jueves, 7 de junio de 2012

Los juegos del hambre, la película


Hace ya bastante que no hablo de Los juegos del hambre. Tiene cierto mérito, porque estoy muy enganchado a la historia y no veo la hora de leer el tercer y último libro. Pero ya ha pasado suficiente tiempo, tengo autorización moral para hacerlo. Ahora toca la peli.
Siempre es difícil hacer una adaptación cinematográfica de un libro. Las imágenes que se forman en la cabeza de cada lector son únicas, y es una utopía pensar que un director de cine pueda plasmarlas exactamente cómo tú las habías visualizado. Por no hablar del tiempo: normalmente se tienen que ajustar a unos márgenes de pocas horas. Muy por debajo de los de un libro, en teoría inexistentes.

Tal vez por eso la práctica totalidad de las adaptaciones son peores que el original. Algunas se salvan y constituyen buenas películas en sí mismas, sin necesidad de haber leído el libro (como El niño del pijama a rayas); otras consiguen una fama mayor (La piel que habito) y otras podrían llegar a rivalizar con la obra escrita (El señor de los anillos).


Los juegos del hambre podría estar en las tres categorías o en ninguna. A ver si me explico. No está a la altura del libro, ni mucho menos. No engancha de la misma forma, no es tan rico en detalles y no es tan fiel como debería. Tampoco se puede decir que se haya hecho mucho más famosa que el primer volumen de la trilogía (aunque ha estado cerca de conseguirlo); ni acaba de ser una buena película en sí misma porque, si no has leído antes el libro, puedes perderte algunas cosas.

Y, sin embargo, tampoco se pueden decir demasiadas cosas negativas del film. Vale que no es tan famosa, pero muchos hemos descubierto la saga gracias a la versión cinematográfica (yo el primero). Vale que no consigue plasmar todo lo que describe la autora, pero es sorprendentemente minuciosa y ha conseguido imágenes espectaculares en cada escena. Y, por último, vale que no esté a la altura del libro, pero es al ver la película cuando percibes la magnitud de lo que estás leyendo, se te encoge el corazón y piensas (por enésima vez) ‘menos mal que esto no pasará nunca en la vida real’.

En fin, película más que aceptable y dos horas y media muy bien invertidas. Pero, por favor, lee primero el libro. 

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