Hace no mucho, comentaba que
me gustaría ser tan buen escritor como Albert Espinosa. Ojalá fuera capaz de crear la magia que él le da a sus obras; de jugar con las palabras de la
misma manera; de aglutinar en un solo libro tantos temas profundos como él. De hecho, dije
que me conformaba con la mitad de su talento.
He hecho mis pinitos en el
mundo de la creación escrita, pero supongo que todavía me falta un largo camino. De todos
modos, y como llevaba mucho tiempo sin actualizar, aquí te dejo parte de esa
creación. En realidad es una redacción que tuve que hacer en Lengua Española I.
El ejercicio consistía en redactar un microrrelato (menos de 300 palabras)
usando como frase inicial lo que se considera, precisamente, el relato más
corto jamás escrito en lengua española: ‘Cuando despertó, el dinosaurio todavía
estaba allí” (de Auguto Monterroso).
Estoy razonablemente
orgulloso del resultado, aunque me odio a mí mismo por la última frase… En fin,
espero que te guste.
“Cuando
despertó, el dinosaurio todavía estaba allí. En el fondo era absurdo pensar que
se habría ido durante la noche. Al fin y al cabo, nunca lo había visto salir de
la habitación y su madre no dejaba de repetirle que era un peluche y que, por
eso, no podía moverse.
Lo que no
entendía era por qué, si no se podía mover, cuando se apagaba la luz lo veía
saltar y jugar con todos los amigos que surgían entre las sombras. ¿Acaso su
madre no los había visto? Cada vez que se apagaban las luces, miles de seres
salían de todos los rincones de su habitación. Algunas veces armaban tanto
jaleo que le costaba quedarse dormido; otras, intentaban asustarlo. Pero él
sabía que no le harían nada si se tapaba bien con la sábana.
Pensándolo
bien, lo cierto era que todos ellos se iban cuando su madre entraba y encendía
la luz. Tal vez ella nunca los había visto y por eso no sabía que el
dinosaurio, en realidad, sí podía moverse.
Decidió que
esa tarde se lo preguntaría: su madre tenía todas las respuestas. A veces no
quería decírselas, pero aquel día no podría negarse. Sería el regalo de su sexto
cumpleaños. La silla de ruedas nueva podría esperar.”
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