Una soleada tarde de
septiembre, recién aterrizado en Heidelberg y con el firme propósito
de aprender alemán, salí de una famosa librería con el primer tomo
de la saga de Harry Potter en las manos. Creo que leer es lo que más
puede ayudar a quienes están estudiando un idioma, y yo decidí que
la opción perfecta para tan noble labor sería una historia
conocida, con un vocabulario asequible y, sobre todo, con un
argumento con el que ya estuviera familiarizado... Para evitar
excesivos bloqueos mentales.
Algunos meses después
(más de los que me gustaría admitir), conseguí llegar a la última
página y dar la lectura por terminada. Supongo que mi alemán sí es
un poco mejor y parte del mérito se lo debo a tan idolatrado libro.
La verdad es que me
gustaría poder opinar acerca del contenido, pero no lo haré, porque
a estas alturas me parece prácticamente una obviedad, o de la
traducción, pero tampoco lo haré, porque mi nivel de alemán no
está a la altura.
Entonces, dirás, ¿para
qué estás escribiendo esto? Pues muy sencillo. Únicamente quiero
enfatizar el hecho de que la lectura te puede abrir innumerables
puertas. No sólo te permite descubrir nuevos mundos, también te
proporcionará una mayor soltura, un vocabulario más rico y una
mente más lúcida. Y, cuando estamos hablando del aprendizaje de una
lengua extranjera, los beneficios pueden ser incalculables.
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