Es periodo de
celebraciones y fiestas varias. Si hace apenas tres días felicitaba
públicamente las Navidades en los idiomas que tengo el gusto de controlar,
ahora le toca el turno a una festividad patria y mucho más prosaica: los Santos
Inocentes.
Ya sé que no
está de moda gastar bromas por el simple placer de gastarlas. Estamos todos tan
ocupados en nuestra vida moderna, llena de blackberries
y whatsapps, que no nos damos cuenta
de que aún podemos reírnos de cosas sin importancia. Sólo necesitamos una excusa.
Es cierto que
me estoy quedando sin ideas. Ya son muchos años de existencia y las inocentadas
se pueden repetir un número limitado de veces. Pero yo seguiré dándole vuelta a
la cabeza cada 28 de diciembre y espero seguir sorprendiendo a conocidos y
amigos durante mucho tiempo. Y, por qué no, espero seguir riéndome a su costa
(eso sí, tal vez es el momento de decir que mis bromas no son de mal gusto, ni
mucho menos).
Por ello, vete
preparando, porque el 28 de diciembre del año que viene publicaré una entrada
en este mismo blog que será una inocentada… O no.
No hay comentarios:
Publicar un comentario