Llevaba mucho tiempo queriendo
dedicar una entrada a la traducción técnica. Lo hago porque últimamente ocupa
un porcentaje importante de mi volumen de trabajo (supongo que es algo
inevitable cuando eres traductor interno en una agencia) y, poco a poco, me
estoy volviendo un experto. Además, creo que puedo afirmar que a priori se trata de una de las ramas
más desconocidas para los estudiantes de traducción y tal vez de las más denostadas
por los traductores profesionales. Por otro lado, es fácil ser consciente de la
existencia de la traducción técnica, porque la mayoría de los manuales de
instrucciones suelen estar en varios idiomas y dichos manuales están presentes
en cada aparato, electrodoméstico y cacharro en general que compramos.
Así pues, si es un campo que es
tan omnipresente y que puede generar tanto volumen de trabajo, ¿por qué pasa
tan desapercibido? No me veo en condiciones de dar una respuesta, pero sí puedo
describir las características generales más importantes que creo que hay que
tener en cuenta a la hora de adentrarse en el mundo de la traducción técnica.
Lo primero que piensa todo el
mundo es que es un terreno árido y difícil. Y lo es, no lo voy a negar. De
primeras, las instrucciones de un horno o de una lavadora no son el paradigma
de texto literario. Además de no ser especialmente fascinantes, muchas veces es
necesario un conocimiento técnico y una profunda comprensión de lo que se está
traduciendo, así como estar en posesión de un glosario lo más completo posible
y tener un dominio de la terminología con la que se trabaja (o, en su defecto, contar
con una excepcional capacidad de documentación).
Por otro lado, los textos
técnicos suelen presentar muchas similitudes entre sí y los clientes suelen disponer
de mucho material de referencia o incluso diccionarios que te proporcionan
encantados (no ya para ayudar, sino para que las elecciones terminológicas sean
uniformes). Además, la calidad literaria pierde importancia en favor de una
explicación clara. Las repeticiones, que en muchos tipos de texto se evitan, en
el campo técnico son aceptadas e incluso deseables. Algo parecido ocurre con
algunas formas de pasiva e incluso con el uso de anglicismos.
A grandes rasgos, por tanto,
considero que es un campo que no hay que rechazar sistemáticamente. La
experiencia acumulada da sus frutos muy rápido y permite un flujo de trabajo cada
vez más optimizado. Eso sí, es importante no confiarse demasiado y tener en
cuenta las instrucciones del cliente, pues es habitual que exista una guía de
estilo y que haya que seguir indicaciones a veces contradictorias. En mi caso,
pido ver el proyecto antes de aceptarlo, y lo examino en el programa de
traducción con el que trabajo, que permite utilizar el material de referencia,
antes de decidir si me atrevo a traducirlo o no... Y me enorgullece decir que
la respuesta es afirmativa cada vez más a menudo.
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