viernes, 18 de mayo de 2012

Microrrelatando


Hace no mucho, comentaba que me gustaría ser tan buen escritor como Albert Espinosa. Ojalá fuera capaz de crear la magia que él le da a sus obras; de jugar con las palabras de la misma manera; de aglutinar en un solo libro tantos temas profundos como él. De hecho, dije que me conformaba con la mitad de su talento.

He hecho mis pinitos en el mundo de la creación escrita, pero supongo que todavía me falta un largo camino. De todos modos, y como llevaba mucho tiempo sin actualizar, aquí te dejo parte de esa creación. En realidad es una redacción que tuve que hacer en Lengua Española I. El ejercicio consistía en redactar un microrrelato (menos de 300 palabras) usando como frase inicial lo que se considera, precisamente, el relato más corto jamás escrito en lengua española: ‘Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí” (de Auguto Monterroso).

Estoy razonablemente orgulloso del resultado, aunque me odio a mí mismo por la última frase… En fin, espero que te guste.

“Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí. En el fondo era absurdo pensar que se habría ido durante la noche. Al fin y al cabo, nunca lo había visto salir de la habitación y su madre no dejaba de repetirle que era un peluche y que, por eso, no podía moverse.
Lo que no entendía era por qué, si no se podía mover, cuando se apagaba la luz lo veía saltar y jugar con todos los amigos que surgían entre las sombras. ¿Acaso su madre no los había visto? Cada vez que se apagaban las luces, miles de seres salían de todos los rincones de su habitación. Algunas veces armaban tanto jaleo que le costaba quedarse dormido; otras, intentaban asustarlo. Pero él sabía que no le harían nada si se tapaba bien con la sábana.
Pensándolo bien, lo cierto era que todos ellos se iban cuando su madre entraba y encendía la luz. Tal vez ella nunca los había visto y por eso no sabía que el dinosaurio, en realidad, sí podía moverse.
Decidió que esa tarde se lo preguntaría: su madre tenía todas las respuestas. A veces no quería decírselas, pero aquel día no podría negarse. Sería el regalo de su sexto cumpleaños. La silla de ruedas nueva podría esperar.”

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