrarlo en la distancia (como comenté en mi últimaentrada, esto lo explicaré más adelante).
Lo habitual es que en tan señalada fecha vaya a la Plaza Mayor de
Salamanca, donde las librerías que participan montan sus puestos, para perderme
en mi mundo y echar un vistazo a cuantos libros me permita la multitud. Siempre
acabo comprando unos cuantos y algunos de ellos me han gustado especialmente.
Dos ejemplos que se me vienen a la mente son Los juegos del hambre y Noculpes al karma de lo que te pasa por gilipollas. Curiosamente, ambos
acabaron terceros en el ranking que hice en sus respectivos años (ver aquí y aquí).
Este año, como ya he dicho, no podré visitar los puestos de la Plaza Mayor.
Me planteo la posibilidad de darme un capricho y comprarme alguno en la primera
librería que vea en la ciudad donde estoy, aun a sabiendas de que no será lo
mismo. De momento, les he pedido a mis padres que se compren alguno en mi honor…
¡Y que elijan uno que yo me pueda leer!
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