domingo, 26 de marzo de 2017

Traducción técnica



Llevaba mucho tiempo queriendo dedicar una entrada a la traducción técnica. Lo hago porque últimamente ocupa un porcentaje importante de mi volumen de trabajo (supongo que es algo inevitable cuando eres traductor interno en una agencia) y, poco a poco, me estoy volviendo un experto. Además, creo que puedo afirmar que a priori se trata de una de las ramas más desconocidas para los estudiantes de traducción y tal vez de las más denostadas por los traductores profesionales. Por otro lado, es fácil ser consciente de la existencia de la traducción técnica, porque la mayoría de los manuales de instrucciones suelen estar en varios idiomas y dichos manuales están presentes en cada aparato, electrodoméstico y cacharro en general que compramos.

Así pues, si es un campo que es tan omnipresente y que puede generar tanto volumen de trabajo, ¿por qué pasa tan desapercibido? No me veo en condiciones de dar una respuesta, pero sí puedo describir las características generales más importantes que creo que hay que tener en cuenta a la hora de adentrarse en el mundo de la traducción técnica.

Lo primero que piensa todo el mundo es que es un terreno árido y difícil. Y lo es, no lo voy a negar. De primeras, las instrucciones de un horno o de una lavadora no son el paradigma de texto literario. Además de no ser especialmente fascinantes, muchas veces es necesario un conocimiento técnico y una profunda comprensión de lo que se está traduciendo, así como estar en posesión de un glosario lo más completo posible y tener un dominio de la terminología con la que se trabaja (o, en su defecto, contar con una excepcional capacidad de documentación).

Por otro lado, los textos técnicos suelen presentar muchas similitudes entre sí y los clientes suelen disponer de mucho material de referencia o incluso diccionarios que te proporcionan encantados (no ya para ayudar, sino para que las elecciones terminológicas sean uniformes). Además, la calidad literaria pierde importancia en favor de una explicación clara. Las repeticiones, que en muchos tipos de texto se evitan, en el campo técnico son aceptadas e incluso deseables. Algo parecido ocurre con algunas formas de pasiva e incluso con el uso de anglicismos.

A grandes rasgos, por tanto, considero que es un campo que no hay que rechazar sistemáticamente. La experiencia acumulada da sus frutos muy rápido y permite un flujo de trabajo cada vez más optimizado. Eso sí, es importante no confiarse demasiado y tener en cuenta las instrucciones del cliente, pues es habitual que exista una guía de estilo y que haya que seguir indicaciones a veces contradictorias. En mi caso, pido ver el proyecto antes de aceptarlo, y lo examino en el programa de traducción con el que trabajo, que permite utilizar el material de referencia, antes de decidir si me atrevo a traducirlo o no... Y me enorgullece decir que la respuesta es afirmativa cada vez más a menudo.

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