jueves, 21 de abril de 2016

Hacer tándem



Vale, reconozco que esta vez me he despistado mucho. No es habitual en mí dejar el blog abandonado durante tanto tiempo, pero espero recuperarlo con un par de bonitas entradas (además de ésta) antes de fin de mes. Además, adelanto que he tenido una buena excusa para justificar mi dejadez, aunque ya hablaré de ello más adelante.

De momento, retomo uno de los aspectos más importantes de la traducción, que es, cómo no, el de aprender un idioma extranjero. El proceso, y cualquier persona que se haya visto en la situación de tener que hacerlo, es arduo y no está exento de complicaciones. Una lengua distinta de la materna puede presentar dificultades a nivel de gramática, vocabulario, pronunciación (o a todos esos niveles al mismo tiempo) y hay que aprovechar cada oportunidad que se nos presente para mejorar o perfeccionar el idioma en cuestión.

Sí, evidentemente una de esas oportunidades es la existencia de un tándem. Para el que no lo sepa, ‘hacer tándem’ consiste (entre otras acepciones) en quedar con otra persona para conversar. La gracia está en que esa otra persona hablará un idioma que nosotros estamos aprendiendo (sea o no su lengua materna) y en muchos casos también estará estudiando nuestro idioma, o uno que nosotros podamos hablar. Así, el encuentro es beneficioso para ambos. Me he explicado de forma un poco farragosa, pero creo que ha quedado claro.

El caso es que si saco el tema a colación es porque considero que incorporar un tándem en nuestro proceso de aprendizaje de un idioma extranjero es una muy buena idea. Esa persona hará que nuestro oído se acostumbre al sonido de dicha lengua, que retengamos mejor expresiones y estructuras que tal vez son distintas en nuestro propio idioma y que podamos practicar nuestra expresión oral. Es cierto, no obstante, y en mi punto de vista, que para que un tándem realmente sea eficaz ya tenemos que haber logrado un nivel aceptable del idioma en cuestión. No tiene sentido que intentemos hablar con un (por ejemplo) alemán si apenas llevamos estudiando el idioma unos meses, porque nuestras conversaciones serán muy limitadas y tal vez la otra persona no querrá repetir… Eso, o acabaremos hablando sólo en nuestro idioma, algo que ciertamente no nos reportará gran cosa (y cuando se estudia un idioma hay que ser un poco egoísta).

Además, el mundo de los tándems es maravilloso y el proceso es sólo comparable al de buscar una cita: primero hay que localizar los locales o las páginas web en las que encontrar a alguien. Después, cruzar los dedos para que en principio la otra persona y tú seáis compatibles y, si así es, dar con una hora que cuadre a ambos y un sitio adecuado para quedar. Una vez conseguido, sólo queda esperar que el encuentro sea fructífero para las dos partes y, por qué no, que haya una segunda vez. La comparación con una cita tal vez sea más una paranoia mía que otra cosa, pero por diversos motivos ahora mismo estoy buscando a distintas personas con las que hacer tándem y no podía evitar escribir al respecto.

Para terminar, recuerdo que tándem es una palabra llana que termina por 'm', por lo que debe llevar acento, aunque en el inglés original no lo haga. Dicho esto, me voy a dormir y prometo volver pronto con alguna entrada más interesante.

No hay comentarios:

Publicar un comentario