Hoy he terminado de ver la
primera temporada de la serie catalana, de la que ya comenté que era demasiado
buena para decir nada. Sin embargo, eso fue poco profesional por mi parte. Para
compensar, aquí te dejo una “crítica” larga y elaborada, en la que repaso los
aspectos positivos y los “negativos” de Polseres Vermelles.
Se trata de una serie de TV3,
dirigida por un tal Pau Freixas y creada por mi archimencionado Albert
Espinosa. Basada en El mundo amarillo,
libro escrito por este último, narra las andanzas de una panda de niños en un
hospital de Barcelona. Y lo hace con mucho acierto. Para empezar, cuenta con
actores excepcionales (la mayoría de los cuales son entrañables jovenzuelos, lo
cual da puntos) y con una banda sonora magnífica, compuesta íntegramente por
canciones en catalán. Cierto, juega con el moralismo comercial que no podía
faltar, pero lo hace de una forma apropiada: sin buscar el morbo fácil, sino la
sonrisa tonta. No persigue hacerte llorar, pero consigue que no falte la
lagrimilla al final de cada capítulo.
Otro motivo que ha hecho que la serie me guste
tanto es que el verano pasado leí El
mundo amarillo y pensé que a esa historia se le podía sacar mucho más partido
(por ejemplo, una serie). La vida del autor es fascinante y los relatos que
mencionaba eran intensos y entrañables a partes iguales. Sin embargo, el libro
quedó en poco más que un manual de autoayuda. Agradable de leer y fuente
inagotable de pequeñas joyas (huella inequívoca de Espinosa), no me aportó gran
cosa porque, por un lado, yo andaba detrás de una novela y, por otro, no
necesitaba ese tipo de autoayuda.
Lo que sí que necesitaba era
un empujón para ver la serie, que ya conocía desde hacía meses. Dicho empujón
me lo ha proporcionado Antena Tres, que ha emitido (de hecho, a día de hoy, sigue
emitiendo) la primera temporada en toda España. Ellos han sido los responsables
de que haya podido disfrutarla, aunque lo he hecho en la página web de TV3 y he
visto los capítulos en versión original (dicen que siempre es mejor, y en este
caso es indiscutiblemente cierto). He desenterrado mis conocimientos de catalán
para poder seguirla y, gracias a eso, la serie me ha proporcionado grandes
momentos con cada escena; pero también me ha traído recuerdos de una Barcelona
que fue mía y de una vida que ya no tengo y que siempre recordaré con cariño; de
unos meses que me hicieron madurar, crecer y convertirme en una persona
distinta y (espero) un poco mejor.
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