Paso
demasiadas horas al día escribiendo. A los múltiples trabajos, traducciones,
memorias y redacciones que nos mandan se le suman las esporádicas entradas para este blog y creaciones
varias, incluyendo el diario que relleno puntualmente al final de cada jornada.
Sí, escribo un
diario.
Pues bien, se
me ha ocurrido que una forma de economizar mi tiempo es publicar en el blog lo
que escribo para el diario. Al fin y al cabo, ya he publicado anteriormente
trabajos de clase, ¿por qué no?
Es cierto que
casi todas las cosas que van completando dicho diario son demasiado personales
como para estar en la red, al alcance de cualquiera, pero una despedida de año me parece
lo suficientemente inofensiva (y apropiada) para una entrada. Especialmente la
de un día como hoy.
De modo que
aquí la tienes. Es una adaptación (he quitado lo que sobraba) y ha quedado un
poco a medias. Aún así, welcome to my life y… ¡FELIZ 2013!
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Acaba de empezar el último día del 2012 y me
siento raro. Lo que en realidad ha sido un gran año se me antoja ahora un
montón de recuerdos, a cual más difuso.
Supongo que podría repasar todo lo que ha
ocurrido en los últimos doce meses y recopilar los buenos momentos. Pero no voy a
hacerlo. No sé por qué, pero creo que este año no toca.
Lo que toca ahora es vivir el presente. No
es el momento de hacer listas y clasificaciones de los mejores recuerdos
de 2012, ni tampoco de redactar
incontables propósitos de fin de año, porque son sólo una ilusión falsa,
espejismo de un futuro menos caótico. Por eso, para los próximos doce meses
sólo buscaré dos cosas: una nueva experiencia cada día… y ocho horas de sueño.
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