lunes, 18 de junio de 2012

Farmacia moderna

Durante unas semanas dejaré aparcada mi faceta de traductor y me centraré en la otra mitad de mi carrera: los cuatro créditos que me quedan para acabar Farmacia (al menos la parte teórica, luego vienen las "tutes", el examen de prácticas, el TFG...). La asignatura que me falta lleva el sorprendente nombre de Farmacogenética y Farmacogenómica, y es lo suficientemente interesante como para comentar algo al respecto. Pero por falta de tiempo lo dejaré para otro día. Hoy tiro por el camino fácil y actualizo con una reflexión filosófica que escribí, seguramente, en uno de mis inevitables periodos de crisis farmacológica...
Si es que cuando quiero puedo ser muy profundo...

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“Hay cuatro grupos de antidepresivos: los antidepresivos tricíclicos (ATCs), los inhibidores de la recaptación de serotonina, los antidepresivos de acción mixta y los iMAO…”.
Estudiar Farmacia puede llegar a molar bastante. Acabas aprendiendo un montón de cosas, y lo mejor es que la mayoría de ellas son útiles, aunque sólo sirvan como una mera curiosidad.
Pero también es duro. Muchas horas de estudio, muchas noches de biblioteca (mientras el resto de la gente está de fiesta) y poco reconocimiento. Además, hay demasiada ciencia. Todo tiene una explicación basada en receptores y sustancias que los activan. Si no fuera por este tipo de descubrimientos, no podríamos tratar ciertas enfermedades y no habría tanta calidad de vida, pero yo sigo siendo un poco soñador y quiero seguir viendo la parte mágica y misteriosa de algunas cosas de la vida.
Quiero seguir pensando ‘¡Qué ojos azules más bonitos!’, y no ‘Seguro que sus padres eran homozigóticos para el carácter “color de ojos”, por eso tienen un color tan claro, que no es dominante’, o seguir sorprendiéndome cuando unas gotas hacen que todo un líquido cambie de color, sin pensar en el efecto quelatante de ningún indicador.
Y, sobre todo, quiero seguir pensando que a veces la solución a los problemas no es hacer que tu organismo reaccione frente a drogas exógenas. Puede que sea suficiente un poco de chocolate y unas risas inesperadas...

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