Cualquier estudiante universitario que se precie debería adorar esas bonitas semanas de junio que reciben el fatídico nombre de
‘periodo de exámenes’. Es todo tan maravilloso… El calor humano de los
compañeros de fatiga, la fría luz azulada de las bibliotecas, la cantidad de
conocimientos que se adquieren después de las largas jornadas de estudio… A se
le suma el calor asfixiante de principios de verano, el ritmo de vida
irregular, la pasta que se va en fotocopias y los nervios. ¿Qué
más se puede pedir?
Pero los exámenes también tienen su parte negativa. Yo llevo
ya unos días sin actualizar y, en general, me queda poco tiempo para cualquier
otra cosa. Por ejemplo, el martes tengo que devolver los libros a la biblioteca
y ni siquiera me ha dado tiempo de empezar uno de ellos. ¿Solución? Leer al
menos las primeras páginas para ver si merece la pena ampliar el plazo.
De modo que he cogido Blood
from a Stone, de Donna Leon, (en el inglés original, que para algo tengo
el examen de la lengua de Shakespeare la semana que viene) y he leído el
principio. No sólo tiene muy buena pinta, sino que el vocabulario es perfectamente
comprensible para mí (lo cual es bueno, si tenemos en cuenta que tal vez me
acabe dedicando a esto) y está en la línea de novela policiaca que tanto me
gusta.
Por lo pronto, aquí te dejo un párrafo de una de las
primeras páginas. Así no
desvelo gran cosa. Espero que te guste.
“Last-minute buyers, their number reducer by
the cold, requested products they all suspected could be found at better prices
and of more reliable quality at local shops that were open even on this Sunday, and how better to assert one’s independence and character than by buying
something unnecessary?”
Conclusión: próxima parada: Venecia. Cuando termine el
libro, le dedicaré una nueva entrada en condiciones.
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