martes, 28 de febrero de 2017

Leer en catalán

Si has seguido mis últimas andanzas, tal vez recuerdes que actualmente vivo y trabajo en Barcelona. Es una ciudad muy cosmopolita, increíblemente hermosa, con un clima de lo más benévolo (incluso estos últimos meses) y, en general, con mucho que ofrecer. Sin embargo, no me voy a centrar en las virtudes de la ciudad condal, de las que ya he hablado en otras ocasiones (ver aquí y aquí), sino que abordaré otro tema: su particular situación lingüística.

No desvelo nada nuevo si digo que en Barcelona y en toda Cataluña hay dos lenguas cooficiales: el catalán y el castellano. En general, son dos idiomas que están presentes en el día a día de forma bastante intercambiable, e incluso es habitual asistir a conversaciones bilingües, en las que unas frases comienzan en catalán para acabar en castellano o en las que un interlocutor usa una de los dos lenguas mientras que el otro recurre a la segunda.

A mí, esta situación me parece fascinante. De hecho, creo que muchos catalanes se podrían considerar puramente bilingües (¿existen?), porque son capaces de manejarse en dos idiomas al más alto nivel, ambos como lenguas nativas. Es cierto que la semejanza de ambas provoca una influencia muy grande de una sobre la otra y algunos calcos son relativamente frecuentes entre la población, pero es algo que siempre ocurre en las zonas en las que dos idiomas o más están en un contacto tan íntimo.

Y, ¿por qué me pongo ahora a divagar sobre esto? Pues por un motivo muy sencillo: resulta que hace unos años ya aprendí catalán mientras estudiaba un curso de la universidad aquí y ahora tengo la oportunidad de refrescarlo (no de mejorarlo, porque en mi día a día uso principalmente el castellano). Hasta que llegue el momento de profundizar mis conocimientos de catalán, por tanto, recurriré a mi técnica favorita: la de leer. Por eso espero poder leer algunos libros en catalán a lo largo de los próximos meses.

Además, en esta ocasión no tengo excusa para no hacerlo, porque he tenido la suerte de recibir como regalo de cumpleaños un compendio de cuentos de Quim Monzó, un conocido autor barcelonés que produce en catalán. Y no solo mejoraré mis conocimientos de este idioma, sino que podré empezar a sumergirme en la literatura catalana, de la que aún soy poco menos que un principiante.

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